Un acto político desprendido
Miguel Angel Rodríguez marodrige@gmail.com | Lunes 10 marzo, 2014
Es muy conveniente brindarle a don Luis Guillermo Solís tiempo para armar su equipo
Un acto político desprendido
Don Johnny Araya renunció a su campaña electoral. Creo que debemos valorar su acto según como afecte a los ciudadanos.
Con este criterio la acción del candidato liberacionista me merece respeto y elogio.
¿Qué justificación tiene seguir con un proceso que demanda muchos millones de gasto y miles de horas de valiosos esfuerzos si es evidente que no se puede obtener el triunfo?
En esas condiciones, ¿qué justificación tiene mantener una campaña que nos divide más?
Mejor dejarle a don Luis Guillermo Solís la cancha despejada para que inicie las importantes y difíciles tareas que sus conciudadanos le han encomendado. La transición a un gobierno de otro partido es compleja.
Armar un gobierno no es fácil. Muchas de las personas que con generosidad le han ayudado a uno en la campaña con sus ideas, trabajo y recursos, cuando se enfrentan con el reto de asumir una función pública se sacuden el lomo.
Para una persona exitosa en sus tareas profesionales, académicas o empresariales, no resulta fácil renunciar a ellas para asumir la carga de un puesto público.
Ello significa en casi todos los casos sacrificar ingresos monetarios, y en todos, asumir pesadas responsabilidades y perder la privacidad y la tranquilidad. Si esto era así hace 16 años, ¿cuánto peor lo es ahora con los problemas que muchos hemos vivido por servir al país?
La situación es aún más dura para el próximo presidente. Tendrá la menor fracción legislativa al inicio de su gobierno de la que tengo memoria. Un congreso con cinco fracciones fuertes y la suya no es la mayor.
Le toca ejercer la Presidencia cuando en cada periodo desde fines de los años 80 del siglo pasado la Presidencia de la República ha ido perdiendo poder: cada vez nombra menos puestos discrecionales, el poder reglamentario está muy limitado con las jurisdicciones contencioso-administrativa y constitucional, el engranaje burocrático y la contratación están entrabados, no cuenta con las normas generales del presupuesto para pasar legislación anual, ya no se puede dar por discutido un asunto en la Asamblea Legislativa y someterlo a votación, los órganos de control tienen mayores poderes, existe ahora la jurisdicción constitucional, y no hay partidas específicas, ni tiquetes de avión en la presidencia para contentar a diputados partidarios y adversarios.
Todos estos cambios, la mayoría muy convenientes por sí mismos, y el haber pasado del bipartidismo al multipartidismo han desacoplado la realidad política actual del diseño constitucional que nos rige.
Desde 2001 propusimos por esto, previendo lo que teníamos por delante, que pasáramos a un sistema semi-presidencialista. Ahora el próximo presidente, para poder gobernar, tendrá que hacerlo de facto.
Por eso es muy conveniente brindarle a don Luis Guillermo Solís tiempo para armar su equipo. Necesita tiempo, reflexión y negociación para hacerlo en función de los proyectos prioritarios que desee impulsar para cambio institucional y en la conducción cotidiana de su administración ¿Podrá integrar un gobierno con el apoyo de una mayoría en la Asamblea Legislativa que se comprometa con esas tareas?
La renuncia de don Johnny a seguir en la campaña le da mayores posibilidades a que se pueda dar esa alternativa.
Miguel Ángel Rodríguez
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