El seguro de automóviles y la movilidad eléctrica
Juan Carlos Díaz Solís jdiaz@cecaproscr.com | Jueves 09 mayo, 2024
Lic. Juan Carlos Díaz Solís
Consultor y Profesor Universitario en Riesgos y Seguros
En el año 2000, ya nos enfrentábamos a los cambios en la movilidad de personas con vehículos y analizábamos pasar de vehículos de combustión interna a vehículos de movilización eléctrica. No entramos a analizar el impacto que ese fenómeno tendría en las pólizas y ya nos alcanzaron otras dos tecnologías que son un hecho: la conectividad y la telemática y los vehículos autónomos. La primera porque hoy los vehículos no solo son eléctricos, sino que la tecnología que pensábamos sería exclusiva de los vehículos eléctricos, ya se utiliza en los que usan combustibles fósiles tales como los sensores de proximidad; los sensores de alarma antirrobo, sensores de potencia, sensores LiDAR, sensores de aparcamiento, sensores del sistema de alerta de cambio de carril, sensores que detectan sueño en los conductores, etc.. Un automóvil cuenta con alrededor de 100 sensores y centralitas que canalizan toda la información y adaptan el funcionamiento de sus sistemas. Los sensores del vehículo cumplen múltiples funciones, desde prevenir averías y accidentes hasta ayudarnos a estacionar el vehículo sin percances e incluso, antes de lo que pensamos, se introdujeron los que son capaces de conducir un vehículo de forma autónoma. Y los consumidores preguntan; será que esos cambios han repercutido en el costo de los seguros, por ejemplo para las coberturas de colisión y vuelco; para robo; etc.? La respuesta lamentablemente es: no. Las aseguradoras ofrecen descuentos por contar con tecnologías de geolocalización, experiencia siniestral, vehículos del año o vehículos amigables con el ambiente, pero relacionados con la conducción o la prevención, no hay ofertas.
Y es que el factor de la electromovilidad, ya no tiene que ver con la forma en que conducimos o nos movilizamos; sino con objetivos de desarrollo sostenible, dado que una mayor penetración de vehículos eléctricos, contribuye con la reducción de las emisiones de CO2. Ya las Naciones Unidas fijaron cuatro objetivos de Desarrollo Sostenible a saber:1) Energía Asequible y no contaminante; 2) Ciudades y comunidades sostenibles; 3) Producción y consumo responsables y; 4) Acción por el clima.
Países como Noruega y Holanda, no permitirán el ingreso y producción de vehículos nuevos que consuman combustibles fósiles entre el 2025 y el 2030; Estados Unidos y algunos países de la Unión Europea, se pusieron como objetivo que para el 2030, el 50% del parque vehicular será eléctrico. La venta de vehículos eléctricos será de 25.1 millones en 2027. Ya en Costa Rica, el 11% de la importación de vehículos, es eléctrica. Y está bien, pero y la manera de conducir y la reducción de la siniestralidad?
Volviendo al tema, ya el 50% de los vehículos que se comercializan en el mundo, tiene algún grado de conectividad y para el 2030, ese porcentaje será del 95% (Allianz Partners, 2023). De acuerdo con McKinsey, en 2030 el 12% de los vehículos que circulan en el mundo, tendrán capacidad de autonomía avanzada; 35% en 2035. Imaginémonos viajar en un vehículo en la ruta 27 adelantando otros vehículos y circulando después de un fin de semana largo en forma totalmente autónoma.
Y es que el nuevo modelo de negocios de las aseguradoras, no es como algunos han pensado, de eliminar coberturas, sino de rediseñarlas. Su valor agregado está dirigido a la exposición del vehículo a riesgos propios, no a la accidentabilidad; Veamos; por ejemplo, la cobertura de incendio en vehículos eléctricos, ahora deberá cubrir el vehículo y la batería por sobrecalentamiento y explosión mientras el vehículo circula o está recargándose. Las asistencias ahora serán de recarga eléctrica; interesante no. En el Reino Unido han estimado que las reparaciones de vehículos serán un 25% más costosas y los tiempos de reparación, serán un 14% más largos (Revista El Motor, 2023). Muchos factores inciden en esta apreciación, pero los más importantes son la formación de personas para dar este servicio; la ausencia de repuestos y el oportuno acopio de partes. La fabricación de estos componentes hoy día apenas alcanza para suplir el mercado de fabricación de vehículos nuevos. Otro elemento es que la tecnología cambia aceleradamente y las empresas están dando períodos de vida útil a sus unidades de hasta 6 y más años, con lo que por ejemplo, al suplir una batería que ya no se fabrica en caso de accidente, será un problema. Imaginémonos la industria de los teléfonos móviles. El intercambio de partes es más ágil en vehículos de combustión, que en vehículos eléctricos.
Se terminan las pólizas estándar, porque ahora las aseguradoras deben hacer pólizas personalizadas por recorridos; por hábitos de conducción; por mantenimiento de los vehículos; las rutas que se eligen; los horarios. La conectividad permitirá agilizar los reclamos, pues las computadoras de los vehículos serán como la caja negra de un avión; las cámaras tendrán la morfología del accidente en tiempo real. Los sensores y la conducción autónoma; permitirán reducir drásticamente la frecuencia de los accidentes. En el caso de la conducción autónoma, es simple, se reduce a cero el error humano en la conducción. Por supuesto que con la autonomía en la conducción surgen otras interrogantes de carácter legal, como por ejemplo determinar el responsable por una falla en la conducción: ¿si no hay conductor, quien será el responsable? El fabricante o el dueño del vehículo.
Ya la industria aseguradora debe ingresar al análisis de estos cambios, pues el ingreso de vehículos autónomos y los cambios en la seguridad activa, ya no dependen de las partes mecánicas de los vehículos, sino de la inteligencia artificial. Deben establecerse pólizas diferenciadas, que no solo impliquen cambios en las coberturas, sino que ofrezcan valores agregados, como por ejemplo, lo que se dijo antes de las asistencias en carretera.