“Perdimos la batalla de la comunicación”: Laura Chinchilla
Luis Fernando Cascante lcascante@larepublica.net | Lunes 10 marzo, 2014
Presidenta considera que reforma tributaria le costó su popularidad
“Perdimos la batalla de la comunicación”: Laura Chinchilla
Fracaso de plan fiscal, la espina de la mandataria
No haber logrado con éxito el impulso de una reforma fiscal agobia a la presidenta Chinchilla, según dijo. Marco Monge/La República
Invocando una frase popular en el círculo político nacional, Laura Chinchilla ya pasó por donde asustan.El vendaval es cosa del pasado, y ahora el reflector apunta a los llamados a ocupar su lugar.
Superados los casos del avión hacia Perú, los escándalos de corrupción en la Trocha fronteriza y la salida de varios de sus ministros cercanos, la Presidenta alista maletas y reflexiona sobre sus logros, fracasos y deudas pendientes.
La mandataria recibió a LA REPÚBLICA en su despacho, lugar que dejará en cuestión de dos meses.
¿Qué le deja la experiencia en la silla presidencial?
Fue una gran oportunidad de servirle al país, y hay un gran aprendizaje político y humano.
La ha desgastado el trabajo. ¿En algún momento sintió perder su vida privada?
Ya uno sabe que un puesto como este requiere sacrificios como este en el plano personal. No era mi primer puesto intenso en la función pública. De alguna manera ya tenía entrenamiento, claro que es imposible comparar el trabajo de una Presidenta con otro que haya tenido.
¿Se siente más tranquila con los reflectores encima de otros?
A mí no me importa que los reflectores estén encima de mí, lo que siempre pedí fue que esos reflectores fueran objetivos y balanceados. Algunos medios de comunicación nunca fueron balanceados, ahora están distraídos con la campaña electoral. Lo mío ha sido trabajar y cumplir los objetivos que nos propusimos. Hay un poco de nostalgia y angustia, porque a pesar de que hicimos y emprendimos grandes luchas nos vamos sin que esto haya calado suficiente en la clase política para garantizar que en el próximo gobierno se trabaje.
¿Habla del déficit fiscal?
Sí. El tema fiscal me angustia porque no queda resuelto. Libramos una gran batalla, dimos una gran lucha pero la Sala Constitucional no nos dejó concluirla, le quedará a la próxima administración. A pesar de que dimos la lucha y conseguimos los votos, a pesar de que pagamos un costo político altísimo en las encuestas, nos volvimos a levantar y les pedimos a los diputados revivir el tema, pero desgraciadamente no se pudo.
¿Es injusta la valoración a su Gobierno?
Si la impopularidad fuera por defender una política de manera responsable que el país necesita, como fue el plan de solidaridad tributaria, pero bueno, ¡no tenía otra alternativa! Si tuviera que hacerlo de nuevo, lo haría.
¿No fue la Trocha lo que se trajo abajo su popularidad?
No, en lo absoluto. En enero de 2011 nosotros alcanzamos un histórico de buenas percepciones a nuestro favor. A partir de ahí a enero de 2012, antes de la ruta 1856 se da una caída abrupta que no se ha visto en los últimos gobiernos, caídas que oscilan entre 40-50 puntos, a partir de ahí cualquier pulga se nos pegaba. Cualquier escándalo se volvía un gran escándalo y nos desestabilizaba aún más. El gran costo político que pagamos fue por defender una reforma tributaria y por defender un gasto recurrente, especialmente el de remuneraciones, que estuvo muy contenido.
En muchos casos varios funcionarios se vieron obligados a dejar su cargo, ¿sintió perder el control de su gabinete?
Nunca perdí el control de nada. Cierro con un grupo de gente muy seria que deja huellas importantes en el país. Es normal que en medio del ejercicio del gobierno se hagan ajustes. Quizás fuimos quisquillosos y les pedimos a algunos funcionarios que se hicieran a un lado cuando hubo cuestionamientos y eso da esa sensación. Pero siempre se pudo sustituir con alguien muy bueno. Por el hecho de que alguien se fuera, no se dejó de trabajar sobre el rumbo trazado.
¿Qué le significó dejar ir personas cercanas a usted como Irene Pacheco o Francisco Chacón?
Desde el punto de vista personal, uno tiene sentimientos y cada vez que uno se despide de alguien que le ha ayudado, esos sentimientos lo embargan. Primero están las decisiones de conveniencia nacional. Yo misma pedí esto y di la cara.
¿Por qué a usted la juzgan como mujer y a los otros presidentes no como hombres?
No es tanto el hecho de ser mujer, sino de haber sido la primera. Cuando llegue la segunda o tercera se le verá con normalidad. A veces a las mujeres tienden a analizarnos por la vía de una asimilación de esquemas ligados al hombre: se espera que las rutinas sean las mismas y los gestos. Perdimos de vista que al ser la primera vez, teníamos que armarnos mejor desde el punto de vista de nuestra comunicación desde el inicio. Siempre lo he reconocido, gané muchas batallas, pero la batalla de la comunicación la perdimos de manera estrepitosa.
Firme y honesta fue su eslogan. ¿Lo fue en estos cuatro años?
En materia de honestidad no pueden cuestionarme absolutamente nada. En firmeza yo entiendo que, visto desde afuera, tiende a ser un concepto más vago y subjetivo. Frente a una huelga, bloqueo, acto administrativo o en política exterior algunos decían que se nos iba la mano, otros que nos quedábamos cortos. Se presta para que cada quien saque sus conclusiones.
¿No es un descuido que el tema de seguridad no esté entre las prioridades de los candidatos?
No es tema. Es un reconocimiento al Gobierno, cosa que me preocupa. Sí quisiéramos escuchar cuáles son sus propuestas. Como conocedora que soy del tema, nada se puede dar por descontado en materia de seguridad. No es como una carretera que se construye y ya se completa, es algo que hay que alimentar. Sería importante que den un mensaje de su voluntad de hacer cosas en esta área para sostener y seguir mejorando el desempeño.
Hay proyectos que no iniciarán o concluirán en su gobierno. ¿Cómo ve el asunto con el muelle de Moín?
Con angustia, pero no dudo un solo minuto de la importancia de esa terminal y la necesidad de pelear todos los días por poder concretarla.
¿Se podría caer la concesión?
No, salvo que venga un Gobierno que no la quiera. Entiendo que ambos candidatos se han pronunciado a favor. Hemos vencido infinidad de obstáculos judiciales, constitucionales y administrativos, y aun así no hay manera de concretar el inicio de la obra. Siguen y siguen presentando recursos y juicios, y en algún momento los inversionistas tienen el derecho a decir: ¡Ya basta!
¿Se debe mejorar la manera en que se adjudican los proyectos de obra pública?
Sí, pero es que cuando usted tiene aquí grupos que sienten que se les va a afectar su bolsillo, es muy difícil. Su objetivo es obstruir, tenemos un bloqueo de parte de los sindicatos, y en un tiempo de un sector de exportadores de banano; el sistema costarricense se presta para que se interpongan infinidad de recursos.
También hay problemas de ejecución en otras obras. Han pasado dos administraciones para concluir el proyecto Limón Ciudad Puerto y apenas lleva un avance físico del 33%...
Sí, lo que pasa es que la mayor ejecución de recursos se concentra en una gran obra, que es el saneamiento. Es la obra por la que Limón ha esperado toda una vida, que es el manejo de aguas negras, muy compleja. Cuando ya se concrete, el proyecto termina de ejecutarse. Pese a los obstáculos que impiden la ejecución, lo hemos llevado a una fase importante. El próximo Gobierno vendrá con las garantías de que lo finalizará.
Las Zonas Francas han tenido un impacto en el empleo en la GAM, pero no tanto fuera de ella. ¿Qué ha pasado?
Estamos trabajando en eso. No es cuestión de poner un rótulo de “se alquila” y que las empresas se instalen. Hemos venido promocionando al país para que se instalen en otros puntos. Estoy haciendo lo posible para que antes de irnos podamos cosechar algunos resultados de atraer inversiones en las zonas de mayor rezago. En Guanacaste se están abriendo varios proyectos de energía geotérmica y eólica. Sí hay inversión. En Limón hemos traído inversión para el muelle, la Ruta 32 y la nueva refinería.
¿Entonces los resultados los veremos a mediano plazo?
Los resultados los veremos concretarse en el próximo Gobierno.
¿Qué se encontrará el próximo presidente?
Avances en educación, seguridad y avances en infraestructura, o al menos en los procesos más contradictorios. Una agenda de mares que ojalá la continúen, y un país con altos niveles de competitividad. También encontrarán un déficit fiscal que requerirá decisiones valientes, no tenerles miedo a las encuestas y explicarle al país —una vez más— la importancia de una reforma tributaria. Deberán hacer un poco más en materia de gasto, pero lamentablemente tendrán que buscar esa negociación con los sindicatos, que no quisieron negociar con nosotros.
¿Y el desempleo? Parece que la meta del Plan Nacional de Desarrollo no se cumplirá...
La cifra no, pero si la economía sigue creciendo, el desempleo irá disminuyendo. Quizás el próximo Gobierno pueda alcanzarlo. A nosotros nos faltó considerar un factor y es imposible no hacerlo en una economía como la nuestra: Costa Rica depende mucho de mercados internacionales. Se dieron varias hipótesis de cuánto duraría esta crisis y eso impactó. El poder decir que creamos 170 mil empleos, no lo pueden decir muchos gobiernos. Eso es algo.
Lamentamos no haber visto una sola mujer de candidata a la Presidencia, ¿por qué?
Yo también, habrá que preguntarles a los partidos políticos.
¿No hay liderazgos femeninos que estén sobresaliendo en los partidos?
Hay montones de liderazgos y están subiendo. Ha quedado un gran semillero de mujeres jóvenes que quieren ser presidentas en el país. De las que están con edades más maduras ya algunas se presentaron en los procesos internos de los partidos.
¿A quién vislumbra usted erigiéndose como candidata de su partido en un futuro?
Prefiero no dar nombres, pero estoy segura que algunas van a levantar cabeza en los próximos años.
¿Anabel González?
No quiero opinar en temas de carrera política. Ella es una excepcional profesional y servidora pública de primera calidad. En los temas de producción no ha sido fácil trabajar estos cuatro años, porque nos ha correspondido desplegar las políticas productivas y de estabilidad macroeconómica en medio de la peor crisis económica de los últimos 70 años a nivel mundial. Me honra haber contado con tres ministras al frente de la producción. Y se sostuvieron los cuatro años. Hablo de Anabel González, Mayi Antillón y Gloria Abraham.
¿Qué hizo Laura Chinchilla por la equidad de género e igualdad?
Bastante. Podemos mencionar ayudas a la mujer en condición de pobreza, con asignaciones presupuestarias, becas, subsidios de vivienda, y el programa “Manos a la obra”. También habilitamos líneas de crédito con entidades financieras y, lo tercero, reducimos la tasa de femicidios.
¿Y qué hizo por la población LGBT?
Bueno... lo que pasa es que ellos han estado demandando mejoras que dependen de una ley, no es el Poder Ejecutivo el llamado a resolverlo sino la Asamblea Legislativa.
¿Pero usted hizo la suficiente presión e insistencia para los proyectos de sociedades de convivencia?
No nos corresponde, pero sí convocamos los proyectos de ley cuando había sesiones extraordinarias y en eso les hemos cumplido. Es un tema controversial en la Asamblea y no es exclusivo de la bancada oficialista. Nosotros hicimos reiteradamente un llamado a la tolerancia.
¿Descarta postularse a la Presidencia en un futuro?
Sí, tengo otros planes.
¿Cuáles?
Me ilusiona devolverme a la función internacional, con temas de agenda pública global. Ahí me regresaré.
Luis Fernando Cascante
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