Crash Bandicoot: cuando el fallar es adictivo
Pablo Vargas | Lunes 24 julio, 2017
PraisetheSun. La célebre frase que los seguidores de 'DarkSouls' han adoptado a lo largo de los años para reflejar su pasión, empeño y perseverancia casi religiosa hacia la saga, puede acuñarse perfectamente a la experiencia que ha sido regresar, después de más de 20 años de ausencia, a la saga de Crash Bandicoot. Cada uno de los desafíos mentales, físicos y emocionales que refleja, ese bucle incesante de frustraciones que supone el morir constantemente, antes de completar la travesía creada por Hidetaka Miyazaki, es una analogía que calza a la medida con el retorno del buque estrella de PlayStation en 'Crash Bandicoot N' Sane Trilogy'.
Si algo es garantía en la trilogía remasterizada de VicariousVisions, es la cercana relación que tendremos con la muerte y los vanos intentos de nuestra mente por no perder el juicio cada vez que el entrañable marsupial de color rojizo perezca en nuestras manos. Situaciones que hacen ver a 'Mil maneras de morir' como verdaderos amateurs serán la nota constante en esta insana trilogía: aplastados por una enorme roca que rinde homenaje a la corrida legendaria al Dr. Jones en 'Los Cazadores del Arca Perdida', perecer ahogados en las turbias aguas de un río plagado de pirañas, ser calcinados por las abrasadoras llamaradas de una antorcha movediza, devorados por una planta carnívora al mejor estilo de las 'Crónicas de Hellstrom' o simplemente al saltarnos todas las leyes de la física y calcular mal la trayectoria de salto de nuestro peculiar personaje.
Sin excusas o excepciones, 'Crash Bandicoot N' Sane Trilogy' toma nuestros mejores intentos y los convierte en una oda a las excepcionales frustraciones que residen en cada ser humano, dejándolas salir indiscriminadamente cuando las miles de pantallas de 'GameOver' aparecen en nuestra aventura por el mundo de las Islas Wumpa. Si una cámara fuese capaz de grabar todas las pequeñas emociones que se reflejan en la travesía de Crash por derrotar al Dr. Cortex, cientos de especialistas conductuales tendrían material para años de estudios sobre la forma que cada ser humano reacciona a la frustración y negativa de recriminación, bajo el supuesto de que "no es su culpa", sino del juego, el tener que quedarse hasta las 2 de la madrugada intentando -sin éxito-, superar un solo nivel. Y aun así, volver a intentarlo una y otra vez.
Porque lejos de la creencia popular, no son infantes en desarrollo los que cargan con ese cóctel de experiencias adictivas que es Crash Bandicoot. Son hombres y mujeres, con trabajos, responsabilidades y vidas estables que superan la barrera de los 30's, quienes han colmado las redes sociales para reflejar todas sus frustraciones sobre un "simple juego" que recuerdan haber completado -casi a ojos cerrados-, en sus años de juventud, pero ahora en su etapa adulta es una proeza casi imposible de alcanzar. La auto-culpa de no tomarse las cosas con calma, el miedo de quedar con sólo una vida de 39 que has perdido en el mismo nivel, la ansiedad por no fallar ese salto milimétrico en el último segundo y el placer, esa indescriptible sensación de satisfacción y placer de haber llegado a la meta... para darte cuenta que has olvidado la caja número 30 de 31, es algo hace a Crash Bandicoot una experiencia frustrante, adictiva y divertida en partes iguales.
Sin mediar cuantas veces fallemos. Lo intentaremos de nuevo. Una y otra vez hasta llegar a la meta. Con cada intento fallido, aprenderemos. Rezaremos a Aku Aku -esa extraña deidad que cuida los pasos de nuestro entrañable marsupial-, y pediremos su benevolencia antes de intentarlo una vez más. Sin pesar los días, horas, semanas o meses invertidos en ello. Regresaremos de nuevo. Hasta completarlo. Y es justo en ello, que reside precisamente el mayor mérito de Crash Bandicoot. Más allá de su increíble apartado gráfico que enamora a la vista, su pegajosa banda sonora que no podremos sacar de nuestra cabeza al terminar cada partida o los hilarantes personajes cargados de nostalgia; su principal baza se encuentra en el reto de dar lo mejor de nosotros y conectarnos con esa edad de oro que es la infancia. La posibilidad de regresar nuevamente a ese niño(a) que pasaba cientos de horas y no alejaba el control de sus manos hasta recoger todos los coleccionables y lograr superar una vez más su mejor tiempo.
Y eso es lo que nos ha enamorado del juego. De la misma forma en que su trilogía original logró labrarse a finales de los 90's su lugar en el Olimpo de la industria de los videojuegos, la obra de VicariousVisions se consagra con méritos propios en uno de los mejores títulos que hemos recibido este año. Su capacidad de recuperar todas las mecánicas claves de una propuesta fresca, novedosa y sumamente adictiva que marcó a toda una generación -y al mismo tiempo-, subir de nivel a la opera prima de NaughtyDog en PlayStation, convierte a 'Crash Bandicoot N' Sane Trilogy' en un título imprescindible y de revisión obligatoria, no sólo para los fans de la marca, sino para todos aquellos apasionados del noveno arte. Praise to Aku Aku.
pd. Agradecemos a nuestros amigos(as) de Video Game Store por facilitarnos una edición física de Crash Bandicoot N' Sane Trilogy -en su día de lanzamiento-, para el análisis y desarrollo de este artículo.