Nuevo rol de los profesionales en esta realidad
Maximiliano Chacón maximiliano.chacon@costaricacc.com | Jueves 14 mayo, 2020
A todos sin excepción se nos vino un golpe de timón sin precedentes a la forma en la que teníamos conceptualizado el quehacer diario.
Todas las actividades que realizábamos, como parte de lo que se consideraba nuestra rutina, se han visto afectadas de una u otra forma, en mayor o menor medida. Y como ya sabemos, esta ha sido una enfermedad que ha ocasionado una crisis en el mundo y ha generado muchísimas pérdidas lamentables a nivel humano y, también, a nivel económico.
Pero es importante rescatar que estas crisis, por duras y dolorosas que sean, nos permiten, en las fases posteriores a ellas, encontrarnos escenarios perfectos para empezar a crear y a diseñar desde nuevas perspectivas.
Ya lo decía Winston Churchill: “No se debe desaprovechar una buena crisis”, en clara alusión a la increíble capacidad que tenemos los seres humanos de sobreponernos a tiempos difíciles y presentar, después de ellos, nuestra mejor faceta.
Y somos nosotros , con nuestra actitud positiva y propositiva, los que jugaremos un rol protagónico en la reconstrucción de las actividades en la nueva realidad en la que nos encontraremos después de esta pandemia.
La forma en la que nos relacionaremos en nuestros negocios futuros deberá ser a partir de encuentros entre personas de empresas de todos los sectores que traten de satisfacer necesidades que, en la nueva realidad, serán más relevantes. Hablamos de productos y servicios relacionados con el bienestar personal, la seguridad, la generación de ahorros y la sostenibilidad, por mencionar algunos ejemplos. Esto marcará el nivel de engagement que marcas, productos, bienes y servicios lograrán en sus nuevos mercados; ya que, partiendo de que estos sean interpretados como esfuerzos sinceros, serán también identificados como el ángulo correcto por los consumidores para iniciar una reactivación económica, llamémoslo así, con una alta dosis de sensibilidad.
Es ahora cuando los proveedores de bienes y servicios deben preocuparse por lograr integrar profundamente un propósito en su promesa de venta, y no cualquier propósito. Este debe ser importante y de impacto en la reconstrucción de la nueva realidad, el aporte al medio ambiente y a los sectores de la población con más necesidad y más vulnerables; el uso de productos y servicios fabricados y ofrecidos en el propio país para la construcción de otros en las empresas de mayor tamaño; son solo algunos ejemplos que marcarán distintivos para aquellas compañías que logren este objetivo, pero nuevamente desde un ángulo sincero y real que sea interpretado por el público de esa forma.
Por supuesto, esto tiene que venir desde las empresas, quienes deberán construir de adentro hacia afuera, dando un giro a conceptos como la “responsabilidad social” que ahora deberá iniciar por casa, preocuparse por el bienestar de los colaboradores, sus familias y tratando de lograr reactivar la estabilidad laboral que se tenía antes de estos tiempos de dificultad económica por los que estamos atravesando.
El apoyo de empresas que han sido menos afectadas (aunque sabemos que la gran mayoría lo están, en mayor o menor medida) a otras empresas de menor tamaño cuyo impacto ha sido más importante, hablamos de micro y pequeñas empresas, será fundamental en esta nueva responsabilidad social; ya que, en la medida que los bienes y servicios de estas últimas sean adquiridos por los grandes consumidores, lograremos una reactivación de la economía empujada por este participante que, en nuestros mercados, ha jugado un papel dinamizador.
Es importante que tengamos claro que, según datos del Ministerio de Economía, las empresas consideradas micro y pequeñas representan poco más del 93 % del total de compañías a nivel nacional.
Si logramos interpretar un poco entre líneas, estamos hablando de una palabra que en la nueva realidad que viviremos; será clave para lograr una reactivación económica, pero que, a nuestro entender, deberá ser un sello de las relaciones entre personas, y las empresas. Es la solidaridad, ese concepto que los seres humanos hemos desarrollado a través de los tiempos y que hoy parece la llave para entrar con el pie derecho a un nuevo mundo.
Y aquí identificamos una nueva oportunidad que es todo menos oportunista, es la posibilidad de construir de forma conjunta, integrada, con empatía, un nuevo sistema socio económico, que nos permita llevar bienestar en todas direcciones y a todos los niveles, basados en una reactivación que genere una suerte de referencia circular, donde los esfuerzos vayan y vengan de manera positiva a todos los sectores que alcancen.
Suena utópico, talvez romántico, pero en nuestros tiempos ha quedado demostrado que, cuando menos lo esperamos, de la forma más inaudita, podemos vernos en medio de un cambio sustancial de lo que conocíamos como “lo normal”. Hoy nos hemos visto obligados a hacer una pausa mundial, que nos ha permitido reflexionar en muchos aspectos.
Entonces, ¿por qué no podemos también aprovechar esa pausa para construir a partir de cero en la nueva realidad? ¿por qué no atrevernos a un ejercicio de humildad de desaprender y aprender nuevamente?
Somos, posiblemente, una de las generaciones más privilegiadas en la historia del planeta, con recursos tecnológicos que, para los que peinamos algunas canas, formaban parte de las películas de ciencia ficción más atrevidas de nuestra infancia; y ahora se encuentran al alcance de nuestra mano.
Hablamos de las personas que hemos pasado por el trayecto que va desde los casetes de cinta magnética, seguido de los discos compactos, el MP3 y llegar a los tiempos de la música ilimitada por medios digitales; pero también nos referimos de las personas que nacieron con todas estas maravillas a la mano y que forman parte de su normal, las que están acostumbradas a ver sus vidas en tiempo real en esa forma de comunicación tipo reality que conocemos como redes sociales.
Este concepto incluye a todas las personas, un esfuerzo de todos, es decir un pensamiento colectivo diferente al que conocíamos como “normal” y a preguntarnos otra vez ¿y qué es normal?
Puede ser la oportunidad que, como humanidad, necesitábamos para volver a construir, pero ahora con bases diferentes en donde las personas vuelvan a ser el eje de las relaciones entre empresas, y con una perspectiva renovada de su rol en la activación de la economía.
Podríamos concluír que las personas jugarán un papel preponderante en la nueva realidad que se nos viene. Su capacidad de adaptación a estas nuevas tendencias, y de las empresas que logren humanizar sus procesos, identificando oportunidades sin verse oportunistas, podrán abrirse campo en un mercado que, seguramente, será muy diferente al que estaban acostumbrados a atender.
Su asimilación temprana de estos cambios que están sucediendo será, posiblemente, lo que represente la diferencia entre las empresas que sean parte de la nueva realidad y las que, desgraciadamente, deberán hacerse a un lado por no encontrar su rol en este nuevo entramado.
Entonces, la pregunta es: ¿cuál será nuestro rol como profesionales en esta nueva realidad?