¿Se debe financiar el gasto público con deuda?
Wilmer Murillo wmurillo@larepublica.net | Miércoles 21 octubre, 2009
¿Se debe financiar el gasto público con deuda?
Coordinador de la información
Wilmer Murillo
wmurillo@larepublica.net
Leiner Vargas
Eeconomista
Sí
El déficit fiscal es siempre una moneda de dos caras, Costa Rica ha postergado demasiado tiempo un debate fiscal de largo plazo, lo que ha generado como consecuencia una creciente deuda interna y externa. No hay vuelta de hoja, debemos apostar de una vez por todas por una reforma fiscal de largo plazo que permita mejorar la relación ingresos fiscales a PIB, una de las más bajas de América Latina, fortalecer las competencias de la administración tributaria, reducir la evasión y el contrabando; permitir mejorar el perfil de nuestros impuestos aumentando los directos y reducir la proporción de impuestos indirectos garantizando mecanismos de presupuesto público acordes con la planificación institucional del Estado, reforzando la ley de presupuestos y trasladando a Planificación y Política Económica la administración del presupuesto.
El financiamiento con deuda a corto plazo parece ser la única solución, pero no necesariamente es gratis, los posibles aumentos en las tasas de interés por el regreso de los bonos de Hacienda al mercado financiero, el pago mayor de intereses y el posible aumento futuro de la inflación nos cobrarán con creces este gasto adicional.
Thelmo Vargas
Ex ministro de Hacienda
No
Yo me opongo, como el que más, al aumento de impuestos per se, porque reconozco que más ingresos para el fisco llevan a mayores gastos (práctica conocida en el mundo sajón como tax and expend). Sin embargo, la situación actual de las finanzas públicas es muy delicada.
En efecto, los ingresos fiscales subieron mucho por el auge en la actividad económica pasada (2007 y 2008), y el gobierno, creyendo que la bonanza era eterna, procedió a aumentar enormemente renglones de gasto repetitivo, como remuneraciones y transferencias a universidades estatales. Cuando el ciclo se revirtió en 2009, se vio ante una situación en que los ingresos corrientes eran inferiores a los gastos corrientes. Y, ante esto, encontró muy fácil proponer financiar con deuda el faltante.
En primera instancia, el sector comercial parece favorecer la propuesta del gobierno quizá “para no reducir el poder de compra” en la economía. Sin embargo, el incurrir en deuda para estos propósitos implica tener que enfrentar a futuro más erogaciones (por amortización y por el pago de intereses sobre el endeudamiento extra) lo que reduce el disponible para otros menesteres. Se trata de un esquema piramidal, conocido como Ponzi que nuestra Constitución indirectamente impide y que la ley expresamente prohíbe.
Ante eso, mi propuesta es, primero, hacer un ejercicio riguroso y patriótico para bajar todo gasto de consumo público evitable. Si de él resulta que no se puede disminuir el faltante entre ingresos corrientes y gastos corrientes, lo que procede es aumentar temporalmente (por un año, que es la vida de un presupuesto) ingresos por una vía sana, es decir, que no atente contra la producción, pues de otra manera se atentaría contra el interés general. En efecto, si la economía costarricense no crece a suficiente velocidad a futuro, aumentarán el desempleo y la pobreza. También, como atestigua la situación actual, un bajo crecimiento económico se traduce en baja recaudación.
Coordinador de la información
Wilmer Murillo
wmurillo@larepublica.net
Leiner Vargas
Eeconomista
Sí
El déficit fiscal es siempre una moneda de dos caras, Costa Rica ha postergado demasiado tiempo un debate fiscal de largo plazo, lo que ha generado como consecuencia una creciente deuda interna y externa. No hay vuelta de hoja, debemos apostar de una vez por todas por una reforma fiscal de largo plazo que permita mejorar la relación ingresos fiscales a PIB, una de las más bajas de América Latina, fortalecer las competencias de la administración tributaria, reducir la evasión y el contrabando; permitir mejorar el perfil de nuestros impuestos aumentando los directos y reducir la proporción de impuestos indirectos garantizando mecanismos de presupuesto público acordes con la planificación institucional del Estado, reforzando la ley de presupuestos y trasladando a Planificación y Política Económica la administración del presupuesto.
El financiamiento con deuda a corto plazo parece ser la única solución, pero no necesariamente es gratis, los posibles aumentos en las tasas de interés por el regreso de los bonos de Hacienda al mercado financiero, el pago mayor de intereses y el posible aumento futuro de la inflación nos cobrarán con creces este gasto adicional.
Thelmo Vargas
Ex ministro de Hacienda
No
Yo me opongo, como el que más, al aumento de impuestos per se, porque reconozco que más ingresos para el fisco llevan a mayores gastos (práctica conocida en el mundo sajón como tax and expend). Sin embargo, la situación actual de las finanzas públicas es muy delicada.
En efecto, los ingresos fiscales subieron mucho por el auge en la actividad económica pasada (2007 y 2008), y el gobierno, creyendo que la bonanza era eterna, procedió a aumentar enormemente renglones de gasto repetitivo, como remuneraciones y transferencias a universidades estatales. Cuando el ciclo se revirtió en 2009, se vio ante una situación en que los ingresos corrientes eran inferiores a los gastos corrientes. Y, ante esto, encontró muy fácil proponer financiar con deuda el faltante.
En primera instancia, el sector comercial parece favorecer la propuesta del gobierno quizá “para no reducir el poder de compra” en la economía. Sin embargo, el incurrir en deuda para estos propósitos implica tener que enfrentar a futuro más erogaciones (por amortización y por el pago de intereses sobre el endeudamiento extra) lo que reduce el disponible para otros menesteres. Se trata de un esquema piramidal, conocido como Ponzi que nuestra Constitución indirectamente impide y que la ley expresamente prohíbe.
Ante eso, mi propuesta es, primero, hacer un ejercicio riguroso y patriótico para bajar todo gasto de consumo público evitable. Si de él resulta que no se puede disminuir el faltante entre ingresos corrientes y gastos corrientes, lo que procede es aumentar temporalmente (por un año, que es la vida de un presupuesto) ingresos por una vía sana, es decir, que no atente contra la producción, pues de otra manera se atentaría contra el interés general. En efecto, si la economía costarricense no crece a suficiente velocidad a futuro, aumentarán el desempleo y la pobreza. También, como atestigua la situación actual, un bajo crecimiento económico se traduce en baja recaudación.