Montañistas ticos expusieron el cañón de Mordor como salido del “Señor de los Anillos”
Walter Herrera wherrera@larepublica.net | Martes 12 febrero, 2019
En las faldas del volcán Poás se encuentra un cañón único en su especie en el país, se trata del legendario cañón de Mordor, que obtiene su nombre de las tierras volcánicas del “Señor de los Anillos” y el cañonista Javier Elizondo expuso los escenarios y recorridos para llegar a tan singular área.
Estas grietas cerca del cráter del coloso se ubican en la parte superior al río Desagüe y en al descender finaliza en Bajos del Toro.
Los montañistas que realizaron esta expedición fueron Esteban Quesada, Jairo Lacayo, Javier Elizondo y Felipe Alfaro, quienes describieron el paisaje como un sitio sin vegetación y con “olor a muerte”.
Para llegar hasta ahí tuvieron que llegar al pueblo de Bajos del Toro, de donde caminaron cerca de siete kilómetros hasta las faldas del Poás donde se ubica un desierto volcánico conocido como los quemaderos.
Una vez ahí, realizaron un rapel de 40 metros de altura y emprendieron una caminata hasta llegar al sector llamado Barad-dûr.
“Ahí el cañón se encierra y son muchísimas cataratas. Hasta llegar al Crux que son cinco cascadas seguidas en el punto más encajonado y peligroso”, contó Elizondo.
El río inicia turquesa y comienza a cambiar su color a azul, esmeralda, posteriormente anaranjado y termina en el pueblo en un color azul vivo.
La expedición tuvo una duración de dos días completos, incluyendo los preparativos en la montaña.
Llegar hasta este sitio tiene una dificultad avanzada y recomiendan que solo expertos lo realicen.
“Solo se puede hacer en época seca y es difícil porque es muy frío y sin un traje de neopreno pueden sufrir hipotermia, el cañón es técnico y requiere saltos y rapeles incómodos y el río Desagüe es peligroso por las cabezas de agua”, agregó.
Sin embargo, para realizar esta hazaña hubo sacrificios.
Jairo Lacayo, uno de los cañonistas, renunció a su trabajo con tal de estar presente en esta travesía.
“Jairo se vino a la medianoche y en el primer rapel se dio cuenta de que se le habían olvidado los zapatos y el neopreno. Lo que significaba que se iba a congelar”, relató Elizondo.
Sin embargo, decidió continuar el recorrido, no sin antes sufrir por las frías aguas de la zona.
“Yo iba con neopreno completo de 3,8 milímetros y me congelé. Hay que usar de 7 mm en adelante. Jairo dio un ejemplo de que al seguir los sueños, hay que hacer grandes sacrificios. Jairo dio su trabajo por hacer ‘canyoning’, es admirable”, concluyó.