La tonta incertidumbre
Vilma Ibarra [email protected] | Miércoles 05 febrero, 2014

A cualquier demócrata le parecerá ridículo que en Costa Rica algunos se cuestionen las reglas de un sistema que es admirado por su solidez y solvencia
Hablando Claro
La tonta incertidumbre
“Simple y sencillamente paraliza el país. Los costarricenses no necesitábamos esta segunda ronda, será más gasto para el país. Son dos meses en que no pasa nada, es muy negativo económicamente hablando”.
“Los comerciantes y empresarios estamos en un stand by… existe un temor sobre las inversiones por no saber cuál es la mentalidad económica de la persona que nos va a regir”. “Nuestro sector ha caído en un limbo…”
Me cuesta dar crédito a lo que leo. ¿Será por mi miopía? Releo estas declaraciones de La República del lunes, el mismo día que recibí tres comunicados de prensa con razonamientos similares de las cámaras. ¿Qué les sucede a estos señores? ¿No entienden cuál es el peso de las percepciones y la promoción de la desconfianza en la economía?
Ignoro si en otras democracias del mundo en las que es más recurrente que en Costa Rica la segunda ronda, se alienta como aquí el temor, la pretendida incertidumbre, la hipotética vigilia que impide conciliar el sueño tranquilo y mantener a buen recaudo los negocios, simple y llanamente porque el soberano requiere 60 días más para dirimir la liza entre los dos contendientes más votados, justamente para investir de mayor legitimidad democrática al nuevo mandatario, según las muy añejas normas del juego establecido.
No imagino en medio de la complejidad electoral salvadoreña que todo el país esté “suspendido” desde el domingo, porque Salvador Sánchez del oficialista/izquierdista FLMN no alcanzó el 50% de los votos necesarios y tienen que esperar entonces un mes más para dirimir al ganador de la contienda.
Menos aún supongo a esos hermanos diciendo que es una tontería ir a segunda ronda porque a Sánchez le faltó apenas un escasísimo 1,07% para triunfar y así “ahorrarle” al sistema el tiempo y la plata de la segunda vuelta.
A cualquier demócrata medianamente informado le parecerá francamente ridículo que en Costa Rica se cuestionen —como algunos lo hacen— las reglas de un sistema que es admirado por su solidez y solvencia.
Como si la democracia electoral constituyera un mero formalismo cuya tramitología estorba porque afecta el sensibilísimo clima de negocios y ojalá fuera posible no tener que soportarlo. ¡Lo que son las cosas!
Lo que implica no haber vivido en traumas de guerras, guerrillas, dictaduras y oprobios y ser, por tanto, incapaz de valorar la vida en democracia.
Hablar por hablar. Innecesario para el país y ciertamente inconveniente para el clima nacional de este espectacular verano y de este inédito e interesantísimo torneo electoral resultan estas y otras declaraciones con las que algunos se rasgan las vestiduras alertando de riesgos que no existen y de vicisitudes solo imaginables en sus estrecheces mentales.
Como para propiciar una reforma legal que elevara el umbral electoral de la primera vuelta a un 50% como el que hay en todas partes y no el promocional de 40% que tenemos aquí. Ahí sí: ¡seguro moriría la mitad del empresariado de puros infartos de incertidumbre!
Vilma Ibarra
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