Con Juan Soto no valen los romanticismos

Un minuto después de que los Dodgers de Los Ángeles ganaron la Serie Mundial y dejaron tendidos a su acérrimo rival, Yankees de Nueva York, el pelotero dominicano Juan Soto de los Bombarderos del Bronx, no dudó medio segundo en manifestarse como un mercenario.

Periodista deportivo viejo del barrio que soy, entiendo que el béisbol de las Grandes Ligas, como otros deportes es un negocio y se cuentan con los dedos de una mano, quienes juegan por amor al uniforme o lealtad a un club.

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Pero soy romántico por naturaleza y por eso admiro a beisbolistas como Pete Rose (Rojos), Carl Ripken Jr. (Orioles), Derek Jeter (Yankees), ya retirados y a José Ramírez de los Guardianes de Cleveland, uno de los mejores beisbolistas de los últimos cinco años, aún activo, que pudiendo convertirse en multimillonario por sus números fichando por otro club, prefirió quedarse en Cleveland y ser cabeza de ratón y no cola de león.

Admiro a los beisbolistas que jugaron para un solo equipo y detesto a los mercenarios, interesados únicamente en la paga.

Regresando con Soto, rechazó en el vestuario de los Yankees, las súplicas de sus compañeros Aaron Judge y Giancarlo Stanton para que fichara con los Mulos de Manhattan.

El jonronero dominicano fue contundente: “a partir de este momento soy agente libre, escucharé ofertas y me uniformaré con el mejor postor”.

En un mercado loco, de propietarios de clubes multimillonarios y fanáticos, a Juan Soto le empezaron a llover ofertas de las franquicias más poderosas económicamente hablando: Mets, Yankees, Boston, Filis, Toronto, Cachorros y Dodgers.

El jardinero derecho de 26 años, campeón mundial con los Nacionales de Washington en el 2021, pide el contrato más grande de la historia de las Grandes Ligas: $700 millones por doce temporadas, más o menos $58 millones por campaña, superando lo que recibe la superestrella japonesa de los Dodgers, Shohei Ohtani que firmó un contrato con los Dodgers de $700 millones por diez temporadas pero diferido. La gran tajada la recibirá el japonés cuando termine su contrato con los angelinos en 2034. Desde ese año hasta el 2043, el beisbolista recibirá $68 millones por campaña.

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Cuando leo estas locuras, me pregunto.

¿Qué haría Juan Soto de aquí a febrero, si los dueños de esos equipos millonarios se ponen de acuerdo para no pagarle el capricho que pide? Contra las cuerdas: ¿no tendría que bajar su oferta?

gpandolfo@larepublica.net