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Cómo los marroquíes se convirtieron en la principal fuerza laboral inmigrante en España (y cómo se compara con la de otros países)

Paula Rosas - BBC News Mundo | Viernes 18 julio, 2025


Un grupo de mujeres marroquíes celebra la cualificación de Marruecos para el mundial de Qatar en 2022.
Ramon Costa/SOPA Images/LightRocket via Getty Images
Más de un millón de marroquíes viven en España, como estas mujeres que celebraban el pase de la selección de Marruecos al mundial de Qatar de 2022 en las calles de El Vendrell, en Cataluña.

Solo los separan 14 kilómetros.

En los días despejados, que en el sur de España son la gran mayoría, es fácil divisar desde las playas de Algeciras el magnífico Jebel Musa, el monte que anuncia la costa de Marruecos al otro lado del Mediterráneo.

El Jebel Musa, en África, y el Peñón de Gibraltar, en Europa, fueron para los antiguos griegos las dos Columnas de Hércules, la puerta que determinaba el fin del mundo conocido.

El estrecho marca hoy, sin embargo, una de las grandes fronteras desiguales del mundo, pero también -y como consecuencia de ello- un puente migratorio cada vez más asentado y estable.

Cruzar el estrecho de Gibraltar es algo que ya han hecho más de un millón de marroquíes, que son desde hace años la nacionalidad inmigrante más numerosa en España, y ahora también la mayor fuerza laboral de origen extranjero en el país.

España ha pasado en apenas tres décadas de ser un lugar del que muchos partían para encontrar mejores oportunidades laborales a convertirse en un importante destino de flujos migratorios internacionales.

Lejos quedan "El emigrante", la copla del cantaor Juanito Valderrama, o las peripecias de José Sacristán y Alfredo Landa en la película "Vente a Alemania, Pepe". España es cada vez un país más diverso, con las oportunidades y los retos que conlleva.

La economía española está en expansión, lo muestran el crecimiento de su Producto Interior Bruto (PIB), que se ha convertido en la envidia de sus vecinos europeos, y las cifras de la inmigración, que se ha triplicado en los últimos 20 años.

Hoy, una de cada cinco personas que viven en España ha nacido ya fuera del país.

"El progreso y la buena situación económica de España debe mucho a la aportación de la migración que ha venido a desarrollar en España su proyecto de vida", ha reconocido el presidente del gobierno, Pedro Sánchez.

Casi 9,5 millones de residentes en España nacieron lejos de sus fronteras. Cada vez más vienen de Colombia, de Venezuela, Ecuador u otros países de Latinoamérica, que suponen el 47% del total.

Pero si se desglosa por nacionalidad, los marroquíes, con 1.092.892, son los más numerosos, y han desbancado en el número de afiliaciones a la Seguridad Social a los rumanos, que desde hace décadas era el colectivo con mayor número de registrados extranjeros.

Los marroquíes trabajan desproporcionadamente en la agricultura, la construcción y la hostelería. Algunos llevan décadas, otros llegaron hace poco.

Una segunda generación se enfrenta ahora al reto de los que nacen entre dos culturas. Y el colectivo se ha convertido en objetivo del discurso xenófobo de grupos de ultraderecha, que asocian inmigración con delincuencia, pese a que los datos lo desmienten.

Los sucesos de Torre Pacheco, donde el fin de semana grupos organizados de ultraderecha organizaron "cacerías" —como ellos mismos definieron— de migrantes norteafricanos y se enfrentaron a grupos de jóvenes marroquíes, ha puesto en alerta a toda la comunidad.

Jóvenes enmascarados y armados con palos en Torre Pacheco.
Olmo Blanco/Getty Images
Las persecuciones xenófobas de Torre Pacheco son las más graves de las últimas décadas.

A junio de 2025 había 363.337 marroquíes cotizando en la Seguridad Social, seguidos por los rumanos (344.905), colombianos (243.863), italianos (212.416) y venezolanos (196.361).

Los extranjeros suponen ya en España el 14,1% del total de cotizantes, según cifras de la Seguridad Social.

¿Cómo es posible que, si casi la mitad de todos los residentes en España nacidos en el extranjero son latinoamericanos, estos países estén por detrás de Marruecos en la lista de afiliaciones?

La explicación se debe, en parte, al sistema de naturalización español, que privilegia a los latinoamericanos.

No es solo que la mayoría no necesita visado, sino que a los dos años de residencia regular pueden acceder a la naturalización.

Para los demás, incluidos los marroquíes, este periodo es mucho más extenso, y se les pide llevar 10 años de residencia en España para poder iniciar los trámites de naturalización, que también son largos.

"Es una diferencia abismal y un privilegio muy grande, lo que lo convierte en algo muy tentador", señala el investigador Sebastian Rinken, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

Muchos de esos inmigrantes latinoamericanos logran hacerse españoles en apenas dos años, por lo que ya no aparecen en las estadísticas como trabajadores extranjeros.

Picos de inmigración

España ha tenido en su historia reciente dos grandes picos de inmigración.

El primero se inició a finales de la década de los 90 hasta 2008, cuando la crisis financiera global puso fin a la burbuja inmobiliaria en el país que había sido un gran imán de empleo extranjero.

En esa década, la población inmigrante pasó de 1,2 millones a unos 6 millones.

Desde la pandemia y, especialmente, en los últimos tres años, en los que han llegado más de dos millones de personas, los flujos de inmigración a España han vuelto a acelerarse, en gran parte a través del canal del asilo, por el que han llegado, por ejemplo, muchos venezolanos.

Y, pese a los discursos extremistas, esos inmigrantes vienen a trabajar.

De los 5,2 millones de personas que se incorporaron al mercado laboral español entre 2002 y 2024, un 75% tenían nacionalidad doble o extranjera, tal y como refleja el estudio "La realidad migratoria española y su gestión: hechos y percepciones" de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea), del que Rinken es uno de los autores.

Los marroquíes, como el resto de magrebíes —argelinos, tunecinos, mauritanos y libios, los habitantes de esa región histórica del noroeste de África— han sido sin embargo, migrantes económicos; llegan a España buscando oportunidades de trabajo y un futuro mejor.

Las cifras macroeconómicas explican el porqué: en 2024, el PIB de Marruecos fue de US$154.451 millones, mientras que el de España de US$1.722.746, más de 11 veces mayor.

"Es una emigración económica en el caso de las personas recién llegadas, pero también hay reagrupación familiar, ya que cuando llevan un tiempo en España pueden traer a sus familias", explica a BBC Mundo Ahmed Khalifa, presidente de la Asociación Marroquí para la Integración de Inmigrantes, que tiene sede en Málaga.

Una mujer camina por Torre Pacheco delante de una terraza.
EPA/Shutterstock
En los últimos años han venido muchas más mujeres de Marruecos a España.

Esas redes familiares se han ido consolidando en los últimos años, gracias a que las últimas reformas de la Ley de Extranjería —la más reciente entró en vigor en mayo de 2025—, han flexibilizado los requisitos para acceder a la reagrupación familiar.

Como explica el experto en inmigración Sebastina Rinken, "los marroquíes inicialmente tenían dificultades para acceder a la nacional española, pero eso ya ha cambiado".

"Desde hace unos años ya, la proporción de naturalizados de procedencia marroquí ha aumentado. Y un español tiene, lógicamente, más facilidades para atraer a su familia".

Agricultura, hostelería y construcción

Los sectores en los que trabajan dependen de la comunidad autónoma en la que residan, pero son principalmente la agricultura —la gran puerta de entrada al mercado laboral para muchos marroquíes—, la hostelería y la construcción.

Mientras que en los 90 y los primeros años de este siglo la gran mayoría de marroquíes que llegaban a España eran hombres, cada vez hay más mujeres.

Su número se aproxima ya al de sus congéneres masculinos, señala Kalifa, quien explica que la mayor parte de ellas se emplea en el servicio doméstico.

Se trata fundamentalmente de sectores no cualificados, que están peor remunerados.

El colectivo marroquí "no destaca por niveles educativos especialmente elevados" en comparación con otras nacionalidades, "aunque muchas veces es sorprendente cuántos inmigrantes tienen una mejor educación de lo que haría sospechar su situación laboral", señala Rinken.

La sobrecualificación, recuerda, no solo afecta a los inmigrantes. España es el país de Europa donde hay más trabajadores con una formación mucho mayor que la que necesitan para los trabajos que desempeñan.

La propia Ley de Extranjería, agrega Khalifa, promueve esto, "porque ofrece a los inmigrantes trabajos de difícil cobertura. Los trabajos que los españoles no quieren, los más duros, pues ahí están los inmigrantes".

Un trabajador en un invernadero.
Pablo Miranzo/Anadolu via Getty Images
La agricultura es el principal sector de empleo para los marroquíes en España.

Pero hay otro motivo que explica que los marroquíes tengan más dificultades para emplearse en otros sectores: el llamado techo de cristal, la metáfora que describe las barreras invisibles que impiden a las minorías desarrollarse y alcanzar posiciones de liderazgo.

"Ese techo de cristal existe y lo vemos de forma exagerada todos los días", reconoce Ahmed Khalifa.

Según este licenciado de la universidad de Málaga, es algo que padecen incluso desde la asociación.

"Aunque tenemos excelentes resultados" en cuanto al apoyo y asesoramiento ofrecido "nos dicen que somos una asociación de inmigrantes y ahí nos tenemos que quedar", explica, lo que no les permite evolucionar hacia algo mayor.

Es algo que se ve "en las empresas, en el acceso a los recursos y desgraciadamente se basa muchas veces en el color de piel o el nombre", denuncia Khalifa.

Pero el problema de la segmentación étnica del mercado laboral no concierne solo a los marroquíes, sino que es algo más general, añade Rinken.

Un pacto desigual

"Me temo que es parte de lo que la sociedad española pudo percibir como un trato. Por una parte se mostró muy abierta a la migración porque entendió que contribuye a crecer, a ser un país más rico, más próspero, pero todo esto a cambio de realizar los trabajos que ellos no querían", señala el politólogo del CSIC.

Aunque esto no es algo "que se haya inventado España y existe en muchas otras sociedades", aclara el investigador, "aquí muchos se han quedado con la idea de que cada uno tiene su sitio en la estructura de oportunidades".

Y el de los inmigrantes, especialmente los marroquíes, está en los trabajos más duros y menos deseables del mercado laboral.

"¿Quién está trabajando ahora en verano en el campo? La absoluta mayoría son inmigrantes. ¿Quién trabajó en el campo en la pandemia? Solo los inmigrantes. ¿Quién está en la construcción? La mayoría son inmigrantes. Todos los trabajos más duros. Por eso se relaciona también a los migrantes solo con estos empleos", apunta Ahmed Khalifa.

La terraza de un bar y dos camareros.
Angel Garcia/Bloomberg via Getty Images
La hostelería es otro de los sectores donde trabajan más marroquíes.

Sebastian Rinken considera que con los marroquíes esta idea tiene, además, motivos históricos.

"España y Marruecos son los vecinos incómodos. Cada país suele tener un país vecino en el que, por motivos históricos, encuentra su enemigo cercano. Enemistades que pueden estar superadas a nivel institucional, pero quizá no tanto anímicamente y culturalmente entre poblaciones", apunta el investigador de migraciones.

Historia compartida

España y Marruecos tienen una larga historia compartida, no siempre fácil.

En ella se mezclan historia medieval, con las invasiones bereberes y árabes de la península ibérica de los siglos VIII al XV; historia colonial (España ejerció un protectorado sobre el norte de lo que hoy es Marruecos entre 1912 y 1956), además de disputas territoriales (periódicamente surgen grupos en Marruecos que reivindican la soberanía de las ciudades españolas de Ceuta y Melilla, que se encuentran en el norte de África).

A esto se suma el conflicto del Sáhara Occidental —el territorio que España colonizó hasta 1975 y Marruecos se anexionó, pese a que la ONU había prometido un referéndum de autodeterminación—, que ha sido tradicionalmente objeto de tensiones políticas.

La inmigración irregular es otro motivo de disputas, con la impresión extendida en España de que Marruecos abre las fronteras cuando busca presionar a su vecino europeo por algún motivo.

A pesar de que las relaciones entre España y Marruecos son complejas, también son estrechas, con una amplia cooperación comercial y altibajos políticos.

"Chivo expiatorio"

Sea por ese peso histórico o por otros motivos, "los marroquíes son el colectivo peor valorado por los españoles" cuando se hacen encuestas sobre las percepciones sobre la inmigración, asegura Rinken.

Esto es perceptible, por ejemplo, a la hora de intentar alquilar una vivienda.

La asociación que preside Ahmed Khalifa pudo comprobarlo empíricamente. Un estudio llevado a cabo por investigadores de la asociación, del que por el momento solo hay resultados preliminares, vio cómo la respuesta ante quien buscaba alquilar una vivienda era muy distinta si el interesado era español o marroquí.

El marroquí no solo se encontraba con muchísimas más negativas, "sino que el trato era muy diferente, es muy, muy alarmante", lamenta Khalifa.

Esto es duro para un colectivo que supera el millón de personas, "pero ellos son conscientes de que tienen todas las papeletas de convertirse en chivo expiatorio", señala el investigador.

Un grupo de ultraderechistas con pancartas antiinmigrantes en Alcalá de Henares.
Olmo Blanco/Getty Images
El discurso antiinmigración de grupos de ultraderecha y partidos como Vox está calando en la sociedad, según Ahmed Khalifa.

Es lo que ha sucedido en Torre Pacheco, o lo que ocurrió en el municipio almeriense de El Ejido hace 25 años, los peores disturbios xenófobos de las últimas décadas.

La brutal agresión a un vecino de Torre Pacheco cuyo principal sospechoso, ya detenido, es un joven marroquí —mientras otros dos lo grababan en el móvil para subirlo a las redes sociales— sirvió de detonante para que grupos de ultraderecha llamaran a castigar a todo el colectivo.

La imagen del hombre tras la golpiza generó una gran conmoción.

Los presuntos agresores no serían siquiera de Torre Pacheco, donde un tercio de los habitantes son magrebíes, en su mayoría marroquíes, y donde muchos llevan décadas viviendo en absoluta cordialidad.

Pero esta convivencia, denuncian los entrevistados, se está viendo alterada por el discurso "xenófobo y nativista que ciertos grupos y partidos están tratando de normalizar en España".

"Ese discurso está calando muchísimo, y se ve en la calle, en los comentarios de las redes sociales, se vive, se nota. Desgraciadamente, la ultraderecha ha ganado terreno a la convivencia y hay mucho sufrimiento por parte de las personas inmigrantes", reconoce Ahmed Khalifa.

Y este discurso lo sufren también las segundas generaciones, los hijos de esos inmigrantes marroquíes que nacieron en España y, pese a contar con oportunidades diferentes a las de sus padres, a menudo se topan con el mismo techo de cristal.

Cuando son pequeños no lo notan, se sienten iguales a los demás, asegura el presidente de la asociación marroquí. "Pero cuando llegan a cierta edad ven cómo les llaman o tratan de forma diferente, y ahí empiezan los problemas. Pero el problema no está en los niños, sino en cómo lo trata la sociedad", defiende Khalifa.

Apenas cuentan con referentes en puestos de responsabilidad o liderazgo, en la política o en los medios de comunicación.

Para Nabil Moreno, el presidente de la comunidad musulmana en Torre Pacheco, en una entrevista con BBC Mundo también apuntaba a esa segunda generación, de la cual, algunos miembros, se habrían vuelto "conflictivos".

Muchos son "ninis", vocablo que en España se utiliza para designar a jóvenes que ni trabajan ni estudian.

"Están 24 horas en la calle, así que, normalmente, están buscando conflictos. Sienten el racismo, les dicen que se vayan a su país pero cuando van de vacaciones a Marruecos los tratan como inmigrantes y muchos no hablan árabe. Son jóvenes que están muy enfadados, son muy rebeldes, es muy difícil calmarles, porque el odio que tienen dentro no es de ahora, viene de muchos años", señalaba Moreno.

Lamine Yamal.
EPA-EFE/REX/Shutterstock
El futbolista Lamine Yamal es uno de los pocos referentes de éxito que tienen muchos jóvenes marroquíes en España.

Uno de los pocos ha sido el futbolista Lamine Yamal, joven estrella de la selección española de fútbol y del FC Barcelona.

En cualquier paseo por las plazoletas de muchos pueblos y ciudades de España se podía ver a niños —españoles e inmigrantes— jugando al fútbol con su camiseta.

Pero con este ejemplo también se ve, según Ahmed Khalifa, la doble moral de la sociedad: "Cuando mete goles es español y cuando los falla es el moro, esto es algo que se refleja de manera exagerada en los campos de fútbol, y esto es lo que les pasa a los jóvenes inmigrantes en general".

La primera generación de marroquíes lo tiene generalmente más difícil por el idioma y porque tiene que abrirse paso. Sus hijos nacidos o criados en España, deberían poder abrirse paso.

"Por eso las segundas generaciones son la prueba del algodón", añade Sebastian Rinken."Y aún está por ver cómo evoluciona este partido".

Gráfico por Caroline Souza, Equipo de Periodismo Visual de BBC Mundo

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