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¡Que coman pasteles!

Carlos Denton cdenton@cidgallup.com | Miércoles 11 marzo, 2015


La situación financiera que vive el Estado no es culpa del gobierno actual. Es algo que se viene arrastrando desde 2006


¡Que coman pasteles!


“¡Si el pueblo no tiene pan, que coma pasteles!”  Esta expresión de desdén, de desconocimiento y de soberbia de María Antonieta de Francia finalmente la llevó a la guillotina en 1793, en manos de los revolucionarios. 
Por más de 200 años esta señora ha simbolizado todo lo que hay de malo en un gobierno desconectado de su pueblo.
Ahora en Costa Rica, Olivier Castro, un empleado público nombrado en su puesto por el Partido Acción Ciudadana (PAC), ha declarado a un medio importante nacional: “Al tico no le alcanza la plata porque vive endeudado”. 
¿Será que el Presidente del Banco Central no conoce de los miles de familias que tuvieron que pedir prestado para comprar útiles y uniformes ahora en febrero?  A otras se les arruinó la refrigeradora u otro electrodoméstico y no tenían capacidad de comprar el reemplazo en efectivo. 
En algunos casos es posible que hubiera necesidad de un procedimiento como operación  de cataratas y la espera en la Caja puede ser de años solo para ver un especialista. Después están las reparaciones de los techos y otras partes de las casas, y si tienen auto, el marchamo.
La implicación de las declaraciones de Castro es que muchas familias reciben ingresos satisfactorios y es por las deudas, quizás adquiridas para obtener servicios y artículos frívolos, no les alcanza el dinero.  La realidad para muchos es todo lo contrario,  tienen deudas porque con los salarios que reciben no sobreviven. 
En la misma entrevista, Castro habla de la mala distribución de los ingresos y los cambios en la economía que implican que se necesitan más trabajadores “calificados”; los menos educados tienen menos oportunidad de salir adelante, por ende.  
A lo que no toca es el problema del tipo de cambio para los exportadores (el sector económico más dinámico) y que les ha obligado a reducir planillas o pasar parte de su operación a otros países.  Tampoco habla de la posibilidad de una eventual desestabilización por el alto endeudamiento del Estado, exacerbado por los costos elevados de las planillas del gobierno ($4 mil millones en cuatro años en préstamos internacionales para cubrir costos de operaciones  corrientes, e incontablemente más prestado de fuentes nacionales).
¡Eso sí! Pudiera haber dicho “al gobierno no le alcanza la plata porque vive endeudado”. El porcentaje de lo recaudado en impuestos que va para pagar la deuda se acerca al 30%.  Parte importante de lo que el gobierno pide prestado se usa para pagar deudas (intereses y capital) contraídas en periodos anteriores.
Hay que enfatizar que la situación financiera que vive el Estado no es culpa del gobierno actual.  Es injusto esperar que en diez meses se pueda arreglar algo que se viene arrastrando desde 2006. Pero actitudes soberbias tampoco crean un clima de recomposición. 
Sin duda hay familias con deudas grandes e innecesarias y que ahora se encuentran muy apretadas. Pero muchos más adeudan porque sencillamente no tienen la capacidad de mantenerse con los ingresos que perciben.

Carlos Denton

cdenton@cidgallup.com

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