Calidad de vida y jornada laboral
Christian Rivera redaccion@larepublica.net | Lunes 23 mayo, 2022
Dr. Christian Rivera
Médico cirujano, empresario y activista social
La discusión, más allá de las horas de trabajo, se trata de cuánto estamos ocupándonos o invirtiendo, como sociedad, en mejorar nuestra calidad de vida.
La pandemia vino a poner de manifiesto lo frágil de nuestro paso por esta vida y con ello, nos ha permitido ordenar nuestras prioridades. En los últimos dos años, han aumentado los casos de personas que padecen de alguna enfermedad mental como depresión, estrés, ansiedad y demencia senil.
Según la revista The Lancet, el país presentó un aumento del 35,2% en el reporte de trastornos depresivos y un 35,6% para los trastornos de ansiedad en el año 2020. Por otra parte, desde el punto de vista físico 2 de cada 3 costarricenses sufren de sobrepeso u obesidad, lo que se traduce en enfermedades cardiovasculares, diabetes e hipertensión, siendo este el factor principal para desenlaces fatales en casos de COVID19.
Por otra parte, según el informe del 2020 de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), Costa Rica es uno de los tres países donde no existe un equilibrio adecuado entre trabajo y vida diaria.
En contra posición, los países con el mejor equilibrio entre vida y trabajo son los países europeos, encabezados por Italia, Dinamarca y Noruega, que además se caracterizan por su inversión en espacios públicos seguros, educación, salud y cultura.
La jornada 4/3 aumentando las horas de trabajo a 12 horas diarias permite una flexibilización laboral en momentos en que debemos ajustarnos a las demandas de los nuevos tiempos y del mercado laboral pero también la posibilidad de invertir mayor tiempo a aquellas actividades que determinan nuestra calidad de vida.
En términos de necesidades es claro que lo primero que tenemos que hacer es satisfacer las básicas, pero cuando hablamos de calidad de vida tenemos que cuestionarnos también, cómo estamos invirtiendo en deporte, cultura y recreación, además de qué oferta pública tenemos en nuestras comunidades.
Desde el 2008, el Informe Sarkozy, y la comisión liderada por los economistas Stiglitz y Sen hacia un llamado a un desarrollo integral que permitiera mejorar las condiciones del entorno en que se desenvuelven las personas, iniciando por mejorar el espacio público, la calidad de la educación, para que aquellas actividades personales, los individuos puedan realizarlas en un contexto seguro.
Fortalecer el pacto social
La salud debe ser el eje de las decisiones tanto personales como públicas y empresariales, teniendo claro que por cada dólar que se invierte en bienestar, se genera un ahorro de 3 dólares en la atención de futuras enfermedades prevenibles .
Según la OMS, la salud es el completo bienestar biológico, psicológico y social. En este contexto es hora de dejar de lado las discusiones inútiles de izquierda o la perspectiva únicamente económica de la derecha. Entre más sanos estemos, mayor es nuestra capacidad productiva. Pensar en nuestra calidad de vida, es repensar nuestro pacto social, para enfocar nuestros esfuerzos en articular nuestras capacidades para garantizar el desarrollo integral de todos.
Es fundamental una alianza público privada para incentivar la cultura y el deporte, donde a partir de la autonomía de los gobiernos locales y la relación con el sector privado podamos ofrecer alternativas deportivas que mejoren nuestra salud física y mental y donde a partir de actividades culturales podamos fortalecer la convivencia social.
150 minutos de ejercicio aeróbico moderado o 75 minutos intensos por semana nos permite, no solamente aumentar nuestra expectativa de vida, sino también garantizan menos incapacidades y menos ausentismo, es decir, sencillamente es un ganar-ganar.
“Las viejas formas de trabajar están obsoletas”, dijo recientemente Nick Bangs, gerente de Unilever en Nueva Zelanda, veamos hacia delante, reinventemos el futuro a partir de un contrato social robusto, que ponga en el centro de las decisiones, su bienestar y el mío