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El estrés y su impacto positivo en la creación de emprendimientos

Redacción La República redaccion@larepublica.net | Martes 20 junio, 2023


liliana Mejia Botero  Directora   Fundación Salomón


liliana Mejia Botero

Directora

Fundación Salomón

En repetidas ocaciones me sentí discriminada cuando me cuestionaban por ser impulsiva, estresada o ansiosa; incluso llegué a forzarme para replantear mi forma de ser.

Sin embargo, en un decidido proceso de introspección, me permití aplaudir el día que aprendí a valorar el aprendizaje como formador de criterio, que no hace más que blindar nuestra conciencia contra los comentarios, no se si buenos o malos, pero al menos sí desinformados, acerca de lo que es ser una persona emprendedora per se. Comprendí que la personalidad de las mujeres emprendedoras está cargada de energía en constante fluír: impulsamos, sostenemos y… ¡no estamos enfermas!.

Comparto con ustedes información relevante que encontré en un curso maravilloso, que llevé con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), sobre mujeres y emprendimiento.

El mundo VUCA

Vivimos en un mercado cambiante, dentro de un mundo volátil, incierto, complejo y ambiguo (VUCA, por sus siglas en inglés volatile, uncerting, complex y ambiguous); término empleado por el Colegio de Guerra de EE.UU., para describir el mundo militar después de los ataques a las Torres Gemelas; donde se describe al planeta en una amenaza permanente, de cambio continuo y a una velocidad exponencial, marcado por invisibles interconexiones y relaciones de todo con todo, que solo pueden analizarse desde una óptica multidimensional.

Forzarse a pensar en diferentes escenarios y estrategias, aprender a estar preparados para lo inesperado, y responder con la mayor agilidad y serenidad pueden ser, sin duda, los requisitos para entrar al mundo de emprender.

Para liderar en tiempos revueltos, en un mundo tan variable, el autoconocerse aporta estabilidad, y el saber saltar entre cada situación administrando diferentes estilos de liderazgo que existen es, sin lugar a duda, parte de las características con las que debe contar una persona emprendedora. Saber vivir al lado del estrés admitiéndolo como motor y no como freno es una de las estrategias de quien decide entrar al mundo VUCA del emprendimiento.

La psicología positiva, la persona emprendedora y el mal llamado estrés

En los espacios de formación de individuos, como el hogar y los centros de estudios a cualquier nivel, aún presentan a las personas la idea de que emprender es vivir una condena: asumir riesgos, vivir en constante incertidumbre, enfermar de estrés y llenarse de deudas. Ese panorama presentado en frío, sin información que valide la importancia de crear empresa y la posibilidad de lograrlo, lo único que logra es ahuyentar a quienes no se han reconocido como personas emprendedoras y con quienes el mundo podría llegar a hacer una buena alianza estratégica.

Por lo cual, la psicología positiva llega para explicar detalladamente la importancia de considerar ciertas características con las que cuentan algunas personas, pero también a esclarecer que es posible enseñar/aprender a ser una persona emprendedora.

Características de una persona emprendedora

Un interesante artículo, publicado en INFAD revista de psicología, titulado El Emprendedor desde el enfoque de la Psicología positiva, escrito por José C. Sánchez; A. Gutiérrez, T. Carballo, R. Quintana y V. Caggiano, presenta a la psicología positiva como una ciencia que estudia las fortalezas y virtudes humanas, así como su impacto en las comunidades, permitiendo abrir el espectro sobre el potencial humano, sus motivaciones y capacidades (Sheldon y King, 2001). La fuerza incansable (mal llamada estrés) y las virtudes cívicas que guían a las personas emprendedoras a tomar decisiones sobre su comunidad promueven características para ser mejores ciudadanos (Seligman y Csikszntmihalyi 2000).

Gracias a esta disciplina, sabemos que las personas emprendedoras cuentan con actitudes y virtudes que les permiten asumir riesgos y que, cuanto más riesgos, más interés; no se amedrentan, se estimulan. Se comprometen con sus ideas, son creadoras e innovadoras por naturaleza y buscan el éxito de sus ideas como forma de realización personal. Según detallan en dicho artículo, lo económico no es su timón, pero les llegará por añadidura.

La psicología positiva caracteriza a las personas emprendedoras como quienes viven un sentimiento de felicidad duradero, estable, lo consideran probablemente hereditario y, de manera relativa, independiente del ambiente en el que se vive. Incluso, afirma esta ciencia, que ese sentimiento de felicidad se puede modificar por periodos determinados de tiempo sin impedir que regrese a su nivel original. Esta felicidad, ese impulso, es inherente a la persona emprendedora;

Esta ciencia detalla también las fortalezas del carácter, incluso las presenta como “barreras contra enfermedades”: optimismo, habilidades interpersonales, la fe en sus convicciones, el trabajo ético, la esperanza, la perseverancia y la capacidad para fluir (flujo, flow). Y algo que hace del estudio de esta ciencia más emocionante es que todas estas fortalezas se pueden construir intencionalmente mejorando incluso la salud física, emocional y social (Lykken, 2000).

“El término flujo (Flow), acuñado por Csikszentmihalyi (1998), lo define como un estado de conciencia que comienza a enfocar la atención en una meta clara y definida, donde la persona se siente envuelta, concentrada, absorbida por la tarea y las horas pasan sin notarlo, es decir, define un estado de disfrute, control y atención focalizada …”; según detalla el estudio: Vive un estado de Flow (Ankumamura y Csikszentmihalyi 2002).

Se resalta en el estudio mencionado que las personas emprendedoras tienen la característica de automotivarse por llevar intrínsecamente el deseo de logro y mejoramiento continuo, por encima del deseo de poder. Es aquí donde surge una interesante concepción que pone a un lado a la persona emprendedora con altos deseos de logro y, al otro lado, a la persona directiva con alta necesidad de poder.

Krueger et al. (2000) indican que: “adoptando la línea cognitiva, define el emprendedurismo como una forma de pensamiento, que enfatiza oportunidades sobre amenazas, siendo tal proceso de identificación de oportunidades un proceso claramente intencional”.

El documento indica que, a pesar de que las personas emprendedoras llevan un dominio interior muy fuerte respecto a su percepción del fracaso, esfuerzo, motivación y crecimiento personal, estas características se pueden llegar a aprender fuera de un contexto hereditario.

Entonces, ¡bienvenido el mal llamado estrés, cuando de emprender se trata! Y gracias a la psicología positiva por develar las virtudes del motor de una persona emprendedora.







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