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Técnicos como Pinto incomodan jugadores, los cómodos como Óscar Ramírez apelan a la amistad

Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Lunes 20 agosto, 2018


Óscar Ramírez mantuvo con sus discípulos, una relación respetuosa basada en la amistad. Jorge Luis Pinto mantuvo con sus discípulos, una relación jerárquica entre jefe y subalternos.
Óscar Ramírez mantuvo con sus discípulos, una relación respetuosa basada en la amistad. Jorge Luis Pinto mantuvo con sus discípulos, una relación jerárquica entre jefe y subalternos. AFP/La República


Óscar Ramírez permitió y dio espacio, para que Keylor Navas celebrara un festejo privado con familiares en medio Mundial en Rusia.

Jorge Luis Pinto, para los mismos efectos dijo no en Brasil.

Obsesivo y perfeccionista, el colombiano les hizo la vida imposible a los seleccionados costarricenses fuera del terreno de juego e invadió espacios de privacidad de los jugadores que ellos interpretaron como irrespetuosos.

Un técnico incómodo como Pinto, produjo una relación incómoda con sus jugadores, que lógicamente no tuvo un final feliz.

Hoy que Óscar Ramírez no es el técnico de la Selección Nacional, podemos afirmar con plena seguridad, que en todo su largo paso como estratega de la Tricolor, sus discípulos le guardaron absoluto respeto, sumergidos todos en una relación horizontal donde privó la amistad.

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Imposible siquiera imaginarse a un seleccionado, “jalándole” el pelo al Macho o tocándole una nalga mientras juegan “El Monito”. Claro que acciones irrespetuosas como esas jamás se presentaron, pero cuando los líderes del grupo como Navas, Ruiz y Borges nos transmitían públicamente el ambiente de respeto que se daba en la relación entre técnicos y futbolistas, inmediatamente tenemos que remitirnos a las personalidades de los entrenadores a cargo del grupo: Pinto incómodo; Ramírez, cómodo.

Con el colombiano se presentó una relación jerárquica vertical: jefe con subalternos; con don Óscar se dio una relación de amistad.

Y desde luego, la mayoría de los futbolistas prefieren ser discípulos del técnico amigo, que del estratega déspota.

Esta semana se presentó un claro ejemplo de esto a nivel internacional, en el caso del brasileño Willian, del Chelsea.

En la temporada pasada pegó de frente y entró en conflictos con un técnico incómodo como el italiano, Antonio Conte. Como no se acopló a las directrices disciplinarias de su entrenador, iba a ser traspasado al Barcelona. Tuvo la suerte de que despidieron a Conte y firmaron a un estratega cómodo como Maurizio Sarri, compatriota de Antonio, más preocupado en fumarse 20 cigarrillos en cada juego, que en inculcar respeto táctico en el equipo.

Y claro, hoy Willian es un futbolista feliz, porque Sarri los deja divertirse en la cancha. “Con Sarri nos divertimos, nos pide que juguemos, que nos la pasemos bien sobre el terreno de juego y jugar así es divertido. Tenemos muchos jugadores con calidad en ataque, como Eden Hazard y Pedro, que quieren jugar al fútbol, por eso Sarri habló de diversión al llegar al Chelsea”.

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Estamos notificados: Willian quiere divertirse, convertir los entrenamientos en mejengas, lejos de estrategas obsesivos y perfeccionistas que cansan y aburren repitiendo acciones hasta perfecionarlas.

Lógico que los seleccionados estadounidenses van a preferir a un técnico pandulce y bonachón como Steve Sampson, que al amargado pero estricto, Bruce Arenas y los mexicanos le rehúyen al bigotón Ricardo Lavolpe y le hacen guiños a Enrique “Ojitos” Meza.

Zinedine Zidane condujo a la gloria al Real Madrid con su rostro de confite, ruta que le costó mucho más al seriezote de Carletto Ancelotti y donde pegó con cerca el rey de los incómodos: José Mourinho.

A pocas semanas de que Costa Rica nombre un nuevo técnico para la Selección Nacional, la Comisión Técnica que estudia y valora credenciales, debe tener mucha sabiduría a la hora de la elección.

Conocedores del entorno, de la idiosincrasia del tico, del pura vida y del eterno vacilón, preferiríamos la escogencia de un estratega incómodo. Es más, bien incómodo.



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