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Miércoles, 6 de noviembre de 2024



FORO DE LECTORES


PISA desnuda la Educación de Costa Rica

Daniel Suchar Zomer daniel.suchar@hotmail.com | Lunes 11 diciembre, 2023


DS


Daniel Suchar Zomer, PhD

Analista Financiero. Profesor Universitario.

Email: daniel.suchar@hotmail.com

En los últimos tiempos, Costa Rica ha experimentado un alarmante retroceso en el ámbito educativo, reflejado de manera contundente en los resultados del último examen PISA del 2022.

Este examen internacional, que evalúa a estudiantes de 15 años en áreas clave como Lectura, Matemáticas y Ciencias, revela una preocupante disminución de 17 puntos respecto a la evaluación anterior, situando al país en el puesto 57 a nivel mundial, seis lugares por debajo de su posición anterior (49).

La magnitud de este descenso es aún más evidente al compararse con el promedio de la OCDE (PISA = 472), donde Costa Rica no logra alcanzar dicho promedio ni en términos generales (PISA = 385) ni en ninguna de las áreas evaluadas. Como dato consolador, ningún país de Latinoamérica tampoco logra superar la media del organismo, conduciendo a un efecto contagio de la región.

Volviendo al terruño costarricense, la realidad no puede ser ignorada: la educación en Costa Rica está enfrentando un deterioro que se manifiesta tanto en estadísticas preocupantes como en la percepción general del estado de la educación. La muestra significativa de 6,000 estudiantes de 198 colegios del país que participaron en el examen PISA no deja espacio para la indiferencia; representa un llamado urgente a la acción desde todos los ámbitos: Gobierno, Sociedad Civil, Empresas, Colegios, Universidades e Instituciones.

El reciente estudio del Estado de la Educación en Costa Rica, publicado hace apenas dos meses, ya evidenciaba un panorama sombrío. Sin embargo, los resultados del examen PISA confirman de manera rotunda la gravedad de la situación. Desde brechas académicas, deficiencia en las instalaciones, profesorado “mal portado” y un sinfín de excusas que hacen posible este constante deterioro, pero evadiendo responsabilidades. Es el momento de dejar de buscar culpables y comenzar a identificar responsables en cuatro áreas clave.

En primer lugar, es imperativo evaluar y analizar el mandato constitucional de la inversión del 8% del PIB en educación pública. Si bien, no se alcanza dicha promesa año tras año, la cantidad de recursos destinados a este sector no se traduce automáticamente en calidad educativa. (Calidad vs Cantidad)

Se necesita una revisión exhaustiva que no solo abarque la infraestructura física y tecnológica, sino que también asegure la trazabilidad de cada peso invertido en educación. Evaluación de Profesores, Calidad del Inglés, Manejo de Paquetes de Computo, Actualización Académica, por citar algunos ejemplos.

En segundo término, es crucial abordar la transformación del perfil docente. El concepto de los profesores actuales dista considerablemente de aquellos que en décadas pasadas eran conocidos por su exigencia. La irresponsabilidad de algunos docentes al evitar conflictos o buscar atajos para aprobar a los estudiantes no solo afecta la calidad de la educación, sino que también contribuye a la creación de una cultura de aprendizaje laxa y poco exigente.

En tercer lugar, los propios estudiantes deben asumir una mayor responsabilidad en su proceso educativo. La entrada en vigor de la Ley 9.999 no debería ser una excusa (ni tampoco una herramienta) para eludir el esfuerzo académico ni tampoco ser el trampolín de la mediocridad. La mentalidad de algunos jóvenes, que creen tener el colegio ganado al nacer, debe transformarse. Es necesario que se exijan a sí mismos y que dejen de lado distracciones como las redes sociales, que desenfocan su atención del estudio y el desarrollo académico bien demostrado en las evaluaciones del Examen PISA en cuestión.

Finalmente, el papel fundamental de los padres o representantes no puede ser subestimado. La educación no solo ocurre en las aulas, sino también en el hogar. Los padres deben devolverles a los docentes la autoridad que les corresponde y exigir a sus hijos que asuman la responsabilidad de su educación. Establecer horarios equilibrados para el juego, el ocio y el estudio es esencial para formar estudiantes exitosos. Hasta no volver a esa senda de exigencia y responsabilidad, se duda mucho de la mejora en la academia nacional.

Con todo lo anterior, queda demostrado claramente, que el examen PISA ha desnudado las deficiencias en la educación costarricense, que se arrastra desde hace varios años, pues la inversión en Educación no es de un día para el otro, ni de la noche a la mañana. La situación es apremiante y requiere soluciones inmediatas de parte de TODOS LOS INVOLUCRADROS.

Hay que recordar, que la educación es la base de toda sociedad, y un pueblo educado es la clave para un futuro prometedor tanto en el ámbito económico como social. Costa Rica no puede permitirse ignorar este llamado de atención. Es hora de actuar con determinación y salvaguardar el futuro de las generaciones venideras, porque a la postre, serán quienes lideren el país en las próximas décadas con la calidad de educación que ellos reciban hoy en día.







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