Transparencia y el Banco Central
Wilmer Murillo wmurillo@larepublica.net | Lunes 16 junio, 2008
Transparencia y el Banco Central
Wilmer Murillo
En la actualidad hay un amplio consenso en torno a la importancia de la política monetaria, y la transparencia con que estos temas deben ser abordados por el Banco Central.
El Banco ha sido blanco de un vendaval de críticas provenientes de empresarios y banqueros que sienten que su política cambiaria no es transparente y que la información que suministra no es clara, suficiente ni oportuna.
Se arguye que debe brindar más información al público, sus motivos para intervenir, para suavizar el tipo de cambio y las compras de dólares que realiza a nombre de las instituciones públicas.
Cada vez es mayor el interés en las buenas prácticas de transparencia, y uno de los motivos es el vínculo entre estas, la credibilidad y la eficiencia de las políticas del Banco Central.
Al fomentar la rendición de cuentas, la transparencia puede servir para compensar el vacío de legitimidad que surge cuando una autoridad no elegida, como el Banco Central, asume responsabilidades cruciales relacionadas con el bienestar público.
Entre sus ventajas figuran un mayor acceso a los mercados de capital y mejores condiciones para el financiamiento público.
Los estudios de casos demuestran que la mayor transparencia a la hora de asignar responsabilidades entre los bancos centrales y los ministerios de Hacienda puede mejorar la coordinación entre las políticas monetaria y fiscal.
De no existir esa coordinación las consecuencias pueden ser el surgimiento de actividades cuasifiscales, la monetización del déficit público, la duplicación de los objetivos de gestión de la deuda y la liquidez y otros factores que socavarían la estabilidad monetaria.
La transparencia de la política monetaria ha influido también en la estabilidad de los precios porque permite proveer los canales de transmisión, sobre todo cuando se producen fuertes perturbaciones imprevistas.
Como es lógico, someter el Banco Central al escrutinio público también acarrea costos de producción, como la publicación de documentos, mantenimiento de un sitio en Internet y reducción de actas con argumentos claros, y de uso (tiempo necesario para leer y entender la documentación y dilatados procesos consultivos sobre cambios del reglamento financiero).
No siempre se les ha dado la misma importancia a las prácticas de transparencia. Estas políticas dependen del grado de autonomía institucional que es lo que determina si el gobierno debe divulgar las instrucciones que da el Banco Central o si este tiene que informar sobre sus actividades.
En un inicio los debates sobre la transparencia se habían centrado en la rendición cuentas y en el sesgo inflacionario, debido a la discrecionalidad, pero ahora se orientan hacia la eficiencia de las políticas.
Ciertamente no tiene por qué haber tensiones entre la transparencia y la flexibilidad de las políticas, siempre que el mercado entienda que existen factores subyacentes que condicionan los resultados y que el grado de incertidumbre es alto.
Cuanto más confía el público en que se cumplirán los objetivos de inflación, menos tienden los mercados a reaccionar exageradamente ante las perturbaciones.
Wilmer Murillo
En la actualidad hay un amplio consenso en torno a la importancia de la política monetaria, y la transparencia con que estos temas deben ser abordados por el Banco Central.
El Banco ha sido blanco de un vendaval de críticas provenientes de empresarios y banqueros que sienten que su política cambiaria no es transparente y que la información que suministra no es clara, suficiente ni oportuna.
Se arguye que debe brindar más información al público, sus motivos para intervenir, para suavizar el tipo de cambio y las compras de dólares que realiza a nombre de las instituciones públicas.
Cada vez es mayor el interés en las buenas prácticas de transparencia, y uno de los motivos es el vínculo entre estas, la credibilidad y la eficiencia de las políticas del Banco Central.
Al fomentar la rendición de cuentas, la transparencia puede servir para compensar el vacío de legitimidad que surge cuando una autoridad no elegida, como el Banco Central, asume responsabilidades cruciales relacionadas con el bienestar público.
Entre sus ventajas figuran un mayor acceso a los mercados de capital y mejores condiciones para el financiamiento público.
Los estudios de casos demuestran que la mayor transparencia a la hora de asignar responsabilidades entre los bancos centrales y los ministerios de Hacienda puede mejorar la coordinación entre las políticas monetaria y fiscal.
De no existir esa coordinación las consecuencias pueden ser el surgimiento de actividades cuasifiscales, la monetización del déficit público, la duplicación de los objetivos de gestión de la deuda y la liquidez y otros factores que socavarían la estabilidad monetaria.
La transparencia de la política monetaria ha influido también en la estabilidad de los precios porque permite proveer los canales de transmisión, sobre todo cuando se producen fuertes perturbaciones imprevistas.
Como es lógico, someter el Banco Central al escrutinio público también acarrea costos de producción, como la publicación de documentos, mantenimiento de un sitio en Internet y reducción de actas con argumentos claros, y de uso (tiempo necesario para leer y entender la documentación y dilatados procesos consultivos sobre cambios del reglamento financiero).
No siempre se les ha dado la misma importancia a las prácticas de transparencia. Estas políticas dependen del grado de autonomía institucional que es lo que determina si el gobierno debe divulgar las instrucciones que da el Banco Central o si este tiene que informar sobre sus actividades.
En un inicio los debates sobre la transparencia se habían centrado en la rendición cuentas y en el sesgo inflacionario, debido a la discrecionalidad, pero ahora se orientan hacia la eficiencia de las políticas.
Ciertamente no tiene por qué haber tensiones entre la transparencia y la flexibilidad de las políticas, siempre que el mercado entienda que existen factores subyacentes que condicionan los resultados y que el grado de incertidumbre es alto.
Cuanto más confía el público en que se cumplirán los objetivos de inflación, menos tienden los mercados a reaccionar exageradamente ante las perturbaciones.