¿Cómo decidir por quién votar?
Alberto Salom Echeverría albertolsalom@gmail.com | Martes 11 enero, 2022
Primera entrega)
1.¿Qué pretendo?
Con estos artículos que escribo para la ciudadanía costarricense en este mes de enero de año electoral (2022), no pretendo resolverle a nadie la difícil decisión que pertenece al fuero interno de cada persona, consistente en a quién dar el voto el próximo seis de febrero. No es esa mi intención, puesto que no me creo poseedor de la verdad suprema. Dios me libre de tanta prepotencia. Más bien considero que cada ser humano debería sentirse libre de tomar sus propias decisiones, ojalá conforme a los intereses de las mayorías más desvalidas. Pero, como profesional en Ciencias Políticas y Políticas Públicas sí me siento corresponsable, junto a mis colegas de esta y otras profesiones de las ciencias sociales, o de cualquier otra disciplina competente, de entregar un método que ayude a mis conciudadanos a discernir cuáles son los problemas fundamentales que un mandatario democráticamente escogido, junto a su equipo de trabajo, debe abocarse a resolver en el próximo cuatrienio. Así, cada persona en el debate público, escuchando y estudiando, puede acercarse a tener una idea acerca de cuál equipo de trabajo tiene más capacidad para acometer la tarea. Asumo esta responsabilidad a riesgo de equivocarme. Los prevengo a todos ante mis eventuales errores metodológicos. Sin embargo, quiero arriesgarme porque deseo poner mis conocimientos como profesional al servicio de ustedes.
2.Algunas ideas que juzgo erróneas de las que debemos precavernos?
Primera. Nadie tiene en el debate público el don de la verdad, ni la última palabra. Por supuesto que me incluyo en ello. Es muy usual, especialmente en tiempos de campaña electoral, que aparezcan pontífices que se presentan como si tuvieran la llave de la solución de todos los problemas. Sugiero a la ciudadanía preocupada por el futuro del país resguardarse frente a esos falsos profetas. La política es lo menos parecido a un conjunto de recetas o dogmas que nos dictan cómo hacer las cosas. En la política hay ideas, las mejores son las que están basadas en experiencias de éxito, que sugieren o proponen un camino o una ruta, la cual no está libre de dificultades. Un ejemplo claro de dificultades no previstas es la pandemia del COVID-19. Cualquier persona que hubiese gobernado en el período 2018-2022, se habría encontrado con este tropiezo que no estaba en la agenda; como sabemos se convirtió en un valladar enorme para la acción de gobierno. Claro que, hay dificultades y riesgos que se pueden prever y el buen gobernante debe dejar un espacio para ello. Empero, hoy la ciencia asume que debido a la indeterminación o la incertidumbre en la sociedad democrática “…no sólo se tolera la división interna, sino que ésta es «constitutiva de la unidad misma de la sociedad». En efecto, producto de la competencia que en ella se da, para acceder a los mecanismos de ejercicio del poder político, [se] tornan visibles las divisiones propias de una sociedad que al ser democrática las acoge y no intenta eliminarlas. En este sentido podemos hablar de una institucionalización del conflicto –no sólo en el ámbito de la política sino en todas las esferas sociales– como una de las características centrales de este tipo de sociedad…” (Cfr. Gambarotta, Emiliano. “Entre la Incertidumbre y la Indeterminación. Para una Dialéctica de la Acción Política a partir de Merleau- Ponty, Horkheimer y Adorno.” Nómadas. Critical Journal of Social and Juridical Sciences, vol.29. num.1, enero-junio, 2011. Euro-Mediterranean University Institute, Roma, Italia.)
Segunda. Las encuestas en la política electoral no deberían decidir su voto. Su voto debe responder a los valores democráticos en los que usted cree. En ese sentido, cada persona escuchando con apertura las propuestas de los políticos, dialogando respetuosamente con sus grupos de contacto, debe tomar decisiones acordes con sus valores y preocupaciones. En Costa Rica, desde hace mucho tiempo se ha convertido en un “axioma”, o sea una verdad que no requiere demostración, la ya famosa consigna de “vote a ganar”. Son muchas las personas que, sin darse cuenta, creen “facilitarse” la decisión política sustituyendo su propia reflexión por una presunción de quién ganará la elección. Craso error. Como se ha demostrado tantas veces, la realidad social se ha hecho tan cambiante que, ni las encuestas con harta frecuencia atinan a anticipar un claro ganador. Además, aunque se lograra anticipar un ganador, ello no debería incidir en la decisión libre de cada persona acerca del equipo que debe comandar la acción de gobierno para los próximos cuatro años. En democracia tiene tanta importancia que la votación constate la fuerza de quien gane la elección, como la legitimidad de las minorías. Es una de las primordiales razones por las que existe la segunda ronda (o balotaje) en nuestro país; quien gane la elección debe obtener al menos el 40% de la votación. Pero, se busca que las minorías no quedan de esa manera sin representación. La elección presidencial no es igual a la apuesta que alguien hace en una carrera de caballos. Posee bastante más importancia que eso; se trata del destino de nuestro país.
Tercera. Es muy común encontrar en las personas que presentan su candidatura a la presidencia de La República, expresiones y “promesas” que están reñidas con la práctica en su vida pública y privada. Deseo enseguida, en conexión con lo anterior plantear un tema ético que es de vital importancia. No me voy a referir a un cambio de postura que haya sido oportunamente planteado; todos tenemos derecho a cambiar de opinión. Se trata aquí de que todas las personas que buscamos decidir nuestro voto, merecemos que se nos hable con “sinceridad”, en lugar de que alguien intente engañarnos. Las personas que postulan su candidatura es porque buscan ejercer un liderazgo que les permita asumir un compromiso serio con la ciudadanía. Sin embargo, debo advertir que no escapa a mi entender que, todo discurso político entraña una lucha por el poder. Como dice la politóloga María de los Ángeles Yannuzzi, “El más encendido discurso ético puede esconder una inconfesable apetencia de poder […] si no se comprende esto y si no se entiende que ello (valga decir, el debate político) forma parte del juego del poder, se puede ser fácilmente objeto de la manipulación.” (Cfr. Yannuzzi, María de los Ángeles. “Ética y Política en la Sociedad Democrática”. Versión impresa de la Revista ISSN 1870 3579. Confines de relaciones internacionales y ciencia política vol.1 no.1 Monterrey ene./jun. 2005) Además, el tema se torna más complejo, cuando nos percatamos que el discurso atañe a cada candidato frente a sí mismo, pero también respecto del grupo que le acompaña en la candidatura presidencial, como son los candidatos a la vicepresidencia o a las diputaciones. De ahí que, con frecuencia no hay un solo discurso al interior de una misma agrupación política, sino que hay o puede haber muchos discursos. No obstante, es posible reconocer a los otros como semejantes que, aun cuando posean una perspectiva distinta a la mía, no puedo tachar de falsa al no haber en una auténtica democracia, una verdad última en la cual nos apoyemos para resolver el conflicto. Por eso es por lo que puedo optar en favor de un candidato buscando una identidad, aunque esta no sea simétrica con mi manera de pensar.
Cuarta. Aconsejo no dar por bueno todo lo que se publica en redes sociales. Las redes sociales en todas partes se han convertido en un receptáculo de “Fake News” o Noticias Falsas. Es posible que conforme se acerque el día de las elecciones arrecien las “Noticias Falsas”. Existen “empresas” dedicadas a inventarlas y sobre todo a difundirlas con el ánimo de perjudicar a uno o varios de los candidatos y beneficiar a algún otro. Es importante como método, comentar la información de redes sociales con amigos o con personas profesionales que estén bien empapadas de la situación electoral, con el objeto de cuestionar especialmente aquello que se presente como una novedad. La calumnia y la injuria es una práctica muy usada en campañas electorales. Es muy fácil difundirlas, pero reparar el daño es costoso. Extraemos la siguiente información de un sitio de la UCR: “…las noticias falsas o inexactas no se limitan únicamente a la desinformación, sino que muchas veces puede afectar de manera directa la salud y la vida de las personas, así como el espacio político. -Y agrega- Un escenario ideal para la producción de estas noticias son las campañas electorales, en las cuales la saturación de información se convierte en un factor que colabora con la creación de imaginarios colectivos falsos acerca de un tema.” (Cfr. Universidad de Costa Rica. “Noticias falsas se cuelan en su vida diaria”. 16 de mayo, 2017. Suplemento de Ciencia y Tecnología C+T de la Oficina de Divulgación e Información de la Universidad de Costa Rica) En este espacio se hace constar que el décimo informe del Estado de La Nación mostró datos relevantes acerca del consumo de contenidos informativos digitales en Costa Rica. Veamos algunos de estos datos. Personas encuestadas indicaron consumir contenido informativo a través de internet en los siguientes porcentajes: 70% de los jóvenes y adultos jóvenes entre las siguientes edades: de los 15 a los 42 años; 46% de las personas encuestadas entre los 42 y 56 años; 25.5% entre los 56 y 70 años. Se presume que estos datos van en aumento y algunos medios que se consultan poseen una alta credibilidad por parte de las personas que acceden a ellos. La investigadora Margarita Salas Guzmán señaló algo que es espeluznante, la cito: “La gente ya no revisa, lee el titular y la bajada y ya se hacen a la idea. En esta era -agrega Salas- la gente usa mucho lo que llamamos ´clickbait´; es decir, yo lo que quiero es que le de click a la noticia y pongo un titular tan sensacionalista que no importa, en el cuerpo pongo más información para salvaguardarme de cualquier denuncia.” “Lo que sucede con las noticias falsas -dice después Salas- es que las personas las consumen, las creen y en adelante manejan al mundo como si fuera así.” Este es exactamente el peligro que corremos consumiendo noticias falsas. Finalmente, diré sobre este aspecto que, en un foro realizado a inicios del 2017 en el Colegio de Periodistas, la comunicadora Any Pérez recomendó revisar varios aspectos al leer una noticia divulgada en redes sociales. En primer lugar, revisar el nombre de la página que la compartió: ¿Es conocida? ¿Es confiable? ¿Quién es el director de este medio de comunicación? -Y enseguida concluyó diciendo: de ser una fuente confiable, debe facilitar la información de contacto como el correo electrónico o el número de teléfono. (Cfr, Ibid.)
En la próxima entrega intentaré presentar algunos de los temas álgidos que a mi modo de ver constituyen una base importante de la cual partir para tomar decisiones afines con la manera de pensar de cada persona. (Nos veremos, espero, en la próxima entrega el martes 18 de enero).