Marco Feoli: “Nayib Bukele hace lo que ya se intentó en el Salvador, con más espectularidad y a golpe de tuits”
Esteban Arrieta earrieta@larepublica.net | Jueves 12 mayo, 2022 02:04 p. m.
El presidente de El Salvador Nayib Bukele ha utilizado el hartazgo de la gente de ese país mediatizando la lucha contra las pandillas y el crimen, según Marco Feoli, exministro de Justicia e integrante en el comité para prevenir la tortura de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Para Feoli, la política de Bukele va dirigida al fracaso, a la vez que en nombre de la seguridad ha criminalizado a periodistas, ha hecho detenciones a mansalva y avala que haya intervenciones a las comunicaciones privadas sin que medie una disposición judicial.
¿Qué opina de la situación que se vive en las cárceles de El Salvador?
Las cárceles salvadoreñas son unas de las más desastrosas de América Latina. El país tiene la tasa de encierro más alta de la región. Los brutales índices de inseguridad no tienen que ver, como se suele decir, con que el sistema no prisionalice. Es todo lo contrario. Este no es un tema nuevo.
La cuestión es que Bukele ha querido utilizar el hartazgo de la gente mediatizando el asunto y recurriendo a las llamadas “tough on crime policies” que no solo es que ya se han aplicado allí desde hace mucho tiempo, es que han sido un fracaso rotundo.
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Bukele hace lo que ya se ha intentado antes, pero con más espectularidad y a golpe de tuits.
El presidente Nayib Bukele justifica su accionar por el daño que han generando las pandillas de El Salvador a ese país, ¿qué opina al respecto?
Las pandillas son una excusa. Nadie justifica el daño que han causado ni la violencia salvadoreña. Eso es un dato.
Ahora, la respuesta que da es pura puesta en escena porque el problema tiene que ver con crisis profundas que se explican, por ejemplo, en la desigualdad y las migraciones. Aquí a lo que asistimos es a un debilitamiento aún mayor de un Estado de Derecho ya de por sí, muy frágil. El origen de las pandillas es, justamente, fruto de las deportaciones que se hicieron de Estados Unidos en los años 80 y en la incapacidad del Estado de ofrecer alternativas de inserción a quienes regresaron.
Lo grave es que en nombre de la seguridad, y casi sin oposición, Bukele ordenó un estado de excepción que ha servido no para combatir el crimen -así es como se vende- sino para, entre otras cosas, criminalizar a periodistas, hacer detenciones a mansalva y avalar que haya intervenciones a las comunicaciones privadas sin que medie una disposición judicial.
El Salvador no es un país geopolíticamente relevante, aún así sorprende cómo en América Latina, y en clave doméstica, en Costa Rica, hay una selectividad a la hora de posicionarse frente a lo que sucede con ciertos gobiernos. Lo de El Salvador es de la máxima gravedad.
¿De qué forma puede la ONU intervenir en esta materia?
La Alta Comisionada de Derechos Humanos ya ha expresado su preocupación. Yo no hablo en nombre de la institución, por supuesto. Puedo decir, que materia de prevención de la tortura El Salvador es uno de los pocos países de la región que aún no firma el Protocolo Facultativo de la Convención contra la Tortura.
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