Emociones a flor de piel
Carmen Juncos cjuncos@larepublica.net | Viernes 28 noviembre, 2014
LITERATURA
Emociones a flor de piel
La visita de Julia Navarro al país permitió a Magazine conversar con ella sobre su más reciente novela y sobre el arte de narrar
Leer la más reciente novela de Julia Navarro, en cuatro días (con buena parte de sus noches) significó una maravillosa experiencia que mantuvo las emociones a flor de piel.
Pero también produjo permanentes y hondas reflexiones, sobre la condición humana. Sobre la forma en que evolucionan las sociedades en el mundo.
La historia de la humanidad ha avanzado entre guerras y guerras, entre las consecuencias del odio, ya sea este producido por los intereses políticos, económicos o religiosos.
Muchas veces estos intereses se mezclan, no siempre con las mejores intenciones y en la mayoría de los casos, dice Navarro, se azuzan los sentimientos de la gente para lograr ciertos propósitos.
En esta novela, con el enigmático título “Dispara, yo ya estoy muerto”, puede el lector/a, adentrarse en las profundidades del alma de innumerables personajes y en sus historias, todas ellas gravemente marcadas por decisiones que tomaron otros.
Son muchas las historias. Casi podría decirse que hay varias novelas dentro de esta. Pero está tan bien lograda la creación de los personajes, su psicología, su capacidad de resistencia ante la adversidad, sus ilusiones y grandes desilusiones, los escenarios en que se mueven, que podemos casi ver sus figuras, sus desplazamientos, su entorno, y sobre todo sus sentimientos.
Aunque “Dispara, yo ya estoy muerto” relata el impacto en el día a día en las vidas de las personas víctimas de conflictos que siempre han herido en cuerpo y alma a la humanidad, como las guerras, el odio, el genocidio, es también un hermoso acercamiento a diversas culturas, a la capacidad de la gente para comprender al otro aun dentro de la tragedia.
Esta obra pone delante de los ojos del lector momentos claves de la historia desde finales del siglo XIX hasta mediados del XX. Es un recorrido por ciudades emblemáticas como
San Petersburgo, París o Jerusalén.
“Los hombres siempre nos repetimos”, dice Julia Navarro. “Los grandes motores de la historia, positivos o negativos, han movido siempre la historia de la humanidad. Deberíamos haber aprendido”.
Pero si bien es cierto que nos repetimos, esta autora piensa que, al menos, esto nos sirve para analizar, para reflexionar más y quizás enfrentar las cosas de modo diferente o, en alguna medida, prevenirlas cuando se ven venir”.
Hoy tenemos mayor acceso a la información y lo tenemos de forma inmediata. Esto nos permite comprender mejor lo que nos habla una novela como esta, sobre los gigantescos problemas vividos por muchos pueblos y cómo estos frustraron todas sus ilusiones.
Sin embargo “soy optimista”, dice Navarro y creo que de algo nos sirve cada repetición de la historia.
Sin duda cada lector hará su propia lectura de este tomo, pero lo que tendrán en común es muchas horas de pleno disfrute de la lectura, mediante una obra que además de las virtudes ya nombradas, está muy bien contada.
Carmen Juncos
cjuncos@larepublica.net