El contagio económico de COVID-19
Ennio Rodríguez ennio.rodriguez@gmail.com | Lunes 23 marzo, 2020
Las autoridades de salud están haciendo un gran trabajo en la contención de la pandemia del COVID-19 y la respuesta de la población es cada vez mejor. Solo echamos de menos el uso de las pruebas de manera más masiva con el objetivo de aislar a los posibles casos positivos asintomáticos (probablemente jóvenes). El enfoque general es el correcto al tratar de evitar que la evolución de la pandemia supere a las capacidades hospitalarias. Es responsabilidad de todos acatar las directrices de las autoridades de salud.
A nivel global, sin embargo, la pandemia muestra el debilitamiento de los mecanismos de coordinación multilateral. No ha habido reunión del G7 ni un fortalecimiento de la OMS y la OPS. El liderazgo de EE. UU. está ausente por primera vez desde la Segunda Guerra. En el momento en que el mundo estaba más interconectado, se restablecieron los nacionalismos y aparece una pandemia global de dimensiones sin precedentes. Las respuestas han sido desde una perspectiva exclusivamente nacional, sin coordinación en temas evidentes como, por ejemplo, la producción de respiradores, mascarillas, pruebas, desarrollo de vacunas y medicamentos. Tampoco se coordinaron aspectos elementales como el cierre de fronteras. Preocupa que este fenómeno se repita en el plano económico.
El contagio económico producto de COVID-19 apenas empieza y no hay suficiente información para hacer predicciones basadas en evidencia dura, pero los mecanismos de transmisión empiezan a manifestarse y pueden desencadenar una profunda recesión o, incluso, una depresión. La pandemia atacó primero la industria de la aviación y los sectores conectados, tales como la reparación de aviones, producción de repuestos y productores de aviones, entre otros; luego impactó todo lo relacionado con el turismo. Ahora empieza a impactar también el efecto de las medidas de contención de la pandemia que reduce la demanda de una manera generalizada. El sector privado se está contrayendo mientras escribo, control estricto de gastos, suspensiones de los contratos de trabajo, reducciones salariales, despidos y hasta cierres. En general, de acuerdo con la afectación que sufre cada negocio, si esta es severa, debe centrarse en una gestión de la liquidez para proteger la continuidad del negocio por el mayor periodo posible a la espera de que pase la crisis. Conforme aumenta el aislamiento, indispensable para contener la pandemia y proteger vidas humanas invaluables, se apaga la economía. Pero el aumento del desempleo y pérdida del poder adquisitivo será como gasolina para el debilitamiento económico. Algunos de los mercados para nuestros productos de exportación se van a debilitar. En fin, el escenario para los próximos meses no puede ser optimista.
Pero el contagio está llegando al sector público y este que no debe continuar como si nada estuviese pasando. Cito solo un ejemplo, disminuyó en un 25% el consumo de gasolina. Además del efecto directo sobre Recope y las estaciones de servicio, los impuestos a la gasolina son una de las fuentes principales de ingresos públicos. La reducción en el consumo de servicios producto del aislamiento va a reducir los ingresos del IVA; las empresas van a ver reducidas sus ganancias o incluso enfrentar pérdidas, los ingresos producto del impuesto de la renta se van a reducir también; en fin, todas las fuentes de ingresos públicos se verán afectadas. En conclusión, así como los administradores del sector privado están conteniendo los gastos, las autoridades económicas debieran entrar en una contención del gasto público, pero de verdad, y proyectar los escenarios y medidas necesarias, de tal manera que el déficit fiscal no se salga de control. También por un asunto de percepciones, mientras los trabajadores del sector privado sufren las contingencias financieras, los funcionarios públicos nuevamente se perciben como privilegiados frente a los privados.
Toda crisis es una oportunidad de fortalecimiento y crecimiento. Después de COVID-19 las prácticas de higiene y sanitarias deben estar para quedarse para un mejoramiento generalizado de la salud. La producción está descubriendo nuevas eficiencias y afinando sus mercados. Esperamos que el sector público también entienda su dependencia directa del sector productivo, gestionarse más eficientemente y apoyar la producción. En definitiva, el retorno de la actividad económica podría también ser rápido, pero no debemos quebrar en el entretanto.
A nivel global en el plano económico, las autoridades monetarias parecen estarse coordinando, pero no en los planos fiscales ni políticos, indispensable para el manejo de las expectativas. En materia de salud, la necesidad de mejorar la coordinación es evidente. Pero, sobre todo, esperemos que los políticos populistas nacionalistas pierdan fuerza, al aumentar la conciencia de que sus explicaciones simplistas de chivos expiatorios son falsas y que el nacionalismo es una propuesta inferior a la coordinación multilateral.
Ennio Rodríguez