Datos, datos, datos
Felipe Guadamuz Flores redaccion@larepublica.net | Lunes 17 agosto, 2020
Volando Guayabazos
El principio de identidad de la ciencia exacta, de la lógica indica que, si algo es verdadero, entonces siempre debe ser verdadero. Si se va a hablar sobre un hecho, determinar indicios para establecer patrones, hay que partir desde ese primer principio de la lógica, A=A. Entonces, acusar sin pruebas, politiquear, tergiversar las cosas, es cualquier otra cosa menos hacer política responsable y es ilógico, porque no recurre a la veracidad de los hechos sino a cualquier cosa menos eso.
Eso aplica para ambos lados, tanto para el gobierno como para la oposición. El gobierno debe generar políticas públicas basadas en datos ciertos y duros, donde la ciudadanía pueda corroborar cuáles fueron los criterios para escoger esos elementos que alimentan a los modelos de proyección utilizados en la generación de esas decisiones. Igualmente, es obligación de la Administración entregar esos datos, para poder constatar que se esté cumpliendo con lo descrito en el artículo 16 de la Ley General de la Administración Pública, el cual indica que en ningún caso podrán emitirse actos unívocos a las reglas de la ciencia o de la técnica o a principios elementales de lógica, justicia y conveniencia.
Por otro lado, la oposición política responsable, lejos de centrarse en situaciones como las vacaciones del Presidente un fin de semana, debería presentar propuestas serias para la reactivación económica y el manejo de la pandemia. No se puede decir si el gobierno está haciendo las cosas bien o mal, pues si bien hay evidencia empírica al respecto, en tanto no se constaten los criterios para la elección de los elementos que alimentan los modelos de proyecciones antes citados, no se puede asegurar si las cosas se han hecho bien o mal, pero sí es importante hacer ver que, como bien dijo el profesor José Edgardo Jiménez Blanco en un post de un funcionario en Facebook, a quien le he pedido permiso para usar su nombre y cita en este artículo: “Contraer el virus es una posibilidad, el hambre es una certeza”. Entonces, la oposición política responsable no lanza epítetos al aire o cuestionamientos infundados, sino que espera hasta analizar los datos y metodologías para así poder presentar argumentos fundamentados y siempre enfocados en el bienestar de los ciudadanos partiendo de la verdad real revelada por esos datos.
La pandemia ha venido a cambiar los paradigmas que nos gobernaban y a los cuales seguíamos asidos, a pesar de que el mundo había cambiado. El mundo de 2020 no es el de gran parte del siglo XX. Países como Alemania, caracterizados por el uso de la lógica y no tanto del sentimentalismo, en la generación de políticas públicas, no han podido vencer a la pandemia sin afectar a la economía, en efecto, la economía alemana se contrajo en un 10,1% durante el segundo trimestre de este año en comparación con el segundo trimestre de 2019. El coronavirus chino es un virus distinto y por esas características es que no se ha podido generar una vacuna todavía.
Lleva razón el gobierno en indicar que se deben tomar medidas para contener la expansión de la pandemia, pero igualmente las personas necesitan comer.
Un modelo de proyección serio debe incluir como parte de los elementos de análisis el hecho de que las personas necesitan comer. Hasta el momento, solo el Diputado del Partido Unidad Social Cristiana, Pedro Muñoz, ha sido el único que ha solicitado los datos que alimentan a esos modelos estadísticos, así como la metodología correspondiente, para ser comparados entre pares y así cumplir con uno de los pasos en el método científico como es el análisis que realizan los homólogos sobre los hallazgos para determinar la fehaciencia de los datos y la idoneidad de los criterios de selección.
Otro punto importante que se debe incluir es la constatación de la realidad de los hechos, no solo de indicios que sulfuran los ánimos pero no aportan positivamente a largo plazo. La política responsable se asemeja a la argumentación coherente y decorosa, donde no se ataca a las personas de manera personal, sino que se cuestionan y atacan sus argumentos.
En redes sociales pululan la desinformación y los ataques personales que dicen más de quienes los profieren que de quienes son insultados. La credibilidad y el liderazgo se ganan buscando el medio y no yéndose a los extremos, pero sobre todo, sin insultar.
La eventual renuncia de Carlos Alvarado no beneficiaría al país, por lo que no tiene sentido presionar para que esto ocurra. Lo que sí tiene sentido es pedir cuentas y tomar todas las acciones legales pertinentes para ello, aunque a ciertos miembros del gabinete no les agrade.
Carlos Alvarado debe también asesorarse con personas que tengan experiencia en temas de comunicación política, para que no cometa errores políticos como el de esta semana, de irse en helicóptero de paseo mientras más de un millón y medio de costarricenses no saben como comerán o pagarán los servicios básicos, sin embargo, esto no justifica el show mediático ni político que se ha generado en torno a este hecho.
No es con resentimiento social o falta de empatía que se logra sacar adelante al país. He ahí la importancia de conocer los datos, saberlos escoger bien y diseñar modelos de proyección y planes de acción que tengan como norte a los intereses públicos y también conocer los datos sobre hechos ocurridos para no crear teorías conspirativas que son ajenas a la realidad.
Gobernar no es sencillo, pero quien escogió ir al gobierno debe hacerlo, y debe ahora mantenerse, con humildad y sin arrogancia, siendo empático con los diferentes sectores del conglomerado social. Es hora de tomar decisiones políticas coherentes, con sustento técnico y ausentes de sentimentalismos, que generan satisfacción a corto plazo, pero dolor a largo plazo. Más cerebro y menos bilis permitirán que empecemos a unirnos y trabajar como un solo equipo, equipo Costa Rica. Solo así podremos salir adelante en medio de estas crisis de salud y económica.