Inflación se desploma
Wilmer Murillo wmurillo@larepublica.net | Viernes 03 julio, 2009
Precios en junio cayeron a su menor nivel en 39 años pero consecuencias no serían benignas
Baja inflación reflejaría estado de parálisis
Variación interanual llegó al 8,20%, la menor en siete años
La inflación acumulada de solo un 1,21% entre enero y junio estaría proyectando que al finalizar el año no sobrepasará el 3%.
Solamente en junio, el crecimiento de los precios fue del 0,17%, el nivel más bajo para ese mes desde 1970.
En tanto que la variación interanual llegó al 8,20%, la más baja en los últimos siete años.
Son niveles de precios históricos y extraordinariamente bajos que sorprenden el planteamiento que hizo el Banco Central a mediados de año, cuando la meta de inflación era del 7%. Al principios la meta que se proponía alcanzar para 2009, era del 9%.
Un nivel bajo de inflación refleja una estabilidad en los precios de los productos, además permite a los consumidores mantener su poder adquisitivo, permitiendo a las familias manejar más adecuadamente su presupuesto.
La baja inflación que debería dar motivos para alegrarse, en realidad tiene un efecto adverso, porque estaría reflejando una parálisis de la economía costarricense.
Los economistas han planteado que una inflación tan baja no es algo sano para la economía, pues en alguna medida evidencia que hay problemas de liquidez en la calle. Es decir, que no se está moviendo el dinero en el mercado.
La gente no estaría disponiendo de suficiente dinero para destinarlo a una diversidad de gastos. Por el contrario, el consumidor enfrenta restricciones para incurrir en ellos.
Es algo que explica por qué los negocios han aumentado sus ofertas para atraer clientes y poder vender sus mercancías.
De tal modo que una inflación alta, o una muy baja son dos extremos muy delicados.
La baja inflación podría estar reflejando que la gente no consume y si ello ocurre las empresas no venden y despiden personal.
En el mejor de los casos no contratan nuevos trabajadores. Es un círculo vicioso que genera desempleo y pobreza.
La reducida inflación no se atribuye, por otra parte, a un resultado de las políticas del Banco Central, sino a la debilidad de la economía. La política de la autoridad monetaria por el contrario no es expansiva y hasta ahora no pretende serlo.
Los mismos bancos están cuidando sus recursos. Aunque el crédito no está cerrado, los bancos requieren un análisis muy exhaustivo de los clientes para otorgarlo. Las condiciones son más duras ahora que en el pasado.
Por ejemplo, el crédito entre diciembre y mayo se incrementó apenas un 1,9%, de acuerdo con cifras de la Superintendencia de Entidades Financieras
Por otro lado, el Producto Interno Bruto (PIB) se contrajo un 4,9% en el primer trimestre del año, explicado también por el debilitamiento en la inversión privada.
Asimismo, la inflación y la devaluación determinan la dirección de las tasas de interés.
A pesar de que las expectativas de inflación se han reducido, dada la marcada disminución en la tasa de crecimiento del nivel de los precios, la probabilidad de que el tipo de cambio se siga ubicando en el nivel de la banda superior y la posibilidad de una mayor necesidad de captación de recursos del público por parte del Ministerio de Hacienda, son algunos de los elementos que podrían generar mayores presiones al alza en las tasas de interés, dijeron especialistas de Aldesa.
La única forma posible actualmente para que la inflación crezca es que se desate un conflicto bélico que dispare los precios del petróleo, la escasez de alimentos o un escenario mundial más complicado para que alcance ese nivel.
Sin embargo, tal pareciera que los elementos de mayor peso en la canasta básica no van a registrar cambios importantes.
En el caso de la electricidad, se anuncia una disputa por una disminución del 14% en las tarifas, y en el de los combustibles, los precios de $70 el barril están contemplados en la estrategia macroeconómica del Banco Central.
La inflación es calculada a través de una fórmula cuyo valor no se extrae mediante la suma de los índices mensuales.
Pero si se anualiza la variación acumulada durante los primeros seis meses, sería de tan solo 2,42% al concluir diciembre de 2009.
Esta variable podría ser movida solo de haber un evento extraordinario para que sobrepase el 7%, o un solo mes con una inflación del 1,5%, dijeron fuentes del Instituto Nacional de Estadística y Censos.
La tesis es compartida por especialistas. “Esperaríamos ver mínimos en la inflación interanual después de agosto, donde la inflación podría llegar por debajo del 5%”, dijo Mariany Espinoza, analista de INS Valores
El Indice de Precios al Consumidor (IPC) se mide a través de una canasta de consumo compuesta por 292 bienes y servicios, de los cuales un 56% aumentó de precio en junio, un 30% bajó y un 14% se mantuvo igual.
“El problema es que contraer mucho usualmente va asociado a un nivel de desempleo alto, y eso en nada mejora la dinámica de la producción”, dijo Martín Parada, director de la escuela de Economía de la Universidad Nacional.
Por tanto, el tener inflación baja pero a un costo alto, como lo es una elevada tasa de desempleo y restricciones en la inversión, tampoco sería tan beneficioso.
“Al haber una deflación, productos como pastas, atún y harina han bajado, afectando el presupuesto de ventas”, puntualizó Guillermo Aguilar, gerente de Perimercados.
Wilmer Murillo
wmurillo@larepublica.net
Colaboró el periodista Daniel Chacón
Baja inflación reflejaría estado de parálisis
Variación interanual llegó al 8,20%, la menor en siete años
La inflación acumulada de solo un 1,21% entre enero y junio estaría proyectando que al finalizar el año no sobrepasará el 3%.
Solamente en junio, el crecimiento de los precios fue del 0,17%, el nivel más bajo para ese mes desde 1970.
En tanto que la variación interanual llegó al 8,20%, la más baja en los últimos siete años.
Son niveles de precios históricos y extraordinariamente bajos que sorprenden el planteamiento que hizo el Banco Central a mediados de año, cuando la meta de inflación era del 7%. Al principios la meta que se proponía alcanzar para 2009, era del 9%.
Un nivel bajo de inflación refleja una estabilidad en los precios de los productos, además permite a los consumidores mantener su poder adquisitivo, permitiendo a las familias manejar más adecuadamente su presupuesto.
La baja inflación que debería dar motivos para alegrarse, en realidad tiene un efecto adverso, porque estaría reflejando una parálisis de la economía costarricense.
Los economistas han planteado que una inflación tan baja no es algo sano para la economía, pues en alguna medida evidencia que hay problemas de liquidez en la calle. Es decir, que no se está moviendo el dinero en el mercado.
La gente no estaría disponiendo de suficiente dinero para destinarlo a una diversidad de gastos. Por el contrario, el consumidor enfrenta restricciones para incurrir en ellos.
Es algo que explica por qué los negocios han aumentado sus ofertas para atraer clientes y poder vender sus mercancías.
De tal modo que una inflación alta, o una muy baja son dos extremos muy delicados.
La baja inflación podría estar reflejando que la gente no consume y si ello ocurre las empresas no venden y despiden personal.
En el mejor de los casos no contratan nuevos trabajadores. Es un círculo vicioso que genera desempleo y pobreza.
La reducida inflación no se atribuye, por otra parte, a un resultado de las políticas del Banco Central, sino a la debilidad de la economía. La política de la autoridad monetaria por el contrario no es expansiva y hasta ahora no pretende serlo.
Los mismos bancos están cuidando sus recursos. Aunque el crédito no está cerrado, los bancos requieren un análisis muy exhaustivo de los clientes para otorgarlo. Las condiciones son más duras ahora que en el pasado.
Por ejemplo, el crédito entre diciembre y mayo se incrementó apenas un 1,9%, de acuerdo con cifras de la Superintendencia de Entidades Financieras
Por otro lado, el Producto Interno Bruto (PIB) se contrajo un 4,9% en el primer trimestre del año, explicado también por el debilitamiento en la inversión privada.
Asimismo, la inflación y la devaluación determinan la dirección de las tasas de interés.
A pesar de que las expectativas de inflación se han reducido, dada la marcada disminución en la tasa de crecimiento del nivel de los precios, la probabilidad de que el tipo de cambio se siga ubicando en el nivel de la banda superior y la posibilidad de una mayor necesidad de captación de recursos del público por parte del Ministerio de Hacienda, son algunos de los elementos que podrían generar mayores presiones al alza en las tasas de interés, dijeron especialistas de Aldesa.
La única forma posible actualmente para que la inflación crezca es que se desate un conflicto bélico que dispare los precios del petróleo, la escasez de alimentos o un escenario mundial más complicado para que alcance ese nivel.
Sin embargo, tal pareciera que los elementos de mayor peso en la canasta básica no van a registrar cambios importantes.
En el caso de la electricidad, se anuncia una disputa por una disminución del 14% en las tarifas, y en el de los combustibles, los precios de $70 el barril están contemplados en la estrategia macroeconómica del Banco Central.
La inflación es calculada a través de una fórmula cuyo valor no se extrae mediante la suma de los índices mensuales.
Pero si se anualiza la variación acumulada durante los primeros seis meses, sería de tan solo 2,42% al concluir diciembre de 2009.
Esta variable podría ser movida solo de haber un evento extraordinario para que sobrepase el 7%, o un solo mes con una inflación del 1,5%, dijeron fuentes del Instituto Nacional de Estadística y Censos.
La tesis es compartida por especialistas. “Esperaríamos ver mínimos en la inflación interanual después de agosto, donde la inflación podría llegar por debajo del 5%”, dijo Mariany Espinoza, analista de INS Valores
El Indice de Precios al Consumidor (IPC) se mide a través de una canasta de consumo compuesta por 292 bienes y servicios, de los cuales un 56% aumentó de precio en junio, un 30% bajó y un 14% se mantuvo igual.
“El problema es que contraer mucho usualmente va asociado a un nivel de desempleo alto, y eso en nada mejora la dinámica de la producción”, dijo Martín Parada, director de la escuela de Economía de la Universidad Nacional.
Por tanto, el tener inflación baja pero a un costo alto, como lo es una elevada tasa de desempleo y restricciones en la inversión, tampoco sería tan beneficioso.
“Al haber una deflación, productos como pastas, atún y harina han bajado, afectando el presupuesto de ventas”, puntualizó Guillermo Aguilar, gerente de Perimercados.
wmurillo@larepublica.net
Colaboró el periodista Daniel Chacón