Metas de inflación
| Lunes 07 abril, 2008
Metas de inflación
Wilmer Murillo
wmurillo@larepublica.net
Se suele asociar el uso de metas de inflación en la política monetaria con la experiencia de países industriales como Canadá, Nueva Zelanda, Suiza y el Reino Unido que iniciaron la utilización de esa estrategia a principios de 1990.
Hoy sin embargo, dos tercios de los países que la han adoptado no son economías industriales y es probable que esa cifra se duplique en los próximos cinco años.
Las metas de inflación son un objetivo en que el Banco Central dirige todo su trabajo monetario a cumplir una determinada meta inflacionaria.
En un inicio se creyó que no era una estrategia apta para los países en desarrollo dados los requisitos institucionales y técnicos para implementarla con éxito: autonomía del Banco Central, suficiente capacidad analítica y disponibilidad de datos de parte de esa entidad, precios no regulados y determinados por el mercado y un sistema financiero con mecanismos eficaces para la transmisión de la política monetaria.
La alta dolarización de la economía costarricense por ejemplo, donde se intenta implementar este esquema, se podría considerar un factor por resolver de previo, aunque no necesariamente.
Dos razones han llevado al mismo Fondo Monetario Internacional a cuestionar la fijación de estas condiciones previas. Primero, dichas condiciones no son importantes para cualquier régimen de política monetaria y quizás aún más en el caso de otros sistemas. En un país con preeminencia de un problema fiscal y un sistema financiero poco sólido, tal vez sea más difícil mantener un régimen de tipo de cambio fijo que uno de metas de inflación. Resulta entonces injustificado suponer que, si no se cumplen esas condiciones, necesariamente habrá de funcionar mejor con otro régimen.
Segundo, es difícil medir hasta qué punto un país satisface las condiciones necesarias para aplicar con éxito un régimen de metas de inflación. En la práctica un gran número de países ha podido adoptarlo aun cuando su política económica presentaba importantes deficiencias.
La experiencia parece probar que se hace camino al andar. De todos modos, para afianzar la credibilidad del régimen de metas de inflación y andar las expectativas, es más importante que las autoridades públicas adopten un firme compromiso de apoyar el marco de políticas y fomentar el desarrollo de las conducciones necesarias para su consecución. No obstante, conviene considerar que este régimen no es una panacea macroeconómica ya que muchos países tendrán que superar importantes limitaciones operativas y de capacidad.
Wilmer Murillo
wmurillo@larepublica.net
Se suele asociar el uso de metas de inflación en la política monetaria con la experiencia de países industriales como Canadá, Nueva Zelanda, Suiza y el Reino Unido que iniciaron la utilización de esa estrategia a principios de 1990.
Hoy sin embargo, dos tercios de los países que la han adoptado no son economías industriales y es probable que esa cifra se duplique en los próximos cinco años.
Las metas de inflación son un objetivo en que el Banco Central dirige todo su trabajo monetario a cumplir una determinada meta inflacionaria.
En un inicio se creyó que no era una estrategia apta para los países en desarrollo dados los requisitos institucionales y técnicos para implementarla con éxito: autonomía del Banco Central, suficiente capacidad analítica y disponibilidad de datos de parte de esa entidad, precios no regulados y determinados por el mercado y un sistema financiero con mecanismos eficaces para la transmisión de la política monetaria.
La alta dolarización de la economía costarricense por ejemplo, donde se intenta implementar este esquema, se podría considerar un factor por resolver de previo, aunque no necesariamente.
Dos razones han llevado al mismo Fondo Monetario Internacional a cuestionar la fijación de estas condiciones previas. Primero, dichas condiciones no son importantes para cualquier régimen de política monetaria y quizás aún más en el caso de otros sistemas. En un país con preeminencia de un problema fiscal y un sistema financiero poco sólido, tal vez sea más difícil mantener un régimen de tipo de cambio fijo que uno de metas de inflación. Resulta entonces injustificado suponer que, si no se cumplen esas condiciones, necesariamente habrá de funcionar mejor con otro régimen.
Segundo, es difícil medir hasta qué punto un país satisface las condiciones necesarias para aplicar con éxito un régimen de metas de inflación. En la práctica un gran número de países ha podido adoptarlo aun cuando su política económica presentaba importantes deficiencias.
La experiencia parece probar que se hace camino al andar. De todos modos, para afianzar la credibilidad del régimen de metas de inflación y andar las expectativas, es más importante que las autoridades públicas adopten un firme compromiso de apoyar el marco de políticas y fomentar el desarrollo de las conducciones necesarias para su consecución. No obstante, conviene considerar que este régimen no es una panacea macroeconómica ya que muchos países tendrán que superar importantes limitaciones operativas y de capacidad.