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Viernes, 20 de septiembre de 2024



FORO DE LECTORES


Los desafíos de Guanacaste a la luz de los 200 años de la Anexión del partido de Nicoya a Costa Rica

Juan Carlos Romero Gutiérrez. consultoraneotropical@gmail.com | Jueves 25 julio, 2024


JC


Juan Carlos Romero Gutiérrez

Santa Cruz de Guanacaste: 25 de julio de 2024

Lejos de lo que propios y extraños piensan, promueven e incluso nos enorgullecemos al punto de haber quedado plasmado en las más bellas canciones, Guanacaste, no es sólo un bosque seco, ni mucho menos una pampa. Es decir, no es una región plana semi desértica de vegetación achaparrada; si fuese eso, sin duda también tendría su encanto, pero sobre todo no estaríamos en el paralelo 10° norte del Ecuador y 84° oeste del Meridiano de Greenwich, sino en Suramérica y en lugar de los maravillosos sabaneros y todo lo que nuestra cultura encierra, seríamos entonces descendientes de los gauchos.

De hecho contamos con cinco de las doce zonas de vida existentes en Costa Rica y cerca del 60% de nuestro territorio se localiza por encima de los 500 metros sobre el nivel del mar m.s.n.m, desde los bosques húmedos basales a cero metros hasta los bosques muy húmedos premontanos (bmh-P) y bosque pluvial premontano (bp-P) precisamente en los volcanes Tenorio, Orosí, Cacao y el Rincón de la Vieja con una altura máxima de 2.028 m.s,n.m.

Propongo entonces, en honor a la celebración del Bicentenario de nuestra anexión cambiar la visión romántica y distorsionada del paisaje guanacasteco para reconocer una realidad poco declarada. Lo cierto es que la cuenca del río Tempisque, con 5.455 kilómetros cuadrados, es la más extensa de Costa Rica. Lamentablemente fue la cuna de la agricultura extensiva en el siglo XX y con ello, el escenario de los mayores desastres y desperdicios socio ambientales y económicos de la historia patria. No en vano, desde los años noventa la cuenca hidrográfica muestra un balance hídrico negativo debido a que en el bajo Tempisque se explota más agua de la que el sistema natural puede producir.

Primero, explotamos nuestro capital natural, para hacer las sabanas antrópicas que requería la gran hacienda ganadera y luego, a mediados del siglo XX, dichas extensiones fueron requeridas para la ganadería extensiva merced al mercado de la carne promovido para abastecer a las tropas de EEUU en la guerra de Vietnam. También para promover ya en la década de los setentas y en adelante, la mal llamada revolución verde o la Guanacaste agroindustrial con la siembra de algodón, caña y arroz e incluso de la mano del Estado empresario con empresas fallidas como la Central Azucarera del Tempisque (Catsa) y Algodones de Costa Rica (Alcorsa).

Posteriormente, las tierras fueron utilizadas como parte del fomento agropecuario de monocultivos impulsado por la banca estatal y las instituciones del ramo, a punta del abuso de agroquímicos, intervención que concluyó con la destrucción de la cultura agrícola local y la adopción de pésimas prácticas agropecuarias,

comunidades y entornos enfermos y en la lamentable concentración de tierras en manos de más y nuevos terratenientes.

En síntesis, fuimos la primera provincia en destruir nuestros principales activos socioeconómicos, generando la pérdida de capacidad de nuestra plataforma de servicios ambientales (suelos, agua biodiversidad y paisaje) de brindarnos la base de nuestra sostenibilidad; todo a cambio de diásporas, más pobreza y una pésima calidad de vida.

Ahora, si bien Guanacaste por sus lamentables avatares organizacionales y políticos, ha sido históricamente depredada, lo cierto es que también, producto del desastroso fracaso de ese modelo de desarrollo y de nuevas políticas públicas orientadas al desarrollo sostenible y cambio en las formas y tecnologías productivas asociadas a la nueva economía de servicios, especialmente del turismo, hoy la provincia puede presumir (excepto en la zona del bajo Tempisque) de una lenta pero franca recuperación de sus activos naturales, sobre todo en las zonas altas y medias de la cuenca del Tempisque.

Aclarado dicho contexto, en conmemoración de los 200 años de la anexión del Partido de Nicoya a Costa Rica, el pasado 24 de julio del 2024, participamos en un maravilloso evento promovido por el reputado medio de comunicación La República, evento denominado Guanacaste, ayer, hoy y futuro.

Se contó con la exposición (Un muy preciso diagnóstico y pronóstico de nuestro estado de situación y desafíos), por parte del señor Ronal Arce, director del Centro Latinoamericano para la Competitividad y el Desarrollo Sostenible (CLACDS) del INCAE y con la participación de experimentadísimos panelistas representantes de empresas que decidieron ser y hacer parte de nuestro desarrollo como el BAC, Securitas, Hospital Metropolitano, AMCO, Gensler, Guanacaste Aiport, Morpho, Hilton Garden y Coopeguanacaste R.L, todas empresas que demostraron su capacidad de planificación con hechos y datos sobre el desempeño de su alcance, tiempo, costo, calidad de sus servicios, recursos humanos, esfuerzos de comunicación y en general sobre el éxito de sus estrategias de internalización de costos socioambientales, de buenas prácticas en materia de uso del suelo, eficiencia energética, responsabilidad social y en general de sostenibilidad, así como de propuestas en materia de diseño, urbano, movilidad y educación, todo como valores que han logrado incorporar a su rentabilidad como activos de peso en su cadena de valor.

También nos acompañó en representación del poder ejecutivo el ministro de economía don Francisco Gamboa Soto, quien nos ilustró sobre los reconocidos e ingentes y reales esfuerzos de todas las carteras del gobierno, por ejemplo, en materia de eliminación de cuellos de botella y facilitación de trámites para el acceso de las mipymes a los otrora imposibles fondos de la banca de desarrollo.

Las exposiciones fueron tan inspiradoras y esperanzadoras que juntando todos sus elementos, podríamos decir que estamos en el camino correcto, que lo que nos esta ocurriendo no es producto de una burbuja económica manipulada por los agentes y distorsiones del mercado, de hecho, quedó claro que Guanacaste no es la Guanacaste de la eterna y cruel diáspora provocada a mediados y finales del siglo pasado cuando pasamos de la agricultura de subsistencia a la agricultura mecanizada, cuando pasamos del espeque al tractor y a la agroindustria, que el sector turismo de hoy gracias a su enfoque y a muchos esfuerzos estatales y privados, es una actividad que en el mejor de los casos encadena a decenas de otros esfuerzos empresariales locales, que lejos de atropellarnos, realmente a puesto en valor nuestra preciada identidad cultural y que como pocas provincias tenemos recursos y producción en prácticamente todos los sectores de la economía, como agricultura, servicios, manufactura, industria, energía, etc.

No obstante, cuando se consulta el Informe del Índice Desarrollo Humano (IDH), Cantonal elaborado por el Centro de Investigación Observatorio del Desarrollo de la UCR y el PNUD, índice que está constituido por las variables longevidad, educación e ingresos, vemos que al 2023, el IDH más alto es el del cantón de Belén de la provincia de Heredia 0.858, que el promedio de Costa Rica es de 0.737 y que en general los cantones de Guanacaste cuentan con índices de desarrollo humano (IDH), que van desde 0.596 en la Cruz hasta 0.714 en Liberia, que aun siendo este el cantón en el que se centralizan la mayor parte de la inversiones importantes de la provincia apenas alcanza la posición Nº49 de los 82 cantones costarricenses.

Se infiere de tan elemental análisis que sin entrar en detalles tenemos en Guanacaste cientos de historias de familias guanacastecas, de migrantes y de personas de todos los rincones del país que han venido con la esperanza de mejorar su calidad de vida, pero que se encuentran en y bajo la línea de la pobreza y es al luz de estos datos que surge la impostergable pregunta de siempre: qué es lo que no estamos haciendo bien y cómo podríamos hacerlo mejor o mucho mejor?

El punto es que hoy Guanacaste, además de haber sido siempre ante los ojos del mundo la identidad del folklore de Costa Rica, ofrece parques nacionales con recursos de historia geológica, natural y cultural conspicua e incluso nombrados patrimonio de la humanidad por la ONU.

Sus características biogeográficas y climáticas mixturadas con las particularidades intrínsecas de su cultura local han dado como resultado y distinguen a gran parte de la provincia como una de las cinco zonas azules del planeta, es la región del país que genera más divisas por turismo, y sólo por ejemplo, debido sus recursos hidroeléctricos, eólicos, solar, geotérmicos y biomásicos aporta el 40% de la energía limpia que consume Costa Rica y como si fuese poco, ostenta la más extensa bella, rica y biodiversa zona marino costera y plataforma marina del país.

Quizá entonces, es necesario, oportuno y conveniente en esta fecha del bicentenario dejar claro que tenemos que cambiar la estrategia y el enfoque de desarrollo o seguir dilapidando nuestro patrimonio cultural y nuestro capital natural, a favor de valla a saber quién.

Quizá convendría revisar los Planes de Desarrollo Regional impulsados por MIDEPLAN, en los que basados en exhaustivos y veraces diagnósticos, el aparataje institucional a veces acompañado del sector privado proponemos acertadas pero ingenuas soluciones relacionadas con la necesidad de atraer inversiones, mejorar los índices de competitividad a partir de la dotación de infraestructura vial e inversión en capital humano etc, y reitero su condición de ingenuidad porque estos planes de desarrollo son de carácter aspiracional, es decir únicamente identifican el qué y dónde, pero nunca el cómo, cuando, quién y sobre todo con qué.

Es justo decir que la Guanacaste que hoy tenemos no la destruimos solos ni la construimos solos, hay muchísimos costarricenses y extranjeros haciendo patria aquí en esta tierra pluricultural en la que sobresale, sigue sobre la mesa y persiste la pregunta, “¿qué vamos a hacer con tanta capacidad de resiliencia y tanto potencial?”. Sin duda, este cuestionamiento sigue tan o más vigente que en la época del doctor Francisco Vargas Vargas y la gesta del partido Confraternidad Guanacasteca en la década de los años cuarenta del siglo pasado.

Dejo pues abierta la discusión sobre los elementos básicos de la planificación estratégica, gerencial y operativa de Guanacaste, para lo que quizá sea efectivo poner en marcha la vieja idea de gestar una Agencia de Desarrollo Regional, un espacio que articule a la empresa privada con el poder ejecutivo, legislativo y judicial, una instancia donde converjan los intereses y esfuerzos de la sociedad civil, la empresa privada y el estado.

Quizá sea ese el medio y motor que requerimos para dejar de aspirar y pasar a ejecutar y a devengar verdaderos beneficios del tan ansiado desarrollo sostenible. Quizá sea esa la luz que requieren las municipalidades para ejercer su principal competencia de ordenar sus territorios para una sana atracción de inversiones, adoptar las medidas preventivas para los cada vez más violentos embates del cambio climático y quizá hasta logremos operacionalizar planes de manejo de cuencas y hacer una gestión integrada de nuestros recursos hídricos, y quien sabe hasta solucionemos los serios problemas de movilidad, servicios de apoyo y ordenamiento urbano, quizá y por qué no, logremos la optimización del uso de nuestros suelos, tengamos un 100% de industrias de bienes y servicios con un enfoque de eficiencia energética, responsabilidad social, con indicadores reales de

desempeño (KPIs) de la triple contabilidad que exigen los enfoques de la economía circular y la sostenibilidad, una educación y aplicación de tecnologías 4.0 en todas nuestros sectores económicos y formas productivas, claro está con el respeto a nuestra cultura local, y sin dejar la esencia de lo que somos y por qué no, hasta podríamos formar un capital humano local robustecido, capaz de superar los desafíos de nuestra amada Guanacaste.







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