Estado del empleo público, entre otros retos
| Jueves 29 enero, 2015
El Primer Poder de la República (los señores diputados) deberían asumir el estudio de la situación del empleo público y aprobar una ley que obligue a claridad, justicia y transparencia de lo que se hace con los recursos públicos
Estado del empleo público, entre otros retos
Los premios que se pagan a empleados de los bancos estatales por hacer bien su labor, así como los incentivos que reciben empleados de la Junta de Administración Portuaria y de Desarrollo Económico de la Vertiente Atlántica (Japdeva) gracias a la convención colectiva que las juntas directivas aceptaron firmar en su oportunidad, son apenas dos ejemplos (diferentes) del estado del empleo público en el país.
En el primer caso la situación se transparenta gracias a investigaciones hechas y divulgadas por la Contraloría General de la República donde se informó que el 23% de las ganancias de tres bancos estatales (unos ¢99.000 millones), entre 2006 y 2012, se usó para pagar premios por productividad a casi 12 mil empleados.
El caso de los funcionarios de Japdeva ha sido más divulgado y ocasionó polémica recientemente con ocasión de las manifestaciones y acciones del sindicato de esa entidad por la llegada de APM Terminals a Limón, la terminal a cuya construcción y operación se opusieron.
Pero sabemos (lo saben la mayoría de los costarricenses) que hay muchos más casos de acuerdos especiales para determinados grupos de funcionarios públicos, que mantienen una situación de desigualdad que debe corregirse.
Para ello debería darse la correspondiente tramitación a una nueva ley de empleo público que estableciera —no de forma antojadiza, o sin criterios técnicos— el pago de las planillas de todo el sector público.
Sabemos de lo sensible del tema pero el Primer Poder de la República (los señores diputados) deberían asumir el estudio de la situación del empleo público y aprobar una ley que obligue a claridad, justicia y transparencia de lo que se hace con los recursos públicos.
Una democracia que busca ser cada vez más madura, como la nuestra, no puede soslayar la presencia de situaciones que en muchos casos pueden haber surgido, entre otros factores, por la práctica del clientelismo político, que tanto daño ha venido haciendo a Costa Rica.
Con cada situación que sale a la luz pública y que merece estudio porque no está claro si es lo mejor, podemos aprender, a la vez que distinguir, entre aquello que nos hizo progresar acertadamente y aquello que fue un desacierto originado en razones espurias y que debe modificarse.
Hoy tenemos enfrente el gran reto, como país, de multiplicar esfuerzos para limpiar y ordenar la casa, tanto como para adquirir conocimientos, propiciar y facilitar la aplicación del talento, innovar y producir con eficiencia y eficacia.
Solo si contamos con esto a lo interno, estaremos en las mejores condiciones de interactuar en todos los aspectos con el resto del mundo que es hoy nuestra gran casa.