Saprissa supo sostenerse en La Catedral
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Martes 14 diciembre, 2021
Quizá a la hora de leer esta Nota, Alajuelense y Saprissa todavía estarían jugando con un 0-0 en el marcador. Hay partidos donde la bola no entra, ni desde el punto de penal.
Claro, la Liga cometió un error. No buscó el gol por todas las zonas del campo, sino que le recargó la misión casi en su totalidad a Alonso Martínez, quien fue el punto más alto del equipo. El veloz puntero hizo estragos por su zona, incluso gestó la acción del penal que lanzó muy mal Daniel Arreola, pero todo ese esfuerzo descomunal de Alonso en procura de que el balón llegara a la red defendida exitosamente por Aaron Cruz, no tuvo el final feliz que la frustrada fanaticada del León deseaba. El golcito, que Gabriel Torres sí pudo anotarle al Santos en la semifinal, contra Saprissa no llegó.
Yerro garrafal del León, morder solo por la derecha y abandonar los ataques por el otro sector. Se le recargó la ofensiva a Martínez, mientras que Aaron Suárez, jugó más de mediocampista abierto al lado de Celso Borges y no atacó por el flanco izquierdo. La comunión entre Ian Smith y Alonso fue continua. La de Ian Lawrence y Suárez no existió. Tampoco el canalero Torres abrió la cancha. Se acomodó al lado de Marcel Hernández y fueron mutilados por la fortaleza de Kendall Waston y la eficiencia del espectacular, Aubrey David.
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A la hora buena, a la hora de la verdad, Saprissa ha demostrado ser un equipo mentalmente muy superior al Alajuelense.
El Monstruo tiene casta de campeón.
Al León, le pesan como elefantes en su espalda, los traumas que significaron los juegos decisivos que se perdieron antes de conquistar la 30 y lo sucedido la temporada anterior, que siendo el mejor equipo del campeonato, lo despacharon a casa temprano en la hora crucial. Emocional y mentalmente, el Alajuelense es un equipo quebrado.
Con Alberth Rudé como técnico, el León no gustó. Logró triunfos angustiosos, sufridos, ajustados, no acordes para nada con el poder de su nómina. Santos fue mejor equipo en la semifinal y así lo hicimos constar.
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Frente a Saprissa, la Liga mejoró; atacó del primero al último minuto, pero no tuvo la capacidad de montar una jugada que dejara la pelota en la red. Tan es así que se puede afirmar que el equipo llegó muchas veces hasta la nariz de Aaron Cruz, pero no botó lo que popularmente se califica como un “gol muerto”. Todo se resumió en intentos, pero con intentos, no se ganan campeonatos.
gpandolfo@larepublica.net
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