El populismo energético: “La supuesta gran bonanza”
Edgar E. Gutiérrez-Espeleta redaccion@larepublica.net | Viernes 22 septiembre, 2023
Edgar E. Gutiérrez-Espeleta
Catedrático de la Universidad de Costa Rica (jubilado)
Ex Ministro de Ambiente y Energía
Expresidente de la Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y actual Co-presidente del reporte Perspectivas del Medio Ambiente Global-GEO7 del PNUMA.
En los últimos días han aflorado posiciones de algunas personas favoreciendo una eventual exploración y explotación de petróleo o gas natural en el país bajo el pretexto de usar los rendimientos en el pago de la deuda pública y solucionar fácilmente problemas económicos estructurales de larga data.
Esas voces, cuyo contenido ha sido el mismo desde hace varias décadas, prometen la idea de un porvenir dichoso, de una gran bonanza que llegaría al país de manera mágica en el momento que se tome la decisión de explotar los hidrocarburos que, según ellos-y sin sustento alguno, tenemos bajo nuestros suelos.
Han asumido incluso un discurso confrontativo en el que llaman “populistas energéticos” a todo aquel que piense diferente a ellos, a todos los que por años hemos defendido e impulsado la exitosa ruta costarricense de enfocar la inversión en energías renovables y en el desarrollo nacional cobijado por la conservación de nuestros recursos naturales.
Estos apologistas de la extracción petrolera caminan en la vía contraria al resto del mundo y a las necesidades urgentes que plantea la crisis climática global. Basta una lectura breve de sus argumentos para entender que más bien son ellos los que pregonan un discurso absolutamente populista.
• Es populismo energético proponer que Costa Rica explote gas y petróleo sin tener datos sobre la existencia de esos recursos, el costo de las inversiones y el tiempo que se requiere para ello. Populismo energético es engañar a la población proyectando beneficios ficticios e improbables como panacea a todos nuestros problemas nacionales y anhelos de desarrollo.
• Es populismo energético ignorar los impactos negativos que una aventura de esa índole tendría sobre las actividades productivas establecidas en el país y sobre las personas que obtienen su sustento de ellas así como olvidar mencionar la potencial pérdida de inversiones que esto conllevaría.
• Es populismo energético mentir diciendo que una producción nacional de combustibles fósiles se reflejaría en un precio más favorable para los consumidores costarricenses. La ley actual garantiza a los concesionarios un precio de referencia internacional por lo que no habría ventaja alguna en el mercado interno.
• Es populismo energético, e incluso cínico, seguir hablando en estas épocas de un “aprovechamiento sostenible” de los hidrocarburos cuando hay datos científicos contundentes que evidencian que simplemente no existe actividad petrolera sostenible en ningún lugar del mundo.
• Es populismo energético plantear el gas natural como solución energética a sabidas cuentas de que el problema central del país pasa por un consumo desmedido de hidrocarburos en el sector transporte y las soluciones implican medidas de ordenamiento y uso de la electricidad en la flota vehicular.
• Es populismo energético hablar del consumo energético de manera aislada, sin una perspectiva integrada de sus repercusiones en otras áreas como la salud, los ecosistemas, el empleo o la economía. Esa visión en silos es la que lamentablemente ha llevado al mundo a alcanzar limites de difícil retorno.
• Es populismo energético argumentar sobre las ventajas de la explotación de combustibles fósiles usando parámetros de otras latitudes sabiendo que en Costa Rica las condiciones son abismalmente distintas. Mientras en el mundo el peso relativo de los combustibles fósiles en el consumo primario de energía es más de un 85%, en Costa Rica representa el 61%. Mientras que en el mundo la generación eléctrica utiliza como fuente los combustibles fósiles en alrededor de 65%, en Costa Rica solo se usa el 0.02%.
• Es populismo energético omitir que el sector transporte en Costa Rica consume el 51% de la energía consumida en el país, predominantemente derivados del petróleo y que eso representa un obstáculo a la “independencia energética” en el tanto estemos a merced de los precios internacionales que son altamente volátiles. Si quisiéramos ahorrar divisas deberíamos entonces cambiar la fuente de energía que el transporte requiere para la movilidad, tal como fue planteado en el Plan Nacional de Energía 2015-2030 o el PAVE (Programa de Adquisición de Vehículos Eficientes) desarrollado en el 2015-2017 con AIVEMA para iniciar la sustitución de la flota vehicular por una más eficiente en el uso de combustibles y en las emisiones de gases de efecto invernadero como transición a la electromovilidad. Lamentablemente, las administraciones siguientes no continuaron el programa, pero ese es el reto a la par de las políticas que favorezcan la movilidad eléctrica como única opción de Costa Rica para lograr su independencia energética.
• Es populismo energético no querer ver las oportunidades y ventajas comparativas que tiene Costa Rica para atraer fuentes de inversión que promuevan empleos verdes mediante la sostenibilidad de nuestros recursos. El enorme potencial turístico, de generación eléctrica y de modelos de negocio sostenibles es el camino rentable para el país.
• Es populismo energético ver estrellas dónde hay oscuridad, ver ventajas dónde no las hay, ver avances dónde hay retrocesos, ver oportunidades dónde hay amenazas.
Oponerse a la exploración y explotación de combustibles fósiles hoy no es un asunto ideológico sino un asunto de responsabilidad con el planeta, con la humanidad, con el bienestar de las mayorías y las futuras generaciones.