Antecedentes y consecuentes en el rumbo económico del país: El discurso presidencial sin rumbo claro
Felipe Guadamuz Flores redaccion@larepublica.net | Lunes 11 mayo, 2020
Lope de Vega decía que “obras son amores y no buenas razones”, pero pareciera que en el discurso presidencial del primero de mayo no había ninguna de las dos con respecto al tema económico. Necesitamos una agenda económica seria o el país se rezagará y el estatismo aumentará, incrementando la pobreza y con ello todos los problemas sociales que esta genera.
El país ya venía con problemas económicos serios debido a la irresponsabilidad de la Administración Solís Rivera, en especial del ex Ministro de Hacienda y del ex Presidente de la República, por lo que ya se observaban patrones y tendencias preocupantes y, sin una agenda de reactivación económica, las cosas empeorarán. Esto no es un homenaje a Perogrullo sino una realidad.
Por el mal manejo de las finanzas públicas, Costa Rica ha sufrido degradaciones en sus calificaciones de deuda soberana, llevando al aumento en el pago de intereses sobre esa deuda. Una contracción económica afectará todavía más, por ello es necesario reactivar la economía sin endeudarse más. Menos trámites y más libertad para emprender implicarán mayor formalidad y un eventual aumento en la recaudación tributaria sin tener que pedir prestado.
No se puede dejar de lado el contexto latinoamericano en el que nos encontramos. Nuestra reactivación no podrá ser como la de países desarrollados de Occidente, por lo que las políticas públicas de reactivación que se adopten deben tomar en cuenta esto, sin que ello sea obstáculo para que no aspiremos al desarrollo, pero siempre dentro de un marco civilizacional para que así las decisiones económicas sean realistas y acordes con el contexto en el cual nos encontramos.
Cierto, el aislamiento ha sido necesario para establecer un contagio regulado de la población y disminuir picos abruptos de la enfermedad. En efecto, sin aislamiento, las consecuencias de los contagios habrían sido peores, tal y como ha ocurrido en países como Ecuador o Nicaragua. Por ello, el gobierno hizo bien en tomar esas decisiones, que en realidad correspondían a la Asamblea Legislativa, pero esta no las tomó, delegando esa responsabilidad al gobierno.
Igualmente, aunque se diga que es un informe de labores, el Presidente tomó el discurso y lo embelleció con figuras retóricas y logros de su Administración, lo cual no está mal porque es lógico que quiera levantar la imagen.
No se puede ser mezquino y no reconocer la gran labor que el gobierno ha realizado con el control y expansión de la pandemia, ya que es claro que Costa Rica ha sido un ejemplo para el mundo y también un caso de excepción en América Latina.
Sin embargo, todos estos logros o justificaciones de levantamiento de imagen no restan al hecho de que a todo se acostumbran las personas menos a comer. Dentro de poco más de un millón y medio de personas no tendrán sustento y tendrán que obtenerlo de alguna manera. Es muy probable que las tasas de delincuencia aumenten por estas razones y la estabilidad social se verá golpeada.
Así, no se justifica que, habiendo treinta páginas de retórica, el discurso presidencial no incluyera por lo menos una con respecto a la economía y como reactivarla. El Estado no es un salvador, el Estado no es la panacea, el Estado es parte de la solución, pero también ha sido parte del problema.
Costa Rica necesita una reactivación económica ya. El gobierno tendrá que comenzar a ponderar entre flexibilizar las reglas de aislamiento y permitir una recuperación gradual de la economía. Es el sector privado el que produce y paga la mayor cantidad de impuestos y si se sigue pensando ideológicamente y no lógicamente, las consecuencias para el país serán nefastas.