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De la brecha a la igualdad: una política exterior para transformar la región

Redacción La República redaccion@larepublica.net | Jueves 09 marzo, 2023


Josette Altmann


Dra. Josette Altmann Borbón

Secretaria General de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales

La brecha de género en América Latina y el Caribe es una realidad que nos interpela como sociedad y nos obliga a buscar soluciones efectivas para reducirla. El Informe Global de Brecha de Género 2022 del Foro Económico Mundial confirma que la región ha experimentado avances positivos en los últimos años. Sin embargo, la COVID-19 demostró cuán frágil puede ser el progreso logrado y la urgente necesidad de acciones más sólidas y sostenibles, en especial en el ámbito laboral. Las mujeres fueron las más afectadas por el desempleo y el aumento de las responsabilidades de cuido durante la crisis sanitaria.

El actual contexto de grandes incertidumbres y múltiples crisis que enfrentamos como humanidad, evidencia la importancia de incorporar la perspectiva de equidad entre géneros en todas las políticas y programas de los Estados. La política exterior feminista se presenta como un enfoque innovador y transformador en la toma de decisiones en el ámbito internacional, y como una oportunidad clave para que los países latinoamericanos y caribeños avancen en la igualdad y el empoderamiento de las mujeres.

La primera política exterior feminista del mundo fue lanzada en 2014 por Suecia, con el liderazgo de Margot Wallström, entonces ministra de Relaciones Exteriores. Señala ONU Mujeres que siete Estados más se han sumado a esta tendencia, dos de ellos de América Latina: Canadá en 2017, Francia en 2019, México en 2020, España, Alemania y Luxemburgo en 2021 y Chile en 2022.

Promover una política exterior con perspectiva de género implica abordar las desigualdades, inequidades y las barreras que enfrentan las mujeres. Llama a reconocer y valorar el papel cardinal de las mujeres en la construcción de sociedades más respetuosas, justas, plurales e inclusivas.

Contribuye a fomentar la cooperación y el diálogo entre las naciones en la búsqueda del desarrollo humano y económico de todas las personas. Es una herramienta para influir en la agenda internacional y promover una mayor atención y compromiso en la lucha contra la brecha entre géneros, tomando en cuenta los impactos diferenciados que las políticas y programas pueden tener en hombres y mujeres, y tomando medidas para abordar las desigualdades existentes.

Una política exterior feminista se basa en la premisa de que la igualdad de género es un valor fundamental y un derecho en sí mismo, así como un elemento crucial para lograr la convivencia pacífica, la seguridad y el desarrollo sostenible. Implica abordar las desigualdades de género en términos de relaciones bilaterales y multilaterales, como en el marco de la cooperación para el desarrollo y la cooperación internacional. Significa que los países de América Latina y el Caribe deben asegurarse de que los proyectos de cooperación y las políticas de ayuda al desarrollo tengan una perspectiva de género transversal y contribuyan a reducir las brechas en las áreas de educación, salud, empleo, participación política e inclusión económica, entre otras.

Debemos promover una mayor participación y liderazgo de las mujeres en la política internacional y en los procesos de toma de decisiones en las organizaciones internacionales.

Como la primera mujer Secretaria General en los 65 años de historia de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), un organismo internacional e intergubernamental de carácter regional, autónomo, académico y plural, aprendí de primera mano que las relaciones internacionales no escapan a las estructuras que reproducen y mantienen las desigualdades, por lo que las mujeres debemos estar presentes y representadas en las negociaciones multilaterales y en los foros internacionales donde se toman decisiones que nos afectan de manera directa.

Además de ser un imperativo moral, la igualdad de género también es clave para el desarrollo sostenible, económico y la paz social de la región. Está positivamente correlacionada con el crecimiento económico y la reducción de la pobreza. Por ello promover una política exterior feminista no solo es un acto justo, también es una estrategia efectiva para el desarrollo y la prosperidad de la región.

Siguiendo los ejemplos de México y Chile, los gobiernos de América Latina y el Caribe deberían considerar la implementación de una política exterior feminista como herramienta efectiva para promover la igualación de derechos entre mujeres y hombres conducentes a mejorar la calidad de vida de todas las personas en la región. Es necesario seguir trabajando en esta dirección y reconocer que la igualdad de género es un objetivo transversal que debe ser abordado en todas las políticas de Estado y programas a nivel nacional e internacional.







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