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ACCIÓN


El arte de la mentira

Luis Fernado Rojas lrojas@larepublica.net | Miércoles 03 octubre, 2012




El arte de la mentira
Fingir lesiones para tratar de engañar al árbitro es un deporte entre los futbolistas

I Parte


Sucede en todo el mundo y sucede también en el fútbol de Costa Rica, fingir lesiones o exagerarlas para engañar al árbitro, perjudicar a otros futbolistas y equipos es algo tan común que los canales de televisión deberían incorporar un apartado en sus resúmenes, en cada jornada, para ver quién se gana el premio al mejor farsante.
El problema es que esta mala práctica, de jugadores que siempre andan gritando a toda voz que son “profesionales”, puede desencadenar en situaciones que incluso atentan contra la vida.
En mayo pasado, Howard Webb, en el marco de una conferencia médica de la FIFA, señaló el peligro de que fingir lesiones ponga en riesgo la vida de jugadores que sí pueden estar realmente afectados, por una lesión grave o un ataque al corazón.
Webb puso el ejemplo del futbolista congolés, de nacionalidad británica, Fabrice Muamba, del Bolton inglés que el 17 de marzo pasado sufrió un paro en un partido y la rápida acción de este árbitro ayudó a que pudieran salvarle la vida. No obstante, durante la conferencia, Webb hizo ver que “la respuesta de los árbitros podría verse afectada si los jugadores fingen lesiones demasiado a menudo”.
El problema que tienen hoy en día estos “artistas de la mentira” es la televisión. La cámara lenta es la principal arma contra estos farsantes. Es así como vemos cuando un futbolista que apenas choca contra un rival, se toma la cara como si se la hubiesen despedazado; o cuando les realizan una falta ponen una cara de angustia y dolor como si les hubiesen fracturado la tibia, y dos minutos después están corriendo como si nada; porteros que cuando su equipo está en problemas la cámara muestra que ni los tocan, pero se tiran al suelo, no, perdón, antes se paran y con todo vigor, lanzan el balón a las graderías y después caen como muertos, son casos que jornada a jornada ponen en tela de duda a nuestros jugadores, a entrenadores que los mandan a hacer esto y hasta los médicos de los equipos, profesionales asalariados, con un juramento de por medio, que se tienen que prestar a la farsa.
Lo peor para el fútbol del país es que eso lo ven muchos niños y jóvenes, que sueñan con ser futbolistas y crecen pensando que tal teatro es parte de este deporte. ¿Pero qué hace la FIFA, al respecto?
En setiembre del año pasado, la Liga Nacional de Fútbol Americano (NFL) notificó a los 32 equipos que podría haber multas y suspensiones, así como otras consecuencias, si la liga determinaba que los jugadores fingen lesiones durante un partido. Igual ha hecho la FIFA, aunque con más amenazas que acciones concretas.
Antes del Mundial Japón-Corea, el presidente de ese organismo, Joseph Blatter, anunció que durante esas justas los jugadores podrían ser castigados con una tarjeta roja si fingían una lesión o simulaban haber sido objeto de una falta. Durante ese mundial se dio el caso del brasileño Rivaldo (ver recuadro).
En el informe oficial de FIFA sobre el Mundial en Alemania 2006, este organismo arremetió de nuevo contra los jugadores por la práctica de simular lesiones y “gesticular de manera exagerada”, restando brillo a la competencia.
“En este Mundial, el hábito deplorable de los jugadores que se tiran sin motivo alguno al mínimo contacto con un rival, lo que provoca interrupciones frecuentes en el juego, aumentó en forma llamativa”, expresa el informe, advirtiendo que “los entrenadores y jugadores se están pasando de la raya en ese aspecto”.
Volviendo a nuestro país, si usted observa los partidos por televisión los fines de semana, que son transmitidos en ocasiones por tres canales de televisión a un mismo tiempo, entenderá entonces por qué muchas veces y gracias al control remoto, se da usted cuenta de que los tres partidos están detenidos por alguien que se revuelca en el suelo pidiendo una ambulancia. ¿Juego brusco o mucho teatro? ¿Cómo saberlo si muchos jugadores no son honestos? Mañana, ¿qué se hace en Costa Rica al respecto?

Luis Rojas
lrojas@larepublica.net






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