El "médico de los pobres" y una monja educadora: quiénes fueron José Gregorio Hernández y Carmen Rendiles, los primeros venezolanos que el Vaticano declaró santos
Juan Francisco Alonso* - BBC News Mundo | Domingo 19 octubre, 2025

Los católicos venezolanos están de fiesta, pues dos de sus compatriotas han sido elevados a los altares este domingo.
El papa León XIV declaró santos al doctor José Gregorio Hernández y a la madre Carmen Elena Rendiles en una multitudinaria misa celebrada en la plaza San Pedro del Vaticano.
Hernández y Rendiles son los primeros venezolanos en la historia en ser canonizados y lo hicieron el mismo día.
"Esto es un hecho único en la historia de la Iglesia", aseguró María García de Fleury, historiadora venezolana de la Iglesia, a BBC News Mundo.
"Antes, en una misma ceremonia, fueron canonizados 150 mártires que fueron ejecutados el mismo día. Sin embargo, que en una misma jornada sean canonizados dos santos nacidos en el mismo país, pero que eran de épocas, orígenes y accionar diferentes, es algo único", agregó la experta.

De mano con la fe y la ciencia
José Gregorio -como lo llaman cariñosamente sus numerosos devotos- no solo destacó por sus aportaciones al desarrollo de la medicina moderna en Venezuela, sino por su generosidad para con los pacientes de bajos recursos y por su fe.
El médico nació el 26 de octubre de 1864 en la pequeña localidad de Isnotú, en el estado Trujillo, en el centro-oeste del país, y debido a su buen desempeño académico fue enviado a Caracas, donde se graduó en Medicina con excelentes calificaciones en la Universidad Central de Venezuela.
Tras obtener su título, Hernández regresó a su pueblo natal para ejercer su profesión. En la Venezuela de finales del XIX y comienzos del XX, los médicos rurales como él tenían que lidiar con enfermedades como la tuberculosis o el paludismo, muy extendidas entre la población.
Poco después, obtuvo una beca para completar sus estudios en París (Francia). Allí entró en contacto con avances científicos que llevó a su país. A él se le atribuye haber introducido el microscopio y haber sentado las bases de la bacteriología y otros campos hasta entonces apenas desarrollados en Venezuela.
El doctor Hernández destacó como docente e investigador, pero lo que le hizo ganar fama fue su labor en la consulta, ya que atendía gratuitamente a los enfermos pobres.

También era un ferviente católico y en dos ocasiones intentó ordenarse sacerdote.
En 1908, fue admitido en el monasterio de Cartuja de Farneta (Italia), pero a los meses mostró síntomas de una enfermedad respiratoria y le aconsejaron regresar a Caracas.
Un segundo intento en un seminario romano en 1913 terminó de la misma manera.
Durante una reunión con médicos latinoamericanos, León XIV instó a los galenos a seguir el ejemplo de José Gregorio Hernández, quien dijo: "supo compaginar su alta competencia médica con su dedicación a los más necesitados, lo que le valió el título de 'médico de los pobres'".
"El diálogo, la comunicación y el contacto físico siempre han de estar presentes en la relación terapéutica, más allá de los instrumentos y herramientas que se utilicen", agregó el pontífice.
El 29 de junio de 1919 el médico murió atropellado en una céntrica calle de Caracas por uno de los pocos automóviles que circulaban por la ciudad en aquel entonces.
La tradición popular y los registros eclesiásticos aseguran que antes ofrendó su vida a Dios a cambio del fin de la Primera Guerra Mundial.
"José Gregorio, el día antes de su muerte, dijo: 'Doy mi vida por la paz en el mundo'", recordó el rector de la Pontificia Universidad Lateranense (Italia), Vincenzo Buonomo, a Vatican News.
El Tratado de Versalles, que formalmente puso fin al conflicto bélico iniciado en 1914, fue firmado justo el 28 de junio de 1919, aunque los combates se habían detenido varios meses antes gracias a un armisticio.

Una larga espera
Muerto el médico, nació el mito.
"El día que falleció José Gregorio el grito de la gente era: ha muerto un santo", afirmó García de Fleury, biógrafa de Hernández.
Desde hace décadas, en muchos hogares venezolanos se pueden encontrar figurillas o estampitas con la imagen del doctor enfundado en un traje de chaqueta, con el bigote y el sombrero negro.
No obstante, los venezolanos tuvieron que esperar más de 76 años para que el Vaticano canonizara al llamado "médico de los pobres". ¿Por qué? Algunos atribuyeron esta demora a las expresiones de devoción popular hacia su figura.
"En parte del pueblo hay una visión distorsionada de su figura, que se ha asociado con rituales de santería y ha sido aprovechada por algunos charlatanes, lo que hizo que se demorase el proceso", afirmó en 2020 el doctor Leopoldo Briceño-Iragorry, miembro de la Academia Nacional de Medicina de Venezuela, durante una entrevista con BBC Mundo.

Sin embargo, García de Fleury ofreció otras explicaciones.
"A José Gregorio lo hicimos santo nada más morir, por lo que se daban por sentados sus milagros y la gente no los reportaba cuando ocurrían. Se le consideraba un santo de hecho", dijo.
Y para probar esta tesis, la experta mencionó que la madre de la niña Yaxuri Solórzano, cuya sanación milagrosa atribuida a la intercesión del médico permitió su beatificación, se sorprendió por el revuelo que generó el caso.
"A mi pueblo nunca ha llegado un médico. Y cuando nos enfermamos, lo que hacemos es pedirle a José Gregorio que nos cure y él nos cura a todos. Y eso fue lo que pasó con mi hija", aseguró la biógrafa que la madre le habría comentado a un jerarca de la Iglesia en Venezuela.
Solórzano recibió un disparo en la cabeza cuando fue asaltada junto a su padre en un caserío del estado Guárico, en el centro del país, en 2017.
Pese a que los médicos le pronosticaban secuelas permanentes si lograban salvarle la vida, la niña se recuperó rápida y totalmente, después de que su madre le pidiera a Hernández su intercesión.
Hoy la devoción al galeno ya no se limita a Venezuela, sino que se ha extendido por América Latina y otras latitudes.

"Un ejemplo de resiliencia y superación"
Pero mientras Hernández es toda una celebridad en Venezuela, la otra canonizada -la madre Carmen Elena Rendiles- era casi una desconocida hasta que fue beatificada en 2018.
Esto, a pesar de que fundó una congregación religiosa y varios colegios, y además está emparentada con la familia Cisneros, una de las más acaudaladas de América Latina y propietaria de una de las principales televisoras del país.
"Yo no era devota de la madre Rendiles ni siquiera la conocía hasta el día que fui a la capilla donde está enterrada", admitió la doctora Trinitte Durán de Branger, cuya inexplicable sanación es uno de los dos milagros por los cuales la monja hoy está en los altares.
La religiosa nació en Caracas el 11 de agosto de 1903 sin el brazo izquierdo.
"Nacer sin un brazo era una tragedia en esa época, algunas familias inclusive escondían al hijo al que le faltaba una extremidad", afirmó García de Fleury.
A Rendiles, su padre le consiguió una prótesis de plástico y hierro, la cual, no obstante, no le facilitó la vida, porque además de ser pesada solamente tenía una función estética.
"Pero ella superó las burlas de los niños y aprendió a valerse por sí misma. Jamás se comportó como una minusválida. Así, además de coser o cocinar, también jugaba al croquet y tenis e incluso hacía carpintería con una sola mano", agregó la experta.

Su condición física le dificultó a Rendiles iniciar su vida religiosa, por la cual mostró interés desde una temprana edad.
"Las congregaciones religiosas la rechazaban, porque temían que más que una ayuda pudiera ser una carga por su condición física", relató García de Fleury.
Sin embargo, eso cambió el 27 de febrero de 1927, cuando fue aceptada por las Siervas de Jesús en el Santísimo Sacramento, una congregación francesa que recién se había instalado en el país.
Pese a las dificultades, la religiosa siempre consideró que su condición física fue una bendición.
"Nacer sin brazo (hizo) que no me apegara al mundo", escribió Rendiles en su diario.
"La madre Carmen es un ejemplo de resiliencia y superación", afirmó a BBC Mundo el cardenal Baltazar Porras, arzobispo emérito de Caracas.

Las grandes misiones
La educación fue una de las prioridades de la nueva santa a lo largo de su vida.
"Antes de unirse a la congregación ya impartía catequesis", recordó la madre Rosa María Ríos, exsuperiora general de las Siervas de Jesús, en un documental sobre la canonizada.
A mediados de 1930, Rendiles fue nombrada maestra de novicias; es decir, responsable de formar a las nuevas religiosas.
Y en la década de 1950, años después de ser elegida superiora de la congregación, decidió llevar sus esfuerzos educativos fuera de los conventos e inició las gestiones para edificar el colegio Belén en Caracas. A éste le siguieron otras escuelas en la capital venezolana y en otras ciudades del país.
Años después, las diferencias con la rama francesa de la congregación, originadas tras el Concilio Vaticano II, llevaron a Rendiles a buscar emaciparse de la orden.
"El cardenal (José Humberto) Quintero (entonces arzobispo de Caracas) fue un factor muy importante, porque él la ayudó enormemente que el Vaticano autorizara la ruptura con la congregación francesa, la cual buscaba secularizarse (dejar de operar como orden religiosa)", precisó García de Fleury.

Además de las aulas, Rendiles buscó que su congregación sirviera a la Iglesia, así asumió la gestión distintos templos, incluyendo la Catedral de Caracas, y seminarios. Hoy, las Siervas de Jesús son responsables de proveer a las iglesias de la capital venezolana de las hostias que se reparten en las misas.
En 1977, poco después de cumplir los 50 años de vida religiosa y tras ver como la artritis que le fue diagnosticada años antes la postró en una silla de ruedas, la monja murió "en olor a santidad", se lee en el sitio web creado con motivo de su canonización.
En 1995, se inició su proceso de canonización, el cual terminó este domingo, gracias a dos curaciones milagrosas.
Uno de esos dos casos fue el de la doctora Durán, quien en 2003 recibió una descarga eléctrica de un equipo defectuoso cuando se disponía a realizar una cirugía en un hospital. El suceso sumió a la médica en un dolor crónico y atrofió su brazo derecho, una condición que 21 especialistas no pudieron resolver.
El mismo día que Durán iba a someterse a una riesgosa intervención quirúrgica, acudió al colegio Belén, donde está enterrada la religiosa.
"Me llevaron al cuarto de la madre Carmen y de un retrato de ella que en la pared salió una luz inmensa y sentí como que las paredes y el techo se separaron", narró BBC Mundo.
"Comencé a sentir un intenso calor y me desmayé, cuando recuperé el conocimiento una hermana me sostenía y gritaba: ¡no pesas nada! Y al rato pude mover mi brazo y el dolor desapareció como si nada", aseveró.
"Ella que no tenía un brazo me devolvió el que yo había perdido", remató la médico cirujana.

¿Apoyo mutuo?
Aunque no hay evidencias de que Hernández y Rendiles se hubieran conocido, García aseguró que la religiosa consideraba al médico un santo.
"Ella le pedía al resto de las monjas de la congregación que diario oraran para que el Vaticano declarara santo a José Gregorio", afirmó García.
Por su parte, el cardenal Porras se mostró confiado en que estas canonizaciones no serán las últimas y recordó que hay otros 15 venezolanos que aspiran a terminar en los altares.
*con información de Guillermo D. Olmo


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