Agonizan pacientes a espera de investigaciones médicas
Esteban Arrieta earrieta@larepublica.net | Jueves 27 septiembre, 2012
Enfermos exigen aprobación de investigaciones en humanos
Agonizan pacientes a espera de investigaciones médicas
En el pasado se gestaron 25 medicinas en el país
Hace un par de años, la vida de Lorena Lara cambió en un abrir y cerrar de ojos, cuando sintió por primera vez los efectos de una enfermedad degenerativa que le impide caminar.
Muy lejos de ella quedaron las montañas, los árboles y el trinar de las aves que tanto ama y que significan su sustento como bióloga, pues la cruz que lleva a cuestas no le permite una vida normal.
Hoy, a sus 57 años, Lorena busca una alternativa para curar su esclerosis múltiple, enfermedad que le ha ido drenando sus sueños e independencia, pues se caracteriza por afectar las transmisiones nerviosas que permiten el movimiento.
Tras dos fuertes crisis, los médicos tratan de evitar que los daños sean irreversibles, pero la medicina tradicional tiene sus límites.
Por esta razón, espera con ansias que los diputados le den el visto bueno al proyecto de ley de investigaciones biomédicas, el cual le permitiría participar en un experimento con células madre que ya se realiza en otros países y que está dando buenos resultados para este tipo de pacientes.
Sin embargo, por el momento esa posibilidad es lejana.
Esto porque la iniciativa que discuten los diputados se encuentra entrabada en la Asamblea Legislativa. Unas 150 mociones presentadas en su mayoría por María Eugenia Venegas, del PAC, tienen empantanado el avance del proyecto de ley.
Evitar que los intereses de las grandes farmacéuticas estén por encima de la salud de los pacientes que participan en los experimentos es el objetivo de la legisladora rojiamarilla.
Sin embargo, cuando la calidad de vida o la vida misma se escapan poco a poco, eso es algo que los pacientes no pueden entender, sobre todo cuando ya han esperado más de dos años.
“Es cruel e inhumano que los diputados no se decidan a votar esta ley. Ellos no saben lo que es sufrir en carne propia una enfermedad como esta. No están pensando en la gente que sufre”, criticó Lorena.
Ante el entrabamiento legislativo, una opción que tendrían los enfermos es participar en un ensayo clínico fuera del país.
Sin embargo, esta posibilidad estaría limitada solo a quienes cuentan con los recursos económicos para viajar y sufragar sus gastos en países como Estados Unidos o Inglaterra, los cuales, se guían por protocolos de investigación universales en todo el mundo.
Asimismo, hay una serie de requisitos que los pacientes deben cumplir desde la perspectiva de las empresas, las cuales establecen limitaciones a los extranjeros en algunos casos.
“Mi temor es que esta enfermedad se vuelva irreversible. Yo quisiera recuperar mi vida y volver al bosque. En ese sentido, si hay una alternativa a mi problema, yo quisiera tratarla antes de que sea tarde”, concluye Lorena, mujer casada y con tres hijos.
Al igual que ella, cientos de personas están en una situación similar, aferrados a la esperanza de las investigaciones biomédicas.
Antes de 2010 las pruebas de fármacos y otros experimentos médicos se llevaban a cabo en el país; sin embargo, la Sala Constitucional los prohibió.
Esto hizo que los 13 mil pacientes que participaban en diversas investigaciones contra enfermedades como el cáncer, quedaran sin otras alternativas que pudieron haber sido la diferencia entre la vida y la muerte.
Por otra parte, se dejaron de invertir unos $40 millones para financiar los 200 estudios que estaban programados y muchas de las empresas que estaban en suelo nacional, prefirieron irse a otros países.
Durante las dos décadas en que se practicaron las investigaciones médicas en suelo nacional, se lograron aprobar 25 fármacos que hoy se encuentran en el mercado, entre ellos varios antibióticos y otros para luchar contra el asma.
“Es una lástima que Costa Rica no participe en las investigaciones mundiales que se hacen. Los protocolos que se utilizan son los mismos en todos los países, por lo que todo se hace de forma ética”, indica Guillermo Rodríguez, presidente del Instituto Costarricense de Investigaciones Clínicas, que aboga por los ensayos de este tipo.
Esteban Arrieta
earrieta@larepublica.net
Agonizan pacientes a espera de investigaciones médicas
En el pasado se gestaron 25 medicinas en el país
Muy lejos de ella quedaron las montañas, los árboles y el trinar de las aves que tanto ama y que significan su sustento como bióloga, pues la cruz que lleva a cuestas no le permite una vida normal.
Hoy, a sus 57 años, Lorena busca una alternativa para curar su esclerosis múltiple, enfermedad que le ha ido drenando sus sueños e independencia, pues se caracteriza por afectar las transmisiones nerviosas que permiten el movimiento.
Tras dos fuertes crisis, los médicos tratan de evitar que los daños sean irreversibles, pero la medicina tradicional tiene sus límites.
Por esta razón, espera con ansias que los diputados le den el visto bueno al proyecto de ley de investigaciones biomédicas, el cual le permitiría participar en un experimento con células madre que ya se realiza en otros países y que está dando buenos resultados para este tipo de pacientes.
Sin embargo, por el momento esa posibilidad es lejana.
Esto porque la iniciativa que discuten los diputados se encuentra entrabada en la Asamblea Legislativa. Unas 150 mociones presentadas en su mayoría por María Eugenia Venegas, del PAC, tienen empantanado el avance del proyecto de ley.
Evitar que los intereses de las grandes farmacéuticas estén por encima de la salud de los pacientes que participan en los experimentos es el objetivo de la legisladora rojiamarilla.
Sin embargo, cuando la calidad de vida o la vida misma se escapan poco a poco, eso es algo que los pacientes no pueden entender, sobre todo cuando ya han esperado más de dos años.
“Es cruel e inhumano que los diputados no se decidan a votar esta ley. Ellos no saben lo que es sufrir en carne propia una enfermedad como esta. No están pensando en la gente que sufre”, criticó Lorena.
Ante el entrabamiento legislativo, una opción que tendrían los enfermos es participar en un ensayo clínico fuera del país.
Sin embargo, esta posibilidad estaría limitada solo a quienes cuentan con los recursos económicos para viajar y sufragar sus gastos en países como Estados Unidos o Inglaterra, los cuales, se guían por protocolos de investigación universales en todo el mundo.
Asimismo, hay una serie de requisitos que los pacientes deben cumplir desde la perspectiva de las empresas, las cuales establecen limitaciones a los extranjeros en algunos casos.
“Mi temor es que esta enfermedad se vuelva irreversible. Yo quisiera recuperar mi vida y volver al bosque. En ese sentido, si hay una alternativa a mi problema, yo quisiera tratarla antes de que sea tarde”, concluye Lorena, mujer casada y con tres hijos.
Al igual que ella, cientos de personas están en una situación similar, aferrados a la esperanza de las investigaciones biomédicas.
Antes de 2010 las pruebas de fármacos y otros experimentos médicos se llevaban a cabo en el país; sin embargo, la Sala Constitucional los prohibió.
Esto hizo que los 13 mil pacientes que participaban en diversas investigaciones contra enfermedades como el cáncer, quedaran sin otras alternativas que pudieron haber sido la diferencia entre la vida y la muerte.
Por otra parte, se dejaron de invertir unos $40 millones para financiar los 200 estudios que estaban programados y muchas de las empresas que estaban en suelo nacional, prefirieron irse a otros países.
Durante las dos décadas en que se practicaron las investigaciones médicas en suelo nacional, se lograron aprobar 25 fármacos que hoy se encuentran en el mercado, entre ellos varios antibióticos y otros para luchar contra el asma.
“Es una lástima que Costa Rica no participe en las investigaciones mundiales que se hacen. Los protocolos que se utilizan son los mismos en todos los países, por lo que todo se hace de forma ética”, indica Guillermo Rodríguez, presidente del Instituto Costarricense de Investigaciones Clínicas, que aboga por los ensayos de este tipo.
Esteban Arrieta
earrieta@larepublica.net