Normas robustecidas y sensibilización para una mejor estrategia de gestión de residuos
Adrián Castro Ureña redaccion@larepublica.net | Miércoles 12 junio, 2024
Adrián Castro Ureña
Vicepresidente
Cámara de Gestores Ambientales (CAMGESA)
Si el país busca generar cambios en materia de gestión de residuos debe reforzar dos aspectos: por un lado, profundizar en la especificidad de las regulaciones sobre la disposición final y aprovechamiento de los residuos; y por el otro, fomentar el emprendedurismo, la educación y sensibilización de las personas en cuanto al reciclaje, la valorización y el aprovechamiento de los materiales post-consumo.
No hay duda de que Costa Rica tiene grandes áreas de mejora en cuanto al aprovechamiento de residuos, actualmente apenas llegamos a reciclar un 10% del total de residuos que generamos. En este sentido, la recientemente Política Nacional para la Gestión Integral de Residuos 2023-2033 y su correspondiente Plan Nacional 2023-2038 pretenden aumentar esa cifra a un 25 % en un plazo de 10 años.
Creo que el objetivo es posible y, si se quiere, podría ser aún más ambicioso, pero el país necesita antes generar las condiciones adecuadas para que la “semilla” de la gestión integral de residuos trascienda algunos de los retos que hoy no le están permitiendo al país mejorar su desempeño en este tema.
Como gestores hemos identificado la urgencia de fortalecer el principio de Responsabilidad Extendida del Productor (REP) de modo que todos los participantes de la cadena de valor de los productos, incluidas empresas productoras, importadoras, distribuidoras, personas consumidoras y empresas, gestoras de residuos, se involucren activamente en su cumplimiento.
Ya existen muy buenas ideas que deben irse afinando a través de reformas o nuevos reglamentos que permitan su ejecución tales como el Plan Nacional de Compostaje 2020-2050 o la Política Nacional de Empresariedad 2030, la cual, plantea un enfoque de producción sostenible minimizando la generación de residuos y el uso de recursos.
Tenemos el gran reto de que los productos modernos son cada vez más complejos, con más componentes y más industrializados. Además las mejores prácticas de ecodiseño industrial no han sido bien difundidas ni implementadas, lo que ocasiona que, en la fase de post-consumo de bienes, sus componentes no puedan ser desensamblados fácilmente ni tampoco recuperados o reutilizados.
En cuanto al actuar de la población, el riesgo más común es el de la contaminación cruzada de los residuos recuperables con aquellos que no lo son, haciendo inviable los esfuerzos de reciclaje y abriendo espacios a alternativas mucho menos sostenibles, como la plasmagasificación, la pirólisis o la incineración; mismas que al final, destruyen materias primas, reafirmando el ciclo de la antigua economía lineal de desperdicio y posterior extracción de materiales vírgenes para la generación de nuevos productos. Lo anterior, no solo socava la naturaleza, sino que también atenta contra los encadenamientos productivos basados en el aprovechamiento de los residuos.
Sin duda, para generar los cambios requeridos, necesitamos un enfoque país más visionario: convertirnos en la potencia ambiental verde que le decimos al mundo que somos, de la mano a una mayor educación y sensibilización ambiental desde los estadios más tempranos de formación, hasta el aprovechamiento de la academia para generar la innovación que podríamos exportar al mundo.
Toca aprovechar ese creciente reconocimiento sobre la magnitud y los peligros de la contaminación para pavimentar el camino hacia una intervención política, social y económica más estratégica en materia de gestión de residuos. Costa Rica está en un momento clave para tomar esas grandes decisiones que nos caracterizaron antaño y que pueden gestar un ejemplo mundial de futuro más sostenible construido entre gobierno, sector privado, municipalidades, academia y comunidad.