Cultura de supervivencia
Carmen Juncos cjuncos@larepublica.net | Viernes 22 junio, 2018
¿Se imagina usted cruzar un golfo para ir a recibir clases?
Candilejas viajó a isla Caballo para hablar con sus habitantes. Ellos son una fuente de inspiración en medio de las grandes dificultades que atraviesan.
La isla Caballo pertenece a Costa Rica, y se ubica en el Golfo de Nicoya, a cuarenta minutos en lancha de la ciudad de Puntarenas.
Presenta una topografía montañosa, además de algunas playas donde están las viviendas de los pobladores.
Posee un ecosistema bien definido, compuesto por árboles de pochote, flor blanca, cenízaro, guanacaste, indio desnudo, tempisque, palmas de viscoyol y lianas trepadoras.
Existen algunos mamíferos como mapaches cangrejeros y armadillos, reptiles como los garrobos, y una importante avifauna compuesta de búhos, gaviotas, piqueros, pelícanos y tijeretas de mar. Cuenta con 270 habitantes de 50 familias, descendientes de los primeros colonos que llegaron en 1912. Estos pobladores se distribuyen entre dos comunidades, Playa Torres y Playa Bonifacio, las cuales subsisten principalmente de la pesca artesanal.
La isla cuenta con dos escuelas, un colegio, un centro de salud y una iglesia, y obtiene el agua de pozos excavados, aguas contaminadas. La Sala Constitucional, desde el 2015 ordenó ponerles agua potable, sin embargo esto no se ha hecho realidad, reciben dos pichingas de agua por día.
La energía eléctrica es provista por un generador eléctrico y algunas casas cuentan con paneles solares. Insuficiente para la población.
El líder local, Felipe Torres, habla de las dificultades y pobreza que predomina en la isla. ¨¿cómo nos vamos a bañar en esas posas contaminadas? Nos entra por los poros, pero no tenemos de otra, el agua potable que nos traen es sobre todo para beber¨, dice Torres.
Pero esta población sigue adelante. Ponemos dos ejemplos paradigmáticos de personas que luchan y salen adelante en medio de la pobreza y la falta de luz.
La ¨Red de líderes locales¨ los visitó junto con Candilejas.
Torres cuenta cómo en 30 años los isleños han vivido abandonados. Sin embargo, todas las personas vencen los obstáculos para desarrollarse. Hablamos con dos de ellos.
María, tiene 43 años, está casada y tiene un niño. Ella está sacando el bachillerato de secundaria y por ser ya adulta debe hacerlo en otro centro educativo ubicado en la Isla de
Chira.
Atraviesa el Golfo de Nicoya para ir a clases cada sábado, lo cual le cuesta en gasolina y alimentación 10 mil colones, ¨muchísimo para nosotros tan pobres, pero deseo seguir estudiando, ser una profesional para trabajar por mi isla y nuestros hijos¨, dice mientras se le humedecen los ojos. Su piel es morena como la canela, se espanta las moscas que nos rodean y seca sus lágrimas que ya empiezan a dibujarse en su rostro.
José Andrés Álvarez es un joven pesquero y deportista. Él sueña con llegar a los juegos nacionales como atleta corredor. No se frustra a pesar de lo aislado que se encuentra. Harold Castro, líder de la pastoral católica de Puntarenas, trabaja con jóvenes talento y descubrió a Álvarez, lo está entrenando para llegar a ser campeón.
José Andrés entrena todos los días, pesca, va a clases, ayuda a sus padres en las labores agrícolas y nos dice: ¨yo me enfoco en el objetivo, porque si veo las dificultades de nuestra isla no podré avanzar, al contrario, no me rindo, sigo adelante por mi sueño y para ayudar a mi gente¨.
Carmen Juncos
Editora jefa y Directora de proyectos
Candilejas.cultura@gmail.com
Agradecimiento : COCO’S TOURS