Las mujeres y el vino
Carmen Juncos cjuncos@larepublica.net | Lunes 23 junio, 2008
Con Sumo
Las mujeres y el vino
Carmen Juncos
cjuncos@larepublica.net
Tuve ocasión de participar recientemente en algunas actividades con una sommelier argentina que estuvo en el país por muy pocos días, invitada por el Restaurante Chateau 1525. Como saben, un sommelier es un profesional que asesora a los consumidores y a los industriales del ramo en materia de vinos u otras bebidas (con o sin alcohol) y productos gourmet.
El encuentro fue interesante desde diversos puntos de vista. En primer lugar, el hecho de que la sommelier Fernanda Orellano llegara aquí por una razón muy concreta: se abrirá una escuela de sommelier en el país y ella, siendo la directora académica y docente de la Escuela de Sommeliers de Argentina, fue escogida para ello debido al prestigio de esa entidad.
Todo se debe al gusto que se desarrolla rápidamente en el país por la gastronomía y el consumo de vino, por lo cual se piensa en la contribución que pueden ofrecer los sommeliers en restaurantes y en todo lo relacionado con esa industria. Podremos ser mejores consumidores de vinos al intensificar el disfrute de esa bebida pero con moderación y responsabilidad.
Por otro lado, lo interesante es ver como la mujer ha ido tomando una posición en el mundo de la vitivinicultura y del consumo mismo del vino, lo cual tradicionalmente se consideró en general una práctica masculina a pesar del gran aporte femenino a esa industria y a la economía colonial en general.
Las actividades a las que me refiero, con la sommelier argentina, fueron una conferencia de prensa, un taller y un almuerzo, durante los cuales pude observar cómo una mujer hablando de vinos mantuvo completamente cautiva a una audiencia masculina. Sin duda, un ejemplo más de la capacidad de las mujeres para adquirir conocimientos y tomar posición donde antes solo el hombre tenía la palabra.
Cosas que me causan tanta admiración y agrado como cuando veo a jóvenes amigos asumiendo con propiedad, soltura y orgullo tareas que antes fueron exclusivas del sexo femenino.
Dos hechos que pueden causar un cambio positivo también en nuestra actitud como consumidores al significar una superación de nuestra cultura.
Las mujeres y el vino
Carmen Juncos
cjuncos@larepublica.net
Tuve ocasión de participar recientemente en algunas actividades con una sommelier argentina que estuvo en el país por muy pocos días, invitada por el Restaurante Chateau 1525. Como saben, un sommelier es un profesional que asesora a los consumidores y a los industriales del ramo en materia de vinos u otras bebidas (con o sin alcohol) y productos gourmet.
El encuentro fue interesante desde diversos puntos de vista. En primer lugar, el hecho de que la sommelier Fernanda Orellano llegara aquí por una razón muy concreta: se abrirá una escuela de sommelier en el país y ella, siendo la directora académica y docente de la Escuela de Sommeliers de Argentina, fue escogida para ello debido al prestigio de esa entidad.
Todo se debe al gusto que se desarrolla rápidamente en el país por la gastronomía y el consumo de vino, por lo cual se piensa en la contribución que pueden ofrecer los sommeliers en restaurantes y en todo lo relacionado con esa industria. Podremos ser mejores consumidores de vinos al intensificar el disfrute de esa bebida pero con moderación y responsabilidad.
Por otro lado, lo interesante es ver como la mujer ha ido tomando una posición en el mundo de la vitivinicultura y del consumo mismo del vino, lo cual tradicionalmente se consideró en general una práctica masculina a pesar del gran aporte femenino a esa industria y a la economía colonial en general.
Las actividades a las que me refiero, con la sommelier argentina, fueron una conferencia de prensa, un taller y un almuerzo, durante los cuales pude observar cómo una mujer hablando de vinos mantuvo completamente cautiva a una audiencia masculina. Sin duda, un ejemplo más de la capacidad de las mujeres para adquirir conocimientos y tomar posición donde antes solo el hombre tenía la palabra.
Cosas que me causan tanta admiración y agrado como cuando veo a jóvenes amigos asumiendo con propiedad, soltura y orgullo tareas que antes fueron exclusivas del sexo femenino.
Dos hechos que pueden causar un cambio positivo también en nuestra actitud como consumidores al significar una superación de nuestra cultura.