El gobierno fantasma
Jonathan Prendas jonathan.prendas@gmail.com | Martes 10 marzo, 2020
El escándalo de la UPAD estremeció a la cúpula del gobierno, pero solo terminó de desnudar las dificultades que tiene Carlos Alvarado para dirigir el país y su poca capacidad para enfrentar los retos de la sociedad costarricense.
Los gobiernos han tenido objetivos correctos o equivocados, ideas que gozan del apoyo de unos grupos y despiertan inquietudes en otros; pero el de Carlos Alvarado es vacío, no concreta, no avanza, no aporta. Sus anuncios para luchar contra el desempleo y favorecer la reactivación económica se han convertido solamente en frases propagandísticas sin ningún resultado real.
En medio de la enorme crisis por la creación de la unidad de espionaje, esta semana solo atinó a organizar a un grupo de funcionarios para que le enseñe cómo ordenar la casa y gobernar. Ese es el gobierno, el que dice que estudia y que analiza datos, pero que al final no hace nada y va contra toda lógica.
Para cualquier gobierno que se precie de tener interés en las familias costarricenses, las crisis que se aproximan en el horizonte son motivos más que suficientes para encontrar una reacción, dar un golpe de timón; pero éste no es el caso de Alvarado. El presidente prefiere buscar culpables externos antes que recapacitar y cambiar.
El miércoles atacó a la prensa, a la oposición política y al sector empresarial que emplea a la mayoría de los costarricenses; con descaro los acusó de ser quienes desataron la crisis de la UPAD como represalia por el intento totalitarista de Hacienda de levantar el secreto bancario. Nunca vio para adentro, jamás hizo autocrítica.
El decreto que creó la cuestionada agencia no solo es un escándalo institucional que afecta a todos los costarricenses, sino que además rompe todos los puentes con la oposición, nos muestra a un funcionario que se está quedando sin respaldo. Se está quedando solo. Sin equipos competentes, sin liderazgo y sin capacidad para reaccionar tan siquiera ante lo obvio, Alvarado parece un presidente fantasma.
Hace dos años, el mandatario se vendió como la figura de la unidad nacional, pero su sesgo ideológico y su falta de liderazgo evidenciaron desde el inicio del gobierno su incapacidad para guiar a todos los sectores de la sociedad a llevar a cabo las reformas necesarias del Estado costarricense.
Este es un problema desde el origen: el PAC (ya condenado por estafa) nunca supo para dónde debía ir y, sin rumbo, es muy difícil dirigir el barco. Por eso, pensar en este gobierno es recordar la novela “Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas”, especialmente cuando la protagonista llega a un cruce con dos senderos. Alicia le pregunta al gato de Cheshire cuál camino debía seguir, a lo que el gato contesta: “Eso depende de dónde quieres ir. Si no sabes a dónde quieres ir, entonces tampoco importa mucho el camino que tomes”.
La grave es que esa falta de dirección nos afecta a todos los costarricenses, restándole aún más credibilidad a un Carlos Alvarado que a todas luces está atrapado entre la ineficiencia de su gobierno, la fragmentación de su partido y una grave crisis económica, creada por él mismo, que tiene al país al borde del abismo.
Experto en espiar a los costarricenses pero no en encontrar las soluciones a los problemas que todos enfrentamos, éste es un gobierno fantasma.
Pero como ya lo hemos hecho antes, será la oposición la que deberá redoblar los esfuerzos para proteger al pueblo costarricense y sacar adelante al país. El gobierno no tiene cabeza, pero nosotros y toda la población somos las manos y los pies, y tenemos la responsabilidad de mover a Costa Rica. Por amor a nuestra patria, así será.
Jonathan Prendas
Diputado
Nueva República