Cambios y además pandemia
Candilejas candilejas.cultura@gmail.com | Viernes 11 diciembre, 2020
Análisis
No todo es obra de la pandemia. Ella cambió nuestra forma de vida, sin duda. Pero algunos de sus aspectos ocurrían ya antes del Covid-19.
Muchas personas jóvenes, especialmente entre los “millennials”, posponen por muchos años el casarse y formar una nueva familia, incluso tener hijos.
Contrario a la época en que la juventud anhelaba dejar la casa de sus padres para vivir su “libertad” en departamento propio, generalmente alquilado.
Las razones para el cambio son muchas y no siempre atribuibles a la pandemia. Asuntos tan importantes como trabajar para poder estudiar y adquirir deudas para financiar los estudios, deseos de adquirir un automóvil, una casa con sus enseres y pensar en hacerle frente al sostén de un hijo con sus múltiples necesidades, entre muchas otras cosas.
Existe el anhelo de alcanzar todo esto antes de formar familia.
Pareciera que la mayoría de los deseos por alcanzar son de tipo material.
Esto da como resultado que la juventud, en general, permanezca viviendo muchos años más que antes en la casa de sus padres. Especialmente si ésta es un lugar seguro. estable y acogedor.
La pandemia no solo reforzó esta tendencia, sino que, en muchos casos, volvió la familia extensa. Aquella en la que dos o tres generaciones conviven en una casa con el consiguiente ahorro de alquiler, luz, conexión a Internet, entre otros, para sobrellevar un poco mejor la crisis económica.
Shutterstock / La República
El reto consiste entonces en lograr que esto en vez de generar roces o fuertes choques a veces, sirva para conocernos mejor. En eso, como en el resto de situaciones de nuestras vidas, tendrá mucho que aportar la educación, sin duda. Y este es el gran reto.
Hoy la educación - al menos en América Latina - sufre una de sus más fuertes crisis. Ni educadores ni estudiantes estaban preparados para formarse a distancia, en línea, y muchos se vieron forzados al abandono de su proceso educativo por los graves problemas económicos.
Si en la casa no hay alimentos y no hay paz ¿cómo seguir estudiando?
La educación, entonces, clave para una vida productiva, próspera y en armonía, no puede jugar el gran papel protagónico que debería. No al menos en este momento.
Este cambio en la forma de vida y en la cultura no solo ocurre en Costa Rica sino en otros países del mundo en donde también se sufre el desempleo, el empleo de medio tiempo y en general todas las consecuencias de la crisis económica debida a la pandemia.
Shutterstock / La República
¿Habrá por ello un cambio en las prioridades? ¿Aspiraremos - después de las lecciones del Covid-19 - más a una vida en armonía con nosotros mismos y con los demás, como prioridad, dando a lo material una importancia no tan preponderante aunque si necesaria?
¿Habremos aprendido que la globalización incluye a las pandemias y que puede haber otras aunque no sepamos cuáles ni cuándo?
Quizás haya tantas respuestas a estas preguntas como gente dedicada a su estudio.
Sin embargo, aún en esta situación de reflexión y análisis del fenómeno mundial que vivimos, algunas cosas parecen estar claras: los países deben estar mejor preparados en su sistema de salud y en el educativo públicos.
También para gestionar adecuadamente el caos, para contar con un sistema productivo que contemple la posibilidad de una nueva pandemia.
En nuestro mundo, que está quizás a poco tiempo de colonizar Marte y la Luna, paradójicamente aún no hemos logrado vivir en la Tierra de un modo seguro, colaborativo, decente, sostenible y satisfactorio.