Biden y su visita a Centroamérica
Redacción La República redaccion@larepublica.net | Martes 31 marzo, 2009
La visita de Joe Biden, vicepresidente de Estados Unidos, al país es una señal positiva lanzada por el recién estrenado gobierno de Barack Obama, y evidentemente es una gran oportunidad para que la región sea escuchada y tomada en cuenta con sus propuestas.
Esta visita se desarrolla en el contexto de un aparente cambio en la forma en que Estados Unidos ha enmarcado su política internacional con sus más cercanos vecinos.
Por un lado, es la primera vez en 12 años que un alto delegado de Washington toca el suelo costarricense, y, en segundo lugar, se produce tras la visita del Vicepresidente a Chile y como antesala a la participación de Obama en la Cumbre de las Américas que se efectuará próximamente en Trinidad y Tobago.
Durante años, el principal interés de los norteamericanos hacia la región se ha centralizado en la lucha contra las drogas, especialmente para países como México y Colombia.
Esto está bien. Pero no se debe olvidar que una represión cada vez más fuerte del narcotráfico en estos países implicaría una mayor presión para que esos grupos aumenten su presencia en otras naciones, en cuyo caso Centroamérica es quizás la zona más vulnerable del continente.
Es por ello que Estados Unidos no debe descuidar sus relaciones con los demás países y debe luchar por mantener los lazos de amistad y cooperación con sus vecinos.
En ese sentido Biden ha dicho que para Estados Unidos es momento de escuchar y que la época en que su país actuaba unilateralmente, ya acabó.
Estos signos implican que la región debe ir más allá del simple y casi tradicional reclamo de mayor cooperación bilateral, y más bien exigir los tratos justos y equitativos que merecemos.
Al respecto el presidente Oscar Arias ha sido claro en su discurso, al exigir que no existan barreras ni un proteccionismo desmedido que perjudique un intercambio comercial horizontal entre ambas regiones.
Solicitar ayuda adicional desde el punto de vista económico no está mal. Pero más allá de eso debemos pedir que se nos den las armas adecuadas para competir y crecer en un mundo cada día más globalizado. Es, en otras palabras, el trabajo mancomunado para construir sociedades más justas y equitativas.