Costa Rica necesita urgentemente un Ecosistema de Apoyo al Emprendimiento
Kirk Salazar kesala13@hotmail.com | Miércoles 17 noviembre, 2021
Debido a la situación económica actual, agravada por la crisis sanitaria del Covid-19, Costa Rica se encuentra en una emergencia no declarada, y a pesar de la recuperación que se ha dado en el presente año -que cabe destacar, algunos la clasifican de efecto rebote- aún existe gran cantidad de problemas estructurales en la economía costarricense, entre los cuales figuran la alta informalidad, (hay actualmente 862 mil personas trabajando bajo la informalidad en el país) el difícil acceso al conocimiento técnico y a la financiación, problemas que manifiestan síntomas como la mortalidad empresarial, la falta de competitividad y el desempleo tanto en general como juvenil con las consecuencias que cada uno de esos síntomas traen para la sociedad y los individuos que la conforman.
Profundizando en los previamente mencionados problemas estructurales, podemos ver cómo cada uno de los mismos contribuye a la ya conocida y lamentable estadística del Valle de la Muerte, que apunta a un 80% de cierres de operaciones en Pymes después de los primeros 3 años; por ejemplo, se sabe que un 55% de las empresas en América Latina cierran sus operaciones debido a la falta de acceso al capital humano, conocimiento y/o capacitación necesarios para promocionar sus bienes y servicios en el mercado, desarrollar estructuras empresariales como el mismísimo gobierno corporativo y optimizar procesos productivos que permitan reducir los costos para caminar hacia la rentabilidad.
Por su parte, las altas tasas de informalidad en los distintos sectores -causadas por la lenta y difícil burocracia junto a los excesivos impuestos y cargas sociales- llevan por un lado a que los emprendimientos se vean privados del acceso a oportunidades como contratos de gobierno, exenciones fiscales sobre alquileres, tarifas favorables para permisos o validaciones, y a los importantes servicios de entidades como PROCOMER o Correos de Costa Rica que podrían llevar a los emprendimientos al siguiente nivel en términos productivos y contables. Esto desde el punto de vista del Estado genera ineficiencias y causa pérdidas a Hacienda y a la CCSS por el costo monetario y de oportunidad de no tener a esos emprendimientos en regla, lo cual contribuye al mismo círculo vicioso de los problemas estructurales.
Ahora, por el lado del financiamiento, existe una gran cantidad de recursos en el Sistema de Banca de Desarrollo que no se aprovechan de la mejor forma, más concretamente, de los cerca de $430 millones de dólares con los que cuenta uno de los fondos del sistema, solo $9 millones se utilizan en capital semilla para emprendimientos cuyas necesidades y modelos de desarrollo requieren de inversión y no de préstamos o deuda, y con respecto al dinero que se otorga en créditos, este se concentra actualmente -y lo ha hecho históricamente- en la GAM, dejando así en desventaja a zonas rurales y costeras del país. Esto representa un problema en el contexto actual debido a que las recesiones económicas suelen requerir de créditos e inversión para así iniciar el camino de la recuperación, y en general porque independientemente de la situación a nivel macroeconómico, el capital semilla, de riesgo o el financiamiento a través de créditos hacen la diferencia para muchas empresas.
A pesar de todo, es posible solucionar los defectos estructurales de la economía costarricense a través de un ecosistema de apoyo al emprendimiento, que por medio de recortes, simplificaciones y centralizaciones a la burocracia requerida para registrar una empresa y obtener el sello Pyme y que dichas empresas puedan acceder a los distintos beneficios del sello. Se puede asegurar el acceso al conocimiento técnico por medio de programas en CTP y asociaciones profesionales, así como a través del uso de horas del Trabajo Comunal Universitario dedicadas a colaborar con emprendimientos y capacitarlos. Por último, ha tomado fuerza la propuesta de relajar los requisitos para operar capital semilla del SBD o bien desplegar el mismo en mayor medida a través de los operadores actuales, buscando además trabajar a nivel cantonal para contribuir a la colocación de créditos y capital en zonas rurales y costeras (y en especial en industrias típicas de las mismas) que históricamente no han obtenido el mismo acceso a que la GAM.
Sin embargo, para lograr los objetivos anteriores y que las mencionadas políticas funcionen, es necesario que entidades como el Ministerio de Economía, Industria y Comercio (MEIC) valoren la gestión realizada hasta el momento, definan que ha funcionado y que no, pero sobre todo, se enfoquen en promover una cultura real de emprendimiento, dado que toda gran empresa inició por un sueño que encontró el entorno para desarrollarse y crecer. En el pasado hemos logrado desarrollar acciones valiosas que nos permitieron al país estar en la posición número 34 en el ranking de competitividad y en posiciones de liderazgo en innovación en América Latina. Para esto, es necesario que el MEIC y sus órganos sean liderados por profesionales con experiencia emprendiendo y con conocimiento de las dificultades de las Pymes en Costa Rica, pues es simplemente natural que un ecosistema de apoyo al emprendimiento sea creado por emprendedores para emprendedores..
Repasando los problemas y sus síntomas señalados al inicio de este artículo, y observando las estadísticas actuales, es necesario que desde la política nacional se trabaje en un ecosistema de apoyo al emprendimiento que contribuya a solucionar los problemas estructurales que afectan a nuestra economía, capacitando, financiando y principalmente dejando trabajar a aquellos costarricenses que buscan proveer algo de valor al prójimo por medio de sus bienes y servicios, mejorando nuestro nivel de vida y aumentando la competitividad, los ingresos fiscales, reduciendo el desempleo y finalmente reactivando una economía cada vez más golpeada por los experimentos (y paradójicamente, inexperiencia) de gobiernos anteriores.