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Miguel Agüero: El humano detrás de La Machaca

Luis Fernando Cascante lcascante@larepublica.net | Jueves 04 diciembre, 2014


“Soy una persona muy inquieta, no soporto estar en mi casa tres días sin salir. Para mí, la felicidad es venir a trabajar y espero hacerlo hasta que la salud me lo permita”, afirmó Miguel Agüero, redactor de La Machaca. Gerson Vargas/La República


HOMENAJE

Miguel Agüero: El humano detrás de La Machaca

LA REPÚBLICA lo felicita, tras llegar a 80 años de vida

Camisa de manga larga, corbata, pantalón negro, dos pañuelos en el bolsillo y un anillo en el dedo anular de su mano izquierda, que certifica la unión de 52 años con doña Irene Soto. Ese es el atuendo diario de Miguel Ángel Agüero, mejor conocido como “Machaco”, quien a sus 80 primaveras les huye a las comodidades de la pensión y se mantiene en las convulsas trincheras del periodismo.
“Soy una persona muy inquieta, no soporto estar en mi casa tres días sin salir. Para mí, la felicidad es venir a trabajar y espero hacerlo hasta que la salud me lo permita”, dice Agüero.
Se levanta a las 8 a.m., llega al periódico a las 11, lee prensa, conversa con periodistas y redacta en su computadora, recordando que alguna vez no tuvo las facilidades del Internet ni de la pantalla.
Sin embargo, la tecnología no es un obstáculo para él. Luego de usar máquina de escribir la mayor parte de su vida, domina las destrezas de la web, tiene un iPhone, perfil de Facebook y no se pierde un capítulo de “The Blacklist”.
De su trayectoria profesional se documenta lo que ya muchos saben: redactor de deportes, redactor político, asistente del director en la Prensa Libre y una serie de microhistorias que no cabrían en esta página.
Su fama la adquirió con los años y con la Machaca, ese espacio que alguna vez se llamó “La Purruja”, en la Prensa Libre, donde da rienda suelta a una crítica satírica al manejo de la cosa pública.
Eso sí, advierte que “machaquea” al funcionario público y no a la persona. “A mí nadie me ha llevado a un juicio. Hago las cosas con base en lo legal. Tampoco me meto en la vida privada de las personas, porque eso es otra cosa”, añadió.
¿Sus amigos? No son políticos, ni tampoco contemporáneos. Para Agüero, las personas más cercanas son sus compañeros de trabajo.
Es en LA REPÚBLICA donde don Miguel ha encontrado a sus mejores amigos. Algunos se fueron, otros siguen con él. No es un hombre de enemigos, ni de conflictos. Tampoco se arruga ante la muerte. “Me gusta vivir, disfrutar de lo que la vida da. No le temo a la muerte. Si voy a un paseo, pienso que voy a conocer algo nuevo, no me enfoco en qué cosa mala podría pasar”, dijo.
La vitalidad de Machaco se explica como el síndrome de Benjamin Button: alguien que evoluciona a la inversa y adquiere mayor vitalidad con el paso del tiempo, en lugar de envejecer o deteriorarse.
Se le podría etiquetar con muchos adjetivos: hincha del Racing argentino, saprissista envenenado, apasionado, conversador, analítico, ácido y, sobre todo, amigo fiel.
No se fíen del redactor de esta semblanza, quien se sienta a su izquierda en la redacción y almuerza cada martes con él. Acá no hay objetividad que valga.
Miguel Ángel Agüero celebra hoy 29.220 días de vida, una cifra fría que dice poco o nada de un periodista que no entiende de edades ni limitaciones. Sus compañeros y esta empresa se sienten honrados en compartir este momento con él.

Luis Fernando Cascante
lcascante@larepublica.net







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