Banca estatal espera recuperarse en 2018
Brandon Flores bflores@larepublica.net | Martes 28 noviembre, 2017
El 2018 sería una buena oportunidad para que la banca estatal se recupere tras las crisis de imagen que sufrieron dos entidades este año.
En general, este no fue un buen año para el sistema financiero nacional, pero algunos ajustes en las operaciones de los bancos públicos podrían provocar la recuperación.
El Banco de Costa Rica (BCR) y Banco Crédito Agrícola de Cartago (Bancrédito) fueron los afectados, es decir, la mitad del sistema financiero público.
La otra mitad, integrada por el Banco Nacional y el Banco Popular, no se vio afectada por la crisis, pese a que muchas veces se percibe a la banca pública como un todo, y no como entidades independientes.
El panorama para las entidades perjudicadas fue diferente, ya que mientras la situación del BCR se concentró solo en su imagen y no en sus operaciones, Bancrédito tuvo un ambiente más complicado, pues sus problemas desembocaron en el cierre técnico de operaciones y ahora podría encarar el próximo año como una entidad de fomento y desarrollo, o bien ser absorbido por otro banco, que podría ser el mismo BCR o el Nacional.
Algunos diputados del Movimiento Libertario presentaron dos proyectos de ley: uno con el fin de vender el Banco Crédito Agrícola de Cartago y el segundo buscaba fusionar la entidad con el BCR.
Con esto, se pretendía convertir a Bancrédito en una sociedad anónima con la finalidad de que sus acciones se vendan a terceros, o bien que sean traspasadas al Banco de Costa Rica, como segunda opción.
“La grave situación fiscal que atraviesa el país nos obliga a tomar medidas para evitar que se pierdan recursos por administraciones deficientes, y sobre todo en un banco, porque a final de cuentas es una empresa que para bien o para mal afecta al sector productivo”, explicó Otto Guevara, diputado y candidato presidencial del Movimiento Libertario.
En caso de que se desarrollara la idea de hacerlo un banco de segundo piso, se aplicaría un plan de fortalecimiento de corto y mediano plazo que contempla medidas como la reducción de los gastos administrativos, la venta de ciertos activos y mejora en los temas de gobierno corporativo.
Esto significa que no realizaría operaciones directamente con clientes, sino que jugaría un papel de intermediario.
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“La transformación del banco pasa por asumir un rol protagonista en la banca de fomento y desarrollo en el país, que articule de manera adecuada los esfuerzos y recursos que ya operan en el mercado y el sistema”, señaló Helio Fallas, ministro de Hacienda.
Ninguna de esas alternativas ha prosperado y de momento no se conocen acciones políticas para “resucitar” a Bancrédito y los actuales diputados tiran la papa caliente a los próximos, puesto que aún no hay acuerdo sobre si lo óptimo es vender, cerrar o que sea absorbido.
“No nos opondríamos a la medida de ser un banco de fomento, pues Bancrédito ya tenía experiencia como intermediario financiero y esta alternativa no solo nos permitiría sobrevivir sino sobresalir en el mercado”, comentó Gerardo Porras, gerente general de la entidad.
En el caso del BCR, tras el escándalo del préstamo por $20 millones al empresario Juan Carlos Bolaños, la entidad nombró a Eduardo Ramírez como nuevo gerente general interino, así como al resto de la junta directiva para asegurar a sus clientes que las operaciones estaban normales.
“El BCR se mantiene como una entidad sólida y solvente, con indicadores financieros y de rentabilidad que así lo demuestran, esperando cerrar el año con un nivel de utilidad entre los ¢35 mil millones y ¢45 mil millones. Actualmente, el Banco está realizando una evaluación del plan estratégico con el propósito de adoptar las acciones que se estimen pertinentes para fortalecer los negocios de la entidad. Asimismo, se han tomado acciones para evaluar las lecciones aprendidas en torno a la situación que ha rodeado el Banco, para lo cual también se está haciendo una revisión del proceso de crédito que lleva a cabo la institución”, aseguró Ramírez.
El origen de la crisis
Otorgar un préstamo de $20 millones al empresario Juan Carlos Bolaños para importar cemento desde China, fue el inicio del calvario para el BCR.
Dicha situación motivó una profunda investigación que terminó con la salida de la cúpula directiva, entre ellos Mario Barrenechea y Paola Mora.
Los movimientos en el gobierno corporativo de la entidad también provocaron que las calificadoras internacionales de riesgo Moody’s y Fitch le rebajaran su evaluación en términos de fortaleza intrínseca, es decir, la confianza “per se” en el banco.
Al momento, el riesgo de operaciones aumentó, pues la calificación pasó de Ba3 a Ba2 y lo deja en un nivel similar al del país.
Ante este escenario, el Banco sacudió de inmediato y aseguró que el crédito otorgado a Bolaños no representaba ni el 0,50% del total de su cartera crediticia.
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Asimismo, pocos días más tarde nombró a Eduardo Ramírez como nuevo gerente general interino, con el objetivo de mantener las operaciones estables.
En el caso de Bancrédito, a inicios de año reportó una pérdida mensual de unos ¢591 millones, lo cual lo dejó al borde de la irregularidad financiera y encendió las alarmas del máximo ente en el sector: la Superintendencia General de Entidades Financieras.
Las complicaciones para la entidad derivaron en la salida de sus directivos y remates de sus propiedades y bienes; por otro lado, el Estado procedió a intermediar financieramente para mantenerla a flote.
En mayo, los clientes comenzaron a retirar sus ahorros, tras la declaración de Bancrédito de un cierre técnico de operaciones.