Sombra de Putin sobre campaña de EE.UU. alimenta nuevo Temor Rojo
Bloomberg | Martes 25 octubre, 2016
Cuando en diciembre pasado Vladimir Putin calificó a Donald Trump de “talentoso” y “líder absoluto” en la carrera presidencial de Estados Unidos, la alabanza pareció más bien maliciosa que maligna.
Pero ahora, a solo dos semanas del día de la elección, el rol del Kremlin se ha vuelto uno de los temas dominantes en la campaña. Desde el debate de la semana pasad en el que Hillary Clinton y Trump se acusaron un al otro de ser el “títere” de Putin, hasta la acusación de Estados Unidos de que el Kremlin estaba detrás del ciberataque contra la campaña de Clinton, conclusión que Trump se negó a aceptar, Rusia ha gravitado en la campaña de una forma en que ningún otro gobierno extranjero lo había hecho en décadas.
Nunca, desde el Temor Rojo de los años cincuenta, Rusia había sido acusada de ejercer una influencia tan avasalladora en la política estadounidense. Los ciberataques a las juntas electorales en varios estados han esparcido la desconfianza sobre una posible manipulación de los resultados. La semilla de la duda sobre la integridad de la democracia encontró una audiencia fértil entre votantes cada vez más recelosos de los partidos políticos establecidos y de las ideas de libre comercio y de inmigración, por mucho tiempo incuestionadas.
“Esto parece ser algo sin precedentes, tanto por la notable diferencia de óptica de los candidatos respecto de Rusia como por la inserción de Rusia dentro de nuestro proceso electoral”, dijo Heather Conley, directora del Programa Europa del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales de Washington y ex funcionaria de la Oficina de Asuntos Político-Militares del Departamento de Estado.
El presunto ciberataque ha sumado vitriolo a una relación Estados Unidos-Rusia que ya está en su punto más bajo desde la Guerra Fría, por diferencias sobre la guerra civil en Siria, la intervención del Kremlin en Ucrania y las sanciones occidentales sobre Rusia.
Para Putin, desestimado en un momento por la Casa Blanca como un mero actor “regional”, la gran sombra que se cierne en torno a las elecciones representa un triunfo, incluso cuando el Kremlin niega toda participación. Tras años de acusar a Estados Unidos y a sus aliados de debilitar su sistema político, apoyando a críticos, opositores y observadores electorales que proyectan dudas sobre la legitimidad de los comicios rusos, Putin ha invertido la situación.
“Cualquier cosa que menoscabe nuestra reputación como principal potencia democrática funciona a su favor”, dijo Thomas Graham, director gerente de Kissinger Associates y exasesor sénior de la Casa Blanca sobre asuntos rusos.