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¿Se encuentra su organización preparada para la modernidad líquida?

Ivannia Méndez ivannia.mendez@cr.gt.com | Lunes 07 diciembre, 2020


Mano de una persona estrechándose con una mano hecha de agua


Actualmente todo cambia de un momento a otro y las realidades sólidas, con base en las que hemos sido educados y construido nuestro entorno pasado, se han desvanecido dando paso a una modernidad líquida; concepto este último desarrollado por un sociólogo polaco, según el cual la única constante es el cambio y el temor existe, pero a la tendencia para determinar cómo inamovibles ciertas variables y/o circunstancias.

La situación sanitaria, que ha impactado a los diversos sectores de la economía a nivel mundial, evidenció la volatilidad de un “estatus quo” del que muchos creían gozar, colocando a los clientes nuevamente en el punto clave de cualquier negocio; lo que en realidad siempre ha debido ser así, pero nunca tanto como ahora. Se potenció, en consecuencia, el hecho de que hoy día los clientes exijan y se decanten por elegir integralidad e inmediatez, es decir, cuando necesitan algo lo quieren de inmediato, para lo cual buscarán y contratarán -indiscriminadamente- al proveedor que sea capaz de satisfacer a medida, pero en el menor tiempo y costo, dichas necesidades.

Por ello, diversos estudios internacionales han arrojado evidencias concluyentes y claras sobre el hecho de que una empresa que quiera sostenerse en esta modernidad líquida ha de tener, como mínimo, las siguientes características básicas:


  • Capacidad de entender las necesidades reales de sus clientes;
  • Equipos multidisciplinarios, preferiblemente consolidados, cuyo ADN organizativo vaya dirigido a resultados eficaces y efectivos;
  • Inmediatez y asertividad para canalizar internamente los requerimientos de los clientes;
  • Medios de comunicación fluidos, tanto desde el punto de vista técnico como humano, de manera que se puedan detectar fácil y oportunamente variaciones del entorno y con ello minimizar tiempos y costos asociados a los entregables; y
  • Respuestas altamente innovadoras, con las que solventar no sólo los problemas expuestos por sus clientes sino también sus necesidades accesorias.


Vale aquí la pena poner como ejemplo la famosa frase de Henry Ford: “Si le hubiera preguntado a la gente qué querían, me habrían dicho caballos más rápidos”, debiendo rescatarse que el talento real de Ford fue el de comprender la necesidad innata de las personas, teniendo la capacidad de mirar más allá, para así definir una solución innovadora que no sólo diera respuesta a un problema, sino que además constituyó una idea que, con simple transformación continua, ha perdurado en el tiempo.

La modernidad líquida no exige entonces crear un nuevo producto o servicio de tendencia, en la mayor parte de las ocasiones, si su organización cuenta con los elementos referidos anteriormente, con tan sólo reformular aquello que se ha venido haciendo podría conseguirse el éxito y asegurarse, incluso, la fidelidad de los clientes, quienes deben siempre mantenerse como el fin prioritario de toda empresa.

Se trata entonces de identificar claramente las necesidades subyacentes de los clientes, para que a través de un proceso colaborativo y creativo, gestionado eficientemente a lo interno de cada organización, se exploren alternativas cuyo resultado se traduzca en un producto o servicio diferenciador y de alto valor agregado; con lo cual, el primer paso es verificar que cada una de nuestras organizaciones se encuentren hoy por hoy preparadas para asumir el reto planteado por esta modernidad líquida en la cual ya vivimos inmersos.


Ivannia Méndez

Gerente Legal

Grant Thornton








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