Motos repartidoras se extinguen en Japón
Bloomberg | Martes 01 agosto, 2017 07:11 a. m.
Dentro del laberinto de pescaderías y tiendas de sushi de Tsukiji en Tokio, los compradores y los turistas son asediados por algo más que el olor a mariscos frescos. También hay un zumbido incesante.
Ya abierto antes del amanecer, el mercado de pescado más grande del mundo resuena con el ruido de ciclomotores que pasan volando para llevar entregas a restaurantes elegantes en el cercano barrio de Ginza.
Es un barullo particular del pequeño motor de 50 cc que los potencia -el mismo tipo de motor a partir del cual se fundó Honda-, y que ayudó a impulsar a la empresa hasta convertirla en el mayor fabricante de motocicletas del mundo.
Tsukiji depende de estos ciclomotores fácilmente maniobrables, pero su existencia está amenazada por unas regulaciones sobre emisiones más estrictas que entrarán en vigencia en 2020.
Honda, Yamaha y Suzuki van a retirar una serie de modelos de 50 cc este año y advirtieron que podrían eliminarlos en su totalidad porque el creciente costo de cumplir con la regulación los convierte en una parte no rentable del mercado japonés de motocicletas, que mueve una cifra estimada de $1.500 millones.
Las bajas de este año incluyen las minimotos icónicas de la Serie Z de Honda, conocidas coloquialmente como "Monkey Bikes". Después de 50 años, los últimos modelos saldrán de las líneas de montaje en agosto.
La declinación de la moto de 50 cc ha sido prolongada en Japón, esencialmente el único país donde todavía se venden esos vehículos. Eso significa recursos financieros valiosos que se vuelcan a productos dirigidos a un mercado que desde entonces ha migrado a bicicletas asistidas por batería y coches compactos.
Las ventas en Japón cayeron un 94% el año pasado a 162.130 unidades desde un pico de alrededor de 2,8 millones en 1982, según la Asociación de Fabricantes de Automóviles de Japón.
Alrededor del 60% de las motos de 50 cc vendidas el año pasado eran Hondas, en tanto Yamaha y Suzuki representan el resto.
El empujón final hacia la extinción coincide con la imposición de regulaciones ambientales más duras.
Japón, al igual que otros países de todo el mundo, ha adoptado las normas de emisiones de vehículos de la Unión Europea como base propia.
Esas regulaciones comenzaron solamente como límites a los contaminantes en el escape, pero la cuarta versión –que entra en plena vigencia este otoño boreal- requiere tener a bordo sistemas de autodiagnóstico para asegurarse de que los motores funcionen de forma limpia por lo menos 20 mil kilómetros.