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¿Es tiempo de una reforma estructural a la educación superior en Costa Rica?

Jorge Solano jorge.solano@sciencespo.fr | Miércoles 23 octubre, 2019

Jorge Solano

Al no haber realizado mis estudios universitarios en Costa Rica, me considero un espectador y analista amateur de la educación superior, tanto pública como privada, se me hace muy interesante ver los grandes retos que esta presenta, y cómo cada día está más claro que es prioridad nacional realizar cambios estructurales que muy pocos se animarán a tan siquiera plantear, es por eso que me atrevo, en breves palabras, a plantear problemas o ideas que seguramente una gran mayoría conoce, pero pocos buscan cambiar.

¿No es la educación pública el medio por excelencia para disminuir las grandes diferencias socioeconómicas?

Sin duda alguna este fue el caso para muchos, pero hoy en día para las nuevas generaciones, en Costa Rica, se puede observar lo contrario, para poder estudiar en una universidad pública, se tiene que tener tiempo, y mucho, no solo por los horarios que hacen casi imposible que el estudiante estudie y trabaje, si no porque una carrera que debería de durar 4 o 5 años termina tomándole al estudiante 6, 7 o más, o como en el caso de muchos, no logrará terminar nunca porque después de años de estudio, la satisfacción de un salario inmediato en servicio al cliente en una trasnacional le ofrece más que seguir con su carrera. Siendo así es como encontramos doctores, abogados, y científicos solucionando problemas técnicos de “países desarrollados”. Y es de entender, si se pierde un curso por a o por b, no es normal que un estudiante tenga que esperar un año para volver a llevar el curso y poder graduarse, esto no solo lleva al estudiante a un grado de frustración importante, sino que también tiene un costo en la cartera del estado.

Mientras en países como Francia, Alemania, y en general en la Unión Europea un estudiante obtiene su bachillerato y su maestría en 5 años, en Costa Rica la medida vendría equivaliendo a 7 o 8 años. 2 o 3 años más de becas, subsidios, salarios y lo más importante, el tiempo del estudiante, que si no puede ser apoyado por su familia, tendrá que hacer mil acrobacias para sobrevivir todos estos años.

Esto, obviamente termina expulsando a los estudiantes de bajos recursos de las universidades públicas, obligándolos a terminar sus estudios en universidades privadas donde se les garantiza que se podrán graduar más rápido. Pero, ¿a qué costo? Mi nivel de indignación al escuchar familiares y amigos contarme cómo son obligados a pagar por cursos de inglés, aunque no estén obligados a ir a las clases porque su nivel es superior, o talleres y excursiones mediocres con costos exorbitantes porque es obligatorio para graduarse, es inmoral. Sin hablar de las altas mensualidades y préstamos con tasas altas a las que son obligados a acceder si quieren poder trabajar y estudiar al mismo tiempo. Mas aun ahora que la Comisión Nacional de Préstamos para la Educación (Conape), años después de dar prestamos sin planificación, decide venir a ser más precavido con el dinero, decidiendo arbitrariamente cortarle la única vía a muchos jóvenes talentosos que se están viendo obligados a ir a banco privados y estatales porque su carrera soñada no está en una lista determinada.

Habrá quienes me llamen comunista o neoliberal, pero ¿quiénes son los verdaderos beneficiados del negocio de la educación superior en Costa Rica? Pues los hay en ambos bandos, los dueños de las universidades privadas que se han encargado muy bien de mantener contentos a quienes les convienen para que arbitrariedades en los costos sean invisibles a los ojos de los reguladores, y los que se escuden como fieles defensores de la educación pública, que lo único que defienden son sus anualidades, salarios y pensiones, utilizando a los estudiantes como escudo para garantizarse sus privilegios, y es importante aclarar, el sector público tiene que ofrecer salarios competitivos para tener profesores capacitados que garanticen el calidad del aprendizaje de los estudiantes, pero no mantener salarios exorbitantes y beneficios a una reducida élite académica, sobre todo en tiempos en los que todo el país se está ajustando a reformas.

La solución no la tengo, pero es claro que Costa Rica se está disparando en el pie al no hacer un cambio urgente en el sistema de educación superior, y si bien es cierto el problema va más allá de la educación superior, programas como la educación dual solo son medidas paliativas para un sistema obsoleto, es necesario una reestructuración del sistema. Regulaciones, recortes de salarios, horarios más flexibles, universidades semipúblicas, becas para quien realmente lo necesite, TCUs más cortos pero con mayor significado, y un Conape más estructurado, son acciones que no tomarán años, el gran problema recae en que una vez más a los ticos y las ticas les cuesta el cambio, se resisten a ello, les da miedo, y tanto estudiantes como sindicatos se irán a las calles sin exigir lo que realmente deberían: una reforma estructural a la educación superior que garantice el acceso a la educación sin importar el nivel socioeconómico.

Jorge Solano

Consultor internacional, consejero universitario y politólogo graduado del Instituto de Estudios Políticos de París (Sciences Po, París).

Twitter: @Jedusolano

Email: jorge.solano@sciencespo.fr







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