El paraíso de Karen
Candilejas candilejas.cultura@gmail.com | Viernes 18 diciembre, 2015
Pusieron sus pies en tierra en la punta ubicada más hacia el este de la Península de Nicoya. Colocaron entonces una lona entre unos árboles y ese fue su primer hogar.
En ese lugar, con el tiempo, ellos y otros convencidos de que a la naturaleza no debemos destruirla, crearon lo que hoy conocemos como la Reserva Natural Absoluta Cabo Blanco, perteneciente al distrito de Cóbano, en el cantón y provincia de Puntarenas. El área protegida más antigua de Costa Rica y Centroamérica (1963).
Esta historia la extraemos de lo que cuenta, entre otros, la periodista Agneta Tjäder, ganadora del Premio de Cultura 2012, otorgado por el gobierno municipal sueco de Ultricehamn, en un artículo reproducido luego en la Revista de Educación Ambiental de nuestra Universidad Estatal a Distancia.
Y así comenzó la extraordinaria aventura de la pareja de suecos, Olof Wessberg y Karen Mogensen, quienes partieron de su país en 1954 y pasaron por varis naciones del Continente americano antes de descubrir lo que consideraron un verdadero paraíso donde vivir.
Este es el inicio de una vida de lucha que parece haberles proporcionado mucho placer y felicidad a esta pareja, que logró poco a poco, con la constancia de quienes se sienten haciendo lo mejor, la ayuda necesaria desde el extranjero y también dentro de nuestro país, para crear una reserva, ahí donde aún encontraron bosque natural virgen con toda su maravillosa biodiversidad.
Reunir los primeros US$ 30.000 necesarios para comprar las tierras les tomó a los Wessber tres años a partir de 1960. Gracias a ese y los siguientes esfuerzos, nuestro país cuenta hoy con esta Reserva cuya visitación va en aumento cada año. En 2014, el número total de visitantes entre extranjeros y nacionales fue de 11.715 personas.
La fundación de la Reserva de Cabo Blanco marca el momento en que Costa Rica inicia su política de conservación del entorno natural, ya que es la primera área protegida establecida con ese propósito específico. Su creación también fue un hito que impulsó el establecimiento del actual Sistema Nacional de Áreas de Conservación.
Actualmente “yo me iría hacia el área marítima de Cabo Blanco para conservar toda esa riqueza. En la parte terrestre, lo mejor es la posibilidad de conservar recurso hídrico” nos cuenta, Andrés Jiménez Solera, Administrador de la reserva en la zona llamada Cabuya (única en la que se permite la visitación, no así en la que conocemos como Mal País).
Aunque esa visitación, de nacionales y extranjeros, aumenta cada año, Solera considera que los visitantes lo hacen con bastante respeto y sin causar mayores daños, aunque puedan darse casos.
Al turista lo que más le interesa es caminar por esos estrechos y maravillosos senderos y el premio, adicional a esto, es llegar a la playa Cabo Blanco, un pequeño paraíso de arena blanca, que se acaricia con la vegetación de un bosque en transición de seco a húmedo, sin casas u otro tipo de construcciones.
Dentro de la reserva existen dos recursos culturales, ambos relacionados con el mar. Se trata de dos barcos naufragados: uno se encuentra ubicado frente a la playa Cabo Blanco, el cual aparenta tener unos 150 años.
Una punta de metal sobresale como testigo de este naufragio. El otro es el llamado Grand Ranger, que encalló en 1971 frente a playa Balsitas. Este barco, de gran tamaño, se observa en la actualidad ya muy deteriorado.
El sueño de Karen, en 1963, es hoy una maravillosa realidad que le proporciona a Costa Rica invaluable riqueza natural y también fuente de recursos económicos.
Carmen Juncos y Ricardo Sossa
Editores jefes
Candilejas.cultura@gmail.com
Karen lo había soñado con total nitidez. Algún tiempo después su marido y ella tomaron ese sueño como una señal porque lograron verlo mientras navegaban en un bote a lo largo de la costa oeste de Costa Rica.
Pusieron sus pies en tierra en la punta ubicada más hacia el este de la Península de Nicoya. Colocaron entonces una lona entre unos árboles y ese fue su primer hogar.
En ese lugar, con el tiempo, ellos y otros convencidos de que a la naturaleza no debemos destruirla, crearon lo que hoy conocemos como la Reserva Natural Absoluta Cabo Blanco, perteneciente al distrito de Cóbano, en el cantón y provincia de Puntarenas. El área protegida más antigua de Costa Rica y Centroamérica (1963).
Esta historia la extraemos de lo que cuenta, entre otros, la periodista Agneta Tjäder, ganadora del Premio de Cultura 2012, otorgado por el gobierno municipal sueco de Ultricehamn, en un artículo reproducido luego en la Revista de Educación Ambiental de nuestra Universidad Estatal a Distancia.
Y así comenzó la extraordinaria aventura de la pareja de suecos, Olof Wessberg y Karen Mogensen, quienes partieron de su país en 1954 y pasaron por varis naciones del Continente americano antes de descubrir lo que consideraron un verdadero paraíso donde vivir.
Este es el inicio de una vida de lucha que parece haberles proporcionado mucho placer y felicidad a esta pareja, que logró poco a poco, con la constancia de quienes se sienten haciendo lo mejor, la ayuda necesaria desde el extranjero y también dentro de nuestro país, para crear una reserva, ahí donde aún encontraron bosque natural virgen con toda su maravillosa biodiversidad.
Reunir los primeros US$ 30.000 necesarios para comprar las tierras les tomó a los Wessber tres años a partir de 1960. Gracias a ese y los siguientes esfuerzos, nuestro país cuenta hoy con esta Reserva cuya visitación va en aumento cada año. En 2014, el número total de visitantes entre extranjeros y nacionales fue de 11.715 personas.
La fundación de la Reserva de Cabo Blanco marca el momento en que Costa Rica inicia su política de conservación del entorno natural, ya que es la primera área protegida establecida con ese propósito específico. Su creación también fue un hito que impulsó el establecimiento del actual Sistema Nacional de Áreas de Conservación.
Actualmente “yo me iría hacia el área marítima de Cabo Blanco para conservar toda esa riqueza. En la parte terrestre, lo mejor es la posibilidad de conservar recurso hídrico” nos cuenta, Andrés Jiménez Solera, Administrador de la reserva en la zona llamada Cabuya (única en la que se permite la visitación, no así en la que conocemos como Mal País).
Aunque esa visitación, de nacionales y extranjeros, aumenta cada año, Solera considera que los visitantes lo hacen con bastante respeto y sin causar mayores daños, aunque puedan darse casos.
Al turista lo que más le interesa es caminar por esos estrechos y maravillosos senderos y el premio, adicional a esto, es llegar a la playa Cabo Blanco, un pequeño paraíso de arena blanca, que se acaricia con la vegetación de un bosque en transición de seco a húmedo, sin casas u otro tipo de construcciones.
Dentro de la reserva existen dos recursos culturales, ambos relacionados con el mar. Se trata de dos barcos naufragados: uno se encuentra ubicado frente a la playa Cabo Blanco, el cual aparenta tener unos 150 años.
Una punta de metal sobresale como testigo de este naufragio. El otro es el llamado Grand Ranger, que encalló en 1971 frente a playa Balsitas. Este barco, de gran tamaño, se observa en la actualidad ya muy deteriorado.
El sueño de Karen, en 1963, es hoy una maravillosa realidad que le proporciona a Costa Rica invaluable riqueza natural y también fuente de recursos económicos.