Juan Diego Castro: “La Corte es un monstruo peligroso”
Esteban Arrieta earrieta@larepublica.net | Sábado 25 octubre, 2014
Abogado cree que poder político y judicial se mezclaron
Juan Diego Castro: “La Corte es un monstruo peligroso”
Asegura que el enfoque de Código Procesal Penal favorece a los hampones y no a las víctimas
Casi tres décadas de recorrer los pasillos de la Corte y los tribunales le sirven a Juan Diego Castro, abogado penalista, para hablar con propiedad del sistema judicial.
Esa mixtura va en detrimento de la ciudadanía que ve alejada la justicia que requiere.
Para él, los partidos tienen sus fichas a lo interno de la Corte y eso se debe a la “Constitución Política cacreca, esclerótica e inservible” que rige el país.
“A la Corte hay que reencauzarla porque perdió su norte porque los políticos la han convertido en un monstruo peligroso, compuesto por magistrados intocables que responden a intereses políticos y nombrados de por vida”, dice el abogado.
“La cúpula política judicial está aislada en su torre de travertino, alejada de las necesidades de justicia del pueblo”, ¿por qué asevera eso?
Hay que explicar la frase en varias dimensiones. Primero, se debe desmitificar la idea de que los magistrados son solo jueces de la República, cuando la verdad es que son funcionarios que responden a partidos políticos. Ellos son escogidos y reelegidos por los diputados y para ser electos, hay que hacer componendas o pactos políticos.
Por otra parte, ¿por qué aseguro que están en una torre de travertino? Muy sencillo, porque los magistrados son incapaces de imaginarse un nuevo Poder Judicial, que escuche el clamor de justicia de la sociedad civil.
Si son nombramientos políticos, ¿por qué no son tan visibles las diferencias?
Como le dije, los magistrados son políticos que son electos por los partidos, principalmente del PUSC y del PLN. Del PAC solo hay uno en estos momentos.
La paz que se ve en la Corte es ficticia, pues por ejemplo, Zarela Villanueva, presidenta de la Co, y José Manuel Arroyo, vicepresidente de la Corte, son como las placas tectónicas de Cocos y el Caribe, basta un leve movimiento para que se dé un terremoto político.
¿Cómo se deben escoger los magistrados para evitar que respondan a intereses políticos?
No se puede discutir la elección de los magistrados sin antes debatir una reforma a la Constitución Política, la cual, es esclerótica e inservible.
En lo personal, considero que los magistrados deben escogerse entre los jueces de carrera, no entre profesores y abogados litigantes.
Asimismo, debe ser la culminación de una carrera inmaculada en el ámbito judicial.
El Consejo Superior del Poder Judicial con representación de la sociedad civil, del Colegio de Abogados y de otras organizaciones y en el que no participen los magistrados, debe seleccionar a los postulantes, para que después la Asamblea Legislativa solo ratifique a los magistrados. Así se eliminan los nexos.
Usted me habla de reinventar la justicia, pero ¿cómo hacerlo cuando el poder político y el judicial son solo uno y no quiere impulsar un cambio?
Nosotros tenemos un ordenamiento jurídico mitológico, hablan en nombre del legislador, pero, ¿quién es el legislador? El legislador es un político de carne y hueso, con mil intereses y a veces manipulado por quienes le financiaron la campaña.
¿Qué es el ordenamiento jurídico? Una bodega llena de leyes hecha por señores con intereses.
Ahora bien, para responderle. Derecho, política y justicia, conforman una trenza que no se puede desatar, entonces, ¿cómo reinventar la justicia sin reinventar el Estado?
En Costa Rica la separación de poderes no funciona y eso solo se arregla atacando el cáncer y teniendo control de todo el cuerpo. Ni el Poder Judicial ni el Estado se reinventan desde hace más de 50 años. Hay que arreglarlo todo.
¿Cuánto poder tiene la Corte?
En este momento tenemos un super Poder Judicial.
Además de la administración de justicia que le corresponde por ley, el Poder Judicial tiene la Corte Constitucional, lo cual, les da un poder político a los magistrados que no es sano. Imagine que en España y Francia la Sala Constitucional está fuera de la Corte.
Por si eso fuera poco, el Poder Judicial de Costa Rica es el único en el mundo, que es jefe de la policía más especializada, poderosa y estable de un país. A eso hay que agregarle que también nombra al fiscal y que tiene bajo su jurisdicción a la Defensa Pública.
También, el jefe de la policía judicial es el jefe de los laboratorios forenses y del departamento de medicina legal, lo cual, no es sano para la democracia. Eso solo sucede en Costa Rica.
A la Corte hay que reencauzarla, perdió su norte porque los políticos la han convertido en un monstruo peligroso, compuesto por magistrados intocables que responden a intereses políticos y nombrados de por vida.
¿Cómo se traduce todo esto en la administración de la justicia?
En una justicia deficiente. Lo más lamentable es que algunas personas buscan una resolución alterna de conflictos, lo cual no es otra cosa que la justicia privada. Tenemos ajusticiamientos, linchamientos y otras cosas en Costa Rica.
¿Es la ley penal pensada para favorecer a las víctimas o a los delincuentes?
Yo conozco las tripas del monstruo pues tengo un cuarto de siglo de ejercer el derecho y sé que todo se debe a un negocio corrupto que se hizo hace años por un pequeño grupo que todavía está en la Corte.
Esas personas hacían consultorías en el extranjero y se unieron con unos argentinos también consultores, para redactar un código procesal penal, que defiende a los hampones y no a las víctimas.
Es importante destacar que esos suramericanos no lograron vender en ninguna otra parte del mundo ese texto.
Detrás de todo esto ha existido un negocio escandaloso.
¿Por qué dice que favorece a los imputados?
Porque el Código Procesal Penal es el único del mundo que les prohíbe a los policías interrogar a los sospechosos.
Acá encuentran un violador con la ropa manchada de sangre y el policía no puede preguntar nada y utilizar la declaración como prueba.
¿Cómo debe ser un Código Penal ideal para Costa Rica?
Lo primero, es que hay que rebajar todas las penas a la mitad, pero eso sí, hacer cumplir las sentencias en la cárcel en su totalidad, pues de nada sirve meter a un carajo 60 años de cárcel, cuando a final solo cumple diez.
Por otra parte, hay que humanizar el proceso, tener una policía y fiscalía bien entrenadas y jueces mejor capacitados.
Esteban Arrieta
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