“Las abejas están muriendo y los humanos no están muy lejos” (Steven Magee)
Alberto Salom Echeverría albertolsalom@gmail.com | Martes 08 junio, 2021
Mientras nuestro mundo continúa atribulado por tantos problemas claramente visibles como la pandemia del COVID-19, el calentamiento global, y en nuestra sociedad -pero también en el mundo entero- el desempleo, el hambre, las personas que carecen de techo, la discriminación y el maltrato humano, apenas un grupo minoritario de seres humanos es el que percibe -como dice Magee- que las abejas se están extinguiendo. Son menos aun los que entienden que con ellas la especie humana en muy corto tiempo desaparecería (cuatro años quizás, nos dijo Maurice Maeterlinck, dramaturgo y ensayista belga que vivió entre el siglo XIX y XX). Así de crudo como lo dejo escrito. Es por ello qué me he ocupado en este artículo de las abejas y su importancia para la vida en todo el planeta, antes de abordar otros temas que pudieran parecer más urgentes. Todo indica que el ser humano tiene la manía de ocuparse de los problemas solo cuando ya los tenemos encima y nos están asfixiando, no obstante que posee inteligencia creativa y raciocinio. Procrastinamos o postergamos todo lo demás, algunas veces cuando ya es demasiado tarde para acometer su solución de una manera planificada.
“Las hermosas flores me avergüenzan. Me hacen arrepentirme de no ser una abeja.” Emily Dickinson.
Las Abejas están en nuestro mundo desde hace unos 125 millones de años. Llegaron por supuesto junto con las plantas que tienen flor y forman con ellas una simbiosis extraordinaria. No vive la una sin la otra. Lo interesante es que gracias a la estructura reproductiva de las plantas “angiospermas” la interacción de las abejas con dichas plantas dio lugar a una espectacular diversificación de las abejas. Las plantas angiospermas “son plantas cuyos carpelos forman una cavidad cerrada u ovario, dentro de la cual están los óvulos” (Cfr. Diccionario de la Real Academia, edición del Tricentenario. México, 2014). Sin embargo, con todo y su diversidad, hoy se encuentra amenazada la supervivencia de todas las especies de abejas. (Hay más de 20.000 especies diferentes, una de las más conocidas por el ser humano es la abeja de la miel.)
Tiene que estar pasando algo realmente extraordinario para que se esté produciendo semejante declive en las diferentes especies de abejas. La explicación responde a la acción depredadora de la especie humana. Nos referimos en concreto, al uso de pesticidas en forma indiscriminada; el ser humano ha provocado la destrucción de los hábitats naturales de estos fabulosos insectos; en particular no ha habido capacidad ni control sobre la agricultura de aquellos ecosistemas dentro de los cuales se reproduce la población de abejas; con frecuencia se producen especies agrícolas, además de extrañas al ecosistema, sobre los que se fumiga con insecticidas, se aplican fertilizantes, o herbicidas que tienen efectos perversos sobre la vida de las abejas y de los mismos ecosistemas en general. Muere la flor, mueren las abejas y viceversa. En efecto, el 90% de las especies agrícolas desaparecidas en el mundo, ha sido debido al uso de pesticidas y a la deforestación provocada por la mano humana. (Cfr. Libro Rojo de especies amenazadas).
La especie humana, ya usaba los productos de las abejas hace 9.000 años, desde los inicios de la domesticación de plantas y animales. Hablamos claro está de la miel, el polen, la cera, el propóleo, la jalea real, etc. Los productos provenientes de las abejas tienen efectos antivirales, antisépticos, antiinflamatorios, cicatrizantes y antioxidantes. Este último significa que repara las células, es relajante del sistema inmune. El propóleo, es una sustancia procedente de la savia de algunos árboles. La sustancia es recolectada por las abejas con el objeto de proteger las colmenas. También tiene propiedades medicinales, particularmente para tratar enfermedades respiratorias. En el caso de las abejas silvestres, contribuyen con la calidad y cantidad del 85% de los cultivos, de cuyos productos depende la mayor parte de los alimentos de consumo diario de la población humana en diferentes contextos. Por eso podemos afirmar con total seguridad que, del bienestar de las abejas, de su supervivencia depende la especie humana y una numerosa cantidad de especies de flora silvestre y doméstica.
Por todos los beneficios de las abejas, domésticas y silvestres, me enamoré de una hermosa frase que encontré del profeta y poeta Khalil Gibrán que dice: “Para las abejas la flor es la fuente de la vida. Para las flores, la abeja es la mensajera del amor.” (Gibrán nace en el Líbano el 6 de enero de 1883, de donde emigra hacia los Estados Unidos. Muere en 1931, un 10 de abril.)
“Los hombres de experimento son como la hormiga; solo recolectan y usan. Pero la abeja recoge sus materiales de las flores del jardín del Campo.” Leonardo Da Vinci.
“Creemos que podemos hacer miel sin compartir el destino de las abejas, pero en realidad no somos más que abejas pobres, destinadas a cumplir nuestra tarea y luego morir.” Muriel Barbery.
La Real Sociedad Geográfica de Londres y el Earth Watch Institute denominaron a las abejas ´los animales más importantes del mundo´, por ser el único ser en todo el planeta que no propaga ningún tipo de enfermedad, ya sea por medio de hongos, virus o bacterias, dado que no transportan nunca patógenos. (Cfr. fundaciónaquae.org/la-abeja-en-peligro-de-extinción). Asimismo, el Centro de emprendimiento de Apicultura de la Universidad Mayor y la Corporación de Apicultura de Chile, afirmaron producto de sus investigaciones que un porcentaje cercano al 70% de la producción mundial se da producto de las abejas. De tal magnitud es su importancia en el mundo contemporáneo. Por eso, como dijera William Blake, poeta romántico, pintor y grabador británico que nació a mediados del siglo XVIII, “La abeja ocupada no tiene tiempo para la tristeza.” Complemento lo anterior con la frase de San Juan Crisóstomo cuando afirmó que “La abeja es más honrada que otros animales, no porque trabaje, sino porque trabaja para los demás.”
Hoy que el planeta entero está exhausto ante la mayor de todas las pandemias, el calentamiento global y el cambio climático, hasta que se produjo la COP 21 en París en el año 2015, muchas de las élites políticas y económicas del mundo no terminaban de dar crédito a las evidencias aportadas por la ciencia que sitúa al ser humano (antropocentrismo) y los sistemas productivos sustentados en la producción de hidrocarburos, como los factores clave responsables principales de la gran amenaza que se cierne sobre la Madre Tierra. Las abejas no escapan a esta amenaza, son parte de su impacto y se han visto envueltas en la vorágine del calentamiento del planeta. “Las sequías producidas por el cambio climático podrían afectar el rendimiento de la producción apícola…De acuerdo al (sic) investigador Johan Van Veen del Centro de Investigaciones Apícolas y Tropicales de la Universidad Nacional (UNA), el cambio climático ha venido disminuyendo la población de abejas.” (Cfr. Rodríguez, Sebastián. “El Cambio Climático amenaza la miel, pero los Apicultores no se dan por Vencidos.” Universidad Nacional. Mayo 19,2017).
Tenemos mucho que hacer y lo podemos hacer, con humildad, sabiduría, cooperación y entendiendo que la especie humana es parte de un todo. Las abejas forman parte de ese todo de una manera muy importante.