Consumidores inteligentes son pesimistas
Carolina Acuña cacuna@larepublica.net | Lunes 02 septiembre, 2013
Final de año y “esperanza” preelectoral generarían optimismo
Consumidores inteligentes son pesimistas
Cautela predomina cuando hay poco crecimiento
Los consumidores están hoy en la época más pesimista desde la crisis de 2009. No importa la edad, el género, el ingreso familiar o el nivel educativo, todos piensan que la economía está mal, y no tienen esperanza de que mejore.
Pero no crea que el pesimismo refleja solo un sentimiento, esto es más bien una consecuencia del deterioro de la economía, donde el Banco Central tuvo que bajar un 25% sus pronósticos de crecimiento, la inflación está en el límite superior de la meta, el desempleo se ha estancado cerca de un 10% y las restricciones crediticias acompañaron la primera mitad del año.
“La gente al ver desde el punto de vista económico el ambiente político, social e institucional en el que está, no puede ser positivo”, dijo Johnny Madrigal, investigador de la UCR.
Pero ser pesimista no es del todo malo. Reconocer, como consumidor, que no es buen momento para comprar carro, endeudarse con tarjetas y que hay que cuidar el trabajo es hasta cierto punto inteligente.
Si los consumidores piensan que no tendrán mayor poder adquisitivo en los próximos 12 meses (como lo piensa el 50% de los encuestados) no es lógico que empiecen a gastar sin pensar en el futuro.
Sus expectativas sobre que las tasas de interés pueden subir son también acertadas, en lo que va del año la Tasa Básica Pasiva ha bajado y el espacio para que baje o se mantenga es poco; lo más probable es que suba, la duda es cuándo.
Además, el pesimismo no será eterno. La temporada navideña, con aguinaldos y vacaciones, sumada a la “esperanza” que genera un cambio de gobierno, puede llegar a generar optimismo en los consumidores, por lo que los comerciantes tampoco deben asustarse mucho.
“Esta no es la primera vez que sucede una situación de este tipo, y porque el consumidor esté pesimista no implica que se van a cerrar fábricas o comercio. No son niveles tan pronunciados de pesimismo,” concluye Madrigal.
Carolina Acuña
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