Se mojó la fiesta
Cristian Williams cwilliams@larepublica.net | Lunes 09 mayo, 2011
Se mojó la fiesta
Olor a carne, camisas rojas por doquier y sentimiento de victoria era lo que se respiraba en las afueras del estadio Carlos Ugalde, que ya a las tres de la tarde estaba completamente lleno.
Al ser los dos equipos portadores del color rojo en su uniforme, costaba identificar un poco a quien se estaba apoyando, pero, los cánticos de “sí se puede”, mostraban una amplia mayoría de seguidores del San Carlos.
En la gradería no había campo para nadie más y la verdad es que en la gramilla tampoco. Modelos, periodistas, patrocinadores, “mozotes” y demás, le dejaban poco espacio a los jugadores y árbitros para que hicieran su calentamiento.
A minutos para las 5 de la tarde el ambiente era de fiesta total. Los sectores este, norte y sur eran copados por los aficionados locales, más algunos “colados” liguistas, mientras que en el oeste, donde ubicaron una gradería provisional, era propiedad de los manudos, más específicamente la “Doce”.
Con el arranque del partido, la mayoría se hizo minoría. Se escuchaban más los alajuelenses que los norteños, a quienes al parecer la lluvia que comenzó a caer sobre los 10 minutos de la primera parte les enfrió el ánimo.
En el tiempo de descanso se volvió a activar la parrilla y el olor a carne inundó de nuevo el estadio. “El gallo de carne” se paseaba en la mano de los aficionados, que no se perdonan ir al estadio y no comerse el suyo.
En la cancha los jugadores cedieron el campo a las diferentes mascotas de los productos Dos Pinos, que hicieron la delicia de los niños, mientras los grandes les regalaban balones, camisas y cuanta cosa tuvieran a mano.
Y al final, los que eran menos salieron sonrientes, llenando el Carlos Ugalde del “Liga campeón, Liga, Liga, Liga campeón”.
Cristian Williams
cwilliams@larepublica.net
Olor a carne, camisas rojas por doquier y sentimiento de victoria era lo que se respiraba en las afueras del estadio Carlos Ugalde, que ya a las tres de la tarde estaba completamente lleno.
Al ser los dos equipos portadores del color rojo en su uniforme, costaba identificar un poco a quien se estaba apoyando, pero, los cánticos de “sí se puede”, mostraban una amplia mayoría de seguidores del San Carlos.
En la gradería no había campo para nadie más y la verdad es que en la gramilla tampoco. Modelos, periodistas, patrocinadores, “mozotes” y demás, le dejaban poco espacio a los jugadores y árbitros para que hicieran su calentamiento.
A minutos para las 5 de la tarde el ambiente era de fiesta total. Los sectores este, norte y sur eran copados por los aficionados locales, más algunos “colados” liguistas, mientras que en el oeste, donde ubicaron una gradería provisional, era propiedad de los manudos, más específicamente la “Doce”.
Con el arranque del partido, la mayoría se hizo minoría. Se escuchaban más los alajuelenses que los norteños, a quienes al parecer la lluvia que comenzó a caer sobre los 10 minutos de la primera parte les enfrió el ánimo.
En el tiempo de descanso se volvió a activar la parrilla y el olor a carne inundó de nuevo el estadio. “El gallo de carne” se paseaba en la mano de los aficionados, que no se perdonan ir al estadio y no comerse el suyo.
En la cancha los jugadores cedieron el campo a las diferentes mascotas de los productos Dos Pinos, que hicieron la delicia de los niños, mientras los grandes les regalaban balones, camisas y cuanta cosa tuvieran a mano.
Y al final, los que eran menos salieron sonrientes, llenando el Carlos Ugalde del “Liga campeón, Liga, Liga, Liga campeón”.
Cristian Williams
cwilliams@larepublica.net